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domingo, 26 de noviembre de 2017

El sueño, el remedio que cura todos los males

Por Janet

La Mayoría de los padres aseguran que a partir de los seis meses lo normal es que el bebé duerma casi toda la noche. Pero cuando esto no ocurre, es común que piensen que hay algún problema o que ellos tienen la culpa. Sus temores son completamente comprensibles, pero se reducirían mucho si las perspectivas sobre el sueño infantil se conocieran mejor: cada bebé tiene su propio librito. Un recién nacido duerme sobre todo de día. Con cinco meses, ya duerme por la noche sin despertarse, pero puede ser que con seis y medio, llore cada dos horas. Sin embargo un bebe de casi dos años, no quiere irse nunca a dormir, todo lo que quiere es jugar.

Realmente lo que ocurre es que a dormir se aprende. Cada pequeño lleva su propio ritmo para la hora de acostarse. No es lo mismo un bebé muy activo que otro más tranquilo, uno muy exigente que otro que se adapta fácilmente a los cambios. Y en todo este entablado de características personales, hay que contar con una constante más: es normal que los peques se despierten por la noche.

Así que respira hondo y tener un poco de paciencia, y sobre todo prepararse para lograr entender cómo es la evolución del sueño de tu propio hijo. Se conoce que ésta es una etapa complicada pero estamos seguros que si la conoces mejor, la vivirás con más tranquilidad y, sobre todo, sin agobio ni culpa, lo importante es disfrutar cada etapa de tu pequeño. Los padres no son culpables de que un niño duerma mal. Nadie los ha enseñado lo que es normal o adecuado para sus hijos. Respiren profundo, tomen las cosas con calma y consulten sus dudas con el pediatra. Para lograr que sus nenes duerman bien, deben transmitirles calma y seguridad. Aprender a dormir no es algo que se logra en días, con paciencia, cariño y mucha calma.

Se dice que las ondas cerebrales del pequeño cambian y alteran su ritmo, variando según cada momento de la noche; unas áreas del cerebro disminuyen su actividad mientras otras la incrementan, casi igual que cuando estamos despiertos. Tal cambio cerebral cumple una importante función reparadora del organismo, que si no se completa puede empujar a ciertos trastornos. Los especialistas aseguran que el sueño pasa por diversas fases que deben cumplirse, e incluso, hasta soñar tiene su papel.

Obligar el aprendizaje del sueño es desacertado. Los niños evoluciona de diferente manera, igual que unos aprenden a caminar a los 12 meses y otros a los 15, no todos duermen de corrido al mismo tiempo. Aprender a dormir implica que el bebé se despierte una y otra vez, para que le ayudes a volver a conciliar el sueño y después dejes que, poco a poco, vaya madurando y durmiéndose solo.

La mayoría de los padres preguntan si el pequeño puede dormir con luz. Lo más correcto es que el niño afilie el sueño nocturno con la oscuridad y que la claridad del amanecer vaya entrando de manera gradual en su cuarto. En el caso que sienta miedo es necesario lograr evadir sus temores antes de dejarlo a oscuras completamente, lo más recomendable es colocar una lamparita nocturna que posea luz tenue. El ambiente que hay cuando el niño logre el sueño debe permanecer igual mientras duerme.

A partir de los seis meses de vida duerme toda la noche, en periodos de cinco o seis horas. Es a partir de este tiempo que no se puede hablar de problemas de sueño, de hecho, sigue siendo normal que los menores de tres años se despierten con frecuencia al cambiar el ciclo de sueño y que se muevan de arriba abajo en la cuna.

Lo más importante es adaptar nuestro horario al suyo esa es la única manera que lograremos que concilie el sueño de mejor manera. Nosotros si nos desvelamos por la noche, nos quedamos en la cama hasta que este vuelva a llegar. Nuestro pequeño, en cambio, todavía no sabe superar estas fases. Si reaccionamos con enojos entonces la situación se nos complica, su ritmo natural de sueño se romperá y no querrá volver a dormirse. Como en toda circunstancia educativa de los hijos, lo importante es tener un método definido, los niños necesitan las rutinas, es lo que les crea su hábito y no solo el de dormir, sino el de toda su vida.