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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Puigdemont también tensa la política en Bélgica

Por Jacky

La declaración de independencia de Cataluña ha generado, no solo la mayor crisis política de España desde el golpe de Estado fallido de 1981, sino que amenaza ahora con desestabilizar a otro país europeo: Bélgica. Y es que esa pequeña nación de 11 millones de habitantes sigue con inusual atención la situación española desde que el expresidente de Cataluña, Carles Puigdemont, decidió salir del país para establecerse allí. Además, este 5 de noviembre Carles Puigdemont y los cuatro exconsellers que están desde hace una semana en Bélgica fueron interrogados y puestos en libertad con medidas cautelares, unas 15 horas después por un juez de instrucción de Bruselas, cumpliendo con la euroorden remitida por la justicia española.

Puigdemont apareció en Bruselas de sorpresa el pasado lunes, un día después de que la Fiscalía del Estado lo acusara y a todo el gobierno cesado por los delitos de rebelión, secesión y malversación, que podrían ser castigados con penas de hasta 30 años, debido a la declaración de independencia de Cataluña del 27 de octubre. Estos fueron cesados en aplicación del artículo 155 de la Constitución española y con el fin de restaurar la legalidad en Cataluña.

En opinión de Jurek Kuczkiewicz, editor jefe de la sección internacional de Le Soir, uno de los principales diarios en francés del país europeo, la presencia de Puigdemont en Bruselas ha puesto en una posición "incómoda" al gobierno belga. De hecho, si se atiende a los titulares de su propio diario, la descripción de Kuczkiewicz puede incluso quedarse corta, con encabezados como: "Crisis catalana: la N-VA en la cuerda floja, el gobierno forzado al funambulismo".

¿Pero, por qué genera tensiones la presencia del líder catalán? La Nueva Alianza Flamenca (N-VA) es un partido separatista que defiende la independencia de Flandes, una de las tres regiones administrativas de Bélgica, junto con Valonia y Bruselas. En Flandes se encuentra la mitad de la población belga y se habla neerlandés, mientras que en Valonia se habla francés, que es la lengua mayoritaria en Bruselas, que es la tercera región y la capital de la Unión Europea. El N-VA aspira a la separación de la rica Flandes, pero actualmente forma parte de un gobierno de coalición con otros tres partidos: el partido flamenco de centro-derecha CD&V, los liberales flamencos del Open VLD y el Movimiento Reformador, liberal y francófono.

Bélgica estuvo sin gobierno por 5 meses hasta que esos partidos hicieron un pacto en 2014, tan arriesgado que recibió el apodo de "coalición kamikaze". Es por eso que cuando se supo que Puigdemont y sus exconsejeros estaban en Bruselas, el gobierno belga desapareció del foco mediático. Kuczkiewicz asegura que cuando llegó, por muchas horas no pudieron hablar con nadie del gobierno, lo cual evidentemente significaba que estaban organizando una respuesta política.

Algunos incluso el sábado empezaron a vislumbrar la posibilidad de que Puigdemont se fuera a Bruselas, cuando se paseaba todavía por la localidad catalana de Girona, donde fue alcalde. Ese día, Theo Franken, secretario de Estado de Asilo e Inmigración belga y miembro de N-VA, aseguró que Puigdemont podría pedir asilo en Bélgica puesto que es algo 100 por ciento legal. Según Kuczkiewicz, eso se entendió ampliamente como una invitación informal, aunque él estaba meramente técnicamente contestando 'sí', es algo que puede pasar. Rápidamente el primer ministro, Charles Michel, salió a desmentir que el tema del asilo estuviera en la agenda del gobierno y clarificó que expresidente catalán no estaba en Bélgica por invitación de su gobierno.

