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lunes, 27 de noviembre de 2017

Robinho no irá a prisión, pero su imagen está encarcelada

Por Miguel

Los escándalos sexuales parecen estar a la orden del día. Si en Hollywood la lista de actrices acosadas por el productor Harvey Weinstein parece crecer cada día, en el deporte, lamentablemente, también estallan, cada vez con más frecuencia, problemas similares. El caso más reciente es el del futbolista brasileño Robinho, quien vistió por tres temporadas el uniforme del Real Madrid y ahora juega para el Atlético Mineiro de su país natal. La justicia italiana encontró culpable al jugador de un asalto sexual, realizado en 2013, en un club nocturno de Milán, contra una mujer albanesa, de 22 años. Es muy poco probable que el atleta entre a prisión, por diferentes condicionantes, entre ellas que Brasil, por ley, nunca extradita a un ciudadano nacido en su territorio; pero, de cualquier forma, aunque evada la prisión, la imagen de Robinho ha quedado dañada para siempre.

Un tribunal italiano, liderado por Mariana Panasiti, encontró culpable al futbolista brasileño Robinho de asaltar sexualmente, junto a otros cinco hombres, a una chica albanesa, entonces de 22 años, en un club nocturno de Milán en enero de 2013. La condena por este cargo es prisión por nueve años; aunque resulta altamente improbable que el jugador pase ni siquiera una noche en la cárcel. Sus abogados se encargarán de apelar, una y otra vez y, además, una serie de mediaciones, sobre todo legales, se interponen en la resolución de la jueza.

Robinho tiene 33 años. Una década atrás su nombre llegó a los titulares de los medios de comunicación, tras concretarse el pase desde el Santos brasileño hasta el Real Madrid, por una cifra cercana a los 30 millones de dólares. En 2005 arribó el jugador a la capital española, rodeado de enormes expectativas; sin embargo, en el club merengue fue una decepción, aunque ganó dos títulos de la Liga, en 2007 y 2008. Estuvo tres temporadas allí, jugó 135 partidos y marcó 35 goles. Después se convirtió en un trotamundos y en la siguientes 10 años estuvo en diferentes clubes. El primero de ellos fue el Manchester City, donde estuvo dos años, pero la mayoría de las veces no fue titular. De Inglaterra regresó cedido al Santos en 2010 y ese mismo año firmó con el Milán, donde jugó cuatro años, hasta 2014. Regresó al Santos por otro breve período y de ahí saltó al fútbol chino, al Guangzhou Evergrande, en el que apenas disputó 10 partidos. Desde 2016 juega en el Atlético Mineiro, de la liga local de su país.

En su palmarés aparecen nueve títulos: además de las dos ligas españolas, conquistó una Supercopa de España, en 2008, dos coronas con el Santos (2002 y 2004) y la Copa de Brasil (2010), una Serie A, con el Milán, en 2011, la Supercopa de Italia ese mismo año y la Superliga de China, en 2015. Con la selección nacional brasileña ganó dos Copa Confederaciones (2005 y 2009) y una Copa América, en 2007.

El brasileño recibió la noticia de su sentencia judicial en Brasil tras concluir un entrenamiento con el Atlético Mineiro. Como es habitual en todos estos casos, negó cualquier responsabilidad y amenazó con tomar diferentes medidas legales, así que sus abogados estarán muy ocupados en los próximos meses. De acuerdo con el abogado Dorival Guimarães, no hay riesgo de que el jugador vaya a la cárcel, en primer lugar porque vendrá la apelación, por lo que el proceso se extenderá mucho más y, en segundo lugar, porque la condena dictada en Italia no tiene valor en Brasil. Según Guimarães, la constitución del país no permite la extradición de un brasileño nacido en su territorio.

Más allá de los resquicios legales que mantendrán en total libertad a Robinho, lo cierto es que su imagen ha quedado muy dañada y su caso se une a una preocupante tendencia de atletas de la élite que se han visto involucrados en escándalos sexuales.

El recorrido comienza por Argentina, donde Jonathan Fabbro, quien jugó con Boca Juniors y River Plate, fue acusado de abusar sexualmente de su sobrina desde que esta tenía 5 o 6 años. En Brasil todavía se debate sobre el delantero Jobson Pereira de Oliveira, quien jugó con el Botafogo y en junio de 2016 fue acusado de violar a cuatro menores. En octubre de 2015, otros dos futbolistas brasileños, Lucas Domingues Piazon y Andrey Da Silva Ventura, recibieron una orden de captura, en Toronto, por agredir sexualmente a una mujer de 21 años, en el contexto de los Juegos Panamericanos, celebrados en esa urbe canadiense.

Otro escándalo muy sonado fue el de los voleibolistas cubanos, que fueron acusados de violar a una mujer en un hotel en Tampere, Finlandia. Cuatro de ellos cumplen condenas de prisión entre 2 y 4 años. En Estados Unidos ha sido penoso lo ocurrido con la gimnasia, pues más de 350 chicas denunciaron haber sido agredidas sexualmente por médicos y entrenadores en las últimas dos décadas. Entre los implicados aparece el médico Larry Nassar, quien reconoció ser culpable de atacar al menos a 125 gimnastas, por lo que podría recibir una condena de prisión perpetua.