Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

domingo, 26 de noviembre de 2017

Más irritadas de la cuenta

Por Janet

El embarazo es una preparación hacia una nueva identidad, la de ser madres, y pensar en ello, aunque puede ser muy bonito, también es estresante. Las hormonas tienen parte de culpa de los cambios emocionales. Pero, tal como explica Patricia de la Fuente, enfermera y Coach para el Bienestar, en Pamplona, “lo que está ocurriendo en la psique de una mujer embarazada es bastante más complejo y poco explorado”. Primer trimestre: En esta fase aparecen miedos. También es frecuente que surja ansiedad respecto a lo que hicimos los días en los que ya habíamos concebido y todavía no lo sabíamos. Por otro lado, “las mujeres reciben muchas advertencias y todo ello les somete a mucha presión. Por ejemplo, que hasta la semana 12 hay riesgo de pérdida por lo que muchas deciden no contarlo en su entorno o en el trabajo. Esto hace que guarden en secreto algo muy importante en sus vidas privándose de apoyo y acompañamiento.

Toda esa presión por hacer las cosas bien, el miedo a un aborto y la sensación de no poderlo compartir con el entorno se convierte en demasiado con lo que lidiar internamente. Pero resulta más complicado aún si hemos tenido embarazos con problemas anteriores. La lucha contra este sentimiento de desconocer lo que nos pueda pasar o no es desesperante. En el caso de las mujeres que han perdido embarazos o que sus fetos vienen con problemas les resulta más complicado estar tranquilas en esta primera etapa. El estrés, el llanto y el miedo a lo que les depara el futuro es algo a lo que todas le temen en estos primeros pasos de la gestación.

Ya en el segundo trimestre suele ser descrito por la mayoría como el más feliz y tranquilo. Sin embargo, surgirán nuevas inquietudes y eso aumentará la sensación de fragilidad. Los miedos a la pérdida se han atenuado y ya podemos mostrarnos embarazadas. Muchas mujeres disfrutan de ver crecer su tripa, pero otras sentirán miedo por todos los cambios, sobre todo aquellas mujeres que han vivido constantemente para mantener su figura y le temen a no poder regresar a lo que eran antes de que la tripa comenzara a crecer. Además, la ansiedad por el bienestar del bebé aumenta y a esto se le suman todas las pruebas genéticas que se le realizan. En la cabeza de una mujer aparecerán todos los escenarios posibles”, señala la experta.

EN la entrada del tercer trimestre durante esta última etapa la atención va a estar muy enfocada en el parto. Además, aparece el famoso ‘síndrome del nido. Esta forma parte de las estrategias de la mente de la embarazada para poder sentir algo de control sobre la nueva situación. Los científicos han podido demostrar mediante resonancia magnética que los cerebros de las mujeres que han tenido un primer embarazo presentan reducciones significativas de la materia gris en regiones asociadas a la cognición social. Se ha observado cómo estos duran hasta dos años después del nacimiento del bebé. Estos cambios harán que el hemisferio derecho se active por encima del izquierdo -que es el más organizativo- para dar paso a un cerebro más emocional, más creativo y más adecuado para sintonizar con las necesidades del bebé”, explica de la Fuente.

Las emociones no son ni buenas ni malas, son parte de nosotros y cumplen funciones en nuestro sistema. El embarazo puede ser una oportunidad para girar el foco hacia nosotras mismas y empezar a conocernos mejor. De hecho, llorar puede ser un buen método para desahogarse, expresarse y liberar estrés, añade la especialista en el tema. .

Normalmente somos nosotras las que sufrimos más, ya que nuestro bebé está bien protegido por la placenta. Cuando nos estresamos, segregamos cortisol, una hormona que es tóxica para los bebés, aunque la placenta les protege. Pero episodios prolongados de un estrés severo han demostrado ser factores predisponentes para futuras enfermedades tanto físicas como mentales de la criatura.

En esos casos los niveles de cortisol son tan elevados, que consiguen atravesar la barrera de la placenta y poner en alerta al feto, explica. Hay que evitar responsabilizar a la madre o decirle constantemente que si está triste puede afectar al bebé. La responsabilidad de todos es la de proveer apoyo, comprensión, escucha y no dejar todo el peso sobre ella. Llorar sí, pero sin pasarse. Vale que llorar está bien, vale que hay que expresar las emociones, pero hay que intentar subir el ánimo para que no afecte al bebé negativamente y, sobre todo, acudir al médico si vemos que no podemos controlar el llanto.