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lunes, 27 de noviembre de 2017

Tablas tras dos partidos en Mestalla

Por Aliet Arzola

Los mejores equipos de La Liga midieron fuerzas en un partido que podía romper la carrera por el título español, y al final la paridad fue tal que culminaron empatados 1-1, luego de controversias arbitrales y un elevadísimo ritmo que demostró por qué Barcelona y Valencia son, ahora mismo, los candidatos a levantar la corona doméstica.

La asfixia del Valencia, su incapacidad para soltar las tensiones y poner en práctica todas las ideas que los tenían como uno de los invictos de La Liga, le debía costar caro, según el guion más previsible. Pero el Barcelona, pese a que dominó y buscó brechas por todos los rincones, estuvo errático en los últimos metros, contenido por Garay, Gabriel Paulista y Kondogbia, los espartanos que cortaron una y otra vez el último pase de los catalanes. De aquel laberinto solo se podía salir con magia, y Messi, como mago del Barca, tenía que salir a la escena.

El argentino fue frenado en múltiples ocasiones en carrera y sus pases tampoco tuvieron demasiada profundidad, pero al filo de la media hora se encontró un balón libre y le pegó directo al marco, remate que a Neto se le escurrió y entró en su portería. Sin embargo, cuando todos gritaban gol y los aficionados del Valencia peleaban por el error de su arquero, el árbitro Iglesias Villanueva indicó que todos siguieran jugando, que no había gol alguno que cantar.

La decisión enardeció a los azulgranas y condicionó el resto del encuentro, porque con ventaja los visitantes hubieran explotado mejor su plan táctico. Así llegaron al descaso, y