Posteriormente, en la rueda de prensa en la que Puigdemont se declaró como presidente legítimo de Cataluña y aseguró que no hay garantías para un juicio justo en España, también quiso dejar claro que no estaba para pedir asilo en Bruselas. De hecho, aseguró que la razón por la que él y parte de su gobierno habían acudido a Bruselas era sobre todo europea, pues el objetivo, según dijo, es internacionalizar el conflicto catalán y usar su presencia en ese país para llamar la atención de las instituciones europeas.

Se desconoce si las declaraciones de Franken influyeron de alguna forma en la decisión de Puigdemont, pero sí se sabe es que el N-VA ha sido siempre próximo a los independentistas catalanes. En ese sentido, Pablo Rodríguez Suanzes, corresponsal del diario español El Mundo en Bruselas, señala que tienen lazos de amistad y tanto el ministro de Interior, Jan Jambon, como Franken son participantes frecuentes de la Diada (día nacional de Cataluña que, en los últimos años, se ha centrado en defender el "derecho a decidir").

Pese a esto, Suanzes asegura que nadie del N-VA acompañó a Puigdemont en la rueda de prensa, donde el único político belga presente fue alguien del partido ultranacionalista flamenco Vlaams Belang.

Como coinciden Suanzes y Jurek Kuczkiewicz, al N-VA no le conviene tensar tanto la cuerda que acabe cayendo el gobierno belga, lo que les costaría muy caro en caso de nuevos comicios. Mientras el primer ministro Jean Michel maneja los equilibrios, como califica Le Soir, "implorando" a sus ministros para que no hablen de Cataluña, la situación no parece que vaya a cambiar.

Y es que la fiscalía de España ha pedido a la juez encargada del caso que formule una orden de arresto europea contra el expresidente. Esa misma juez ya ha decretado prisión para todos los exconsejeros que acudieron a declarar a la Audiencia Nacional.

La euroorden posee un periodo máximo de tramitación de 60 días y la norma general es que los Estados reconozcan las decisiones del otro país que solicita la extradición.Sin embargo, la ley belga contempla el rechazarla si existen razones para considerar que su ejecución pueda vulnerar derechos fundamentales de la persona reclamada y que están recogidos en el Tratado de la Unión Europea. La orden final es de un juez, no del gobierno, algo que sucedería de igual manera si Puigdemont solicitara asilo, pues su futuro dependería del Comisariado General de Refugiados y Asilo.

Consciente de que denegar la extradición podría provocar un fuerte rechazo en España, el gobierno belga insiste que en Bélgica hay un Estado de Derecho y está decidido a no verse envuelto políticamente.

Por su parte, en España, el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, declaró que no hay tensión con Bélgica y que las relaciones están en el mismo nivel que siempre y con la misma cordialidad.

Sea cual sea la decisión de los jueces, sin embargo, Kuczkiewicz tiene claro que generará controversia, teniendo en cuenta que Puigdemont ha asegurado que en España no se dan las condiciones para un juicio justo y que las acusaciones contra él son un juicio político. Añade que si deciden extraditarlo, causará polémica con organizaciones no gubernamentales, observadores políticos, etc., y si deciden no hacerlo, causará polémica con España.

Además, este 5 de noviembre Carles Puigdemont y los cuatro exconsellers que están desde hace una semana en Bélgica fueron interrogados y puestos en libertad con medidas cautelares, unas 15 horas después por un juez de instrucción de Bruselas, cumpliendo con la euroorden remitida por la justicia española.

Los cinco políticos testificaron hasta cerca de las nueve de la noche, ante un juez de instrucción que tenía un día de plazo para fallar sobre si era necesario o no mantenerlos en prisión preventiva. La conclusión del letrado fue que el riesgo de fuga no era significativo, por lo que pueden seguir en libertad bajo las condiciones de no abandonar Bélgica sin permiso del juez, de residir en un domicilio fijo y estar a disposición del juez en el país hasta nueva orden.

Mientras, las instancias judiciales belgas examinarán la petición de transferencia a España para ser juzgados, para lo cual la Cámara del Consejo de Bruselas desarrollará una vista con los acusados antes de 15 días.