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miércoles, 15 de noviembre de 2017

La crisis humanitaria de los refugiados libios

Por Yamy

La emigración siempre ha existido. Desde el inicio de la humanidad las personas se han trasladado de un lugar a otro, unas veces por acomodo propio y por buscar nuevos horizontes, y otras veces obligados por las muchas circunstancias que puedan haber. Sin embargo, en la actualidad toman otra connotación por la gran cantidad de personas que emigra, y por los motivos. La mayoría de los emigrados lo hacen por cuestiones económicas o porque en sus países se viven situaciones de alarma producto de guerras o conflictos similares de inseguridad. Y como va el mundo, pareciera que este fenómeno no terminará de la noche a la mañana. Por tanto, hoy se vive una explosión de refugiados que, según las estadísticas, en el año pasado se contaron unos 21,3 millones.

Muchos son los motivos, y también muchas son las consecuencias de emigrar tanto para los países a donde llegan, desamparados casi siempre, como para los propios inmigrantes, quienes todo el tiempo son los más desprotegidos y vulnerados. Cada año son miles las personas que mueren ahogados tratando de cruzar el Mediterráneo con la intención de llegar a Europa; y otro poco pasa penurias después en sistemas que no conocen y al cual se quieren insertar.

Es por eso que los criterios son diversos, unos defienden el derecho de cada quien de trasladarse hacia donde deseen, sobre todo cuando huyen de problemas reales que no pueden evitar; y otros reniegan de un problema que ciertamente no provocan, pero que tienen que enfrentar de algún modo cuando les llega una avalancha tal de personas a quienes tendrán que hospedar, quién sabe, durante tantísimo tiempo. Pero se trata de un asunto de derechos humanos, y la mejor opción sería que en cada país vulnerable acabaran de sopetón los conflictos y así su gente no tendría que irse como casi siempre, en contra de sus voluntades; eso nunca sucederá. Seguirán los conflictos, seguirán los emigrados, y habrá que buscarle solución.

En el mundo se debate, y hasta ahora no se ha llegado a un consenso sobre cómo enfrentar la emigración. Prueba de ello es la decisión que han tomado, por ejemplo, la Unión Europea, EU, y Libia para resolver el problema inmediato del arribo de refugiados a Europa: interceptarlos en plena mar y devolverlos; una medida que la Organización de Naciones Unidas, ONU, ha calificado como inhumana.

Este martes, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Hussein, denunció que tal cooperación entre la comunidad europea y las autoridades libias sobre el “rescate” de refugiados es una manera de atentar contra la vida y los derechos de esas personas que de ser interceptados tendrán que volver a aquellas zonas de donde huyen. El representante también afirmó que el sufrimiento que le estarían generando a los migrantes “es un ultraje a la conciencia de la humanidad”; y al mismo tiempo convocó a la comunidad internacional para que de una vez analicen el tema y no ignoren más los horrores que se sabe sufren los migrantes libios detenidos, un asunto que no se soluciona con la mejora aparente de las condiciones de detención.

Debido a las denuncias que se han hecho sobre los abusos que viven los detenidos libios, quienes viven en condiciones precarias, este 15 de noviembre se prevé una reunión en Berna entre los ministros de varios países europeos y africanos para, en principio, establecer estrategias de protección a los refugiados en Libia.

En reiteradas ocasiones organismos internacionales han tratado el tema de las malas condiciones de unos 20 500 refugiados que se encontraban retenidos por contrabandistas libios; sin embargo, aún un gran número de ellos permanecen en cautiverio, y se han conocido detalles de sus reclusión: han vivido abusos, violaciones, explotación sexual, además de la mala alimentación y falta de atención medica que sufren.

Los reportes internacionales indican que este año más de tres mil personas han muerto ahogados y otras han desaparecido intentando cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa, donde suponen podrán huir de la barbarie que viven en Libia, sin embargo, parecieran ser de una especie sombría: en su país de origen viven penurias y pueden morir, y si intentan escapar, pues también.

Los libios, como otros tantos en situaciones similares, desde el 2011 comenzaron a sumergirse en el caos. En febrero de ese año en el país iniciaron operaciones para acabar con su líder Muamar Gadafi; al frente se encuentra, por supuesto, la oposición libia que está integrada por mercenarios extranjeros, y fuerzas de la Organización del Tratado Atlántico Norte, OTAN, con el apoyo de países como Francia y Estados Unidos. Desde entonces Libia vive un conflicto violento de constantes enfrentamientos entre los militares de ambos lados para tratar de hacerse del control de los recursos energéticos y de la nación. Tal contesto ha hecho que la crisis se agudice cada día más y provoca el éxodo masivo de personas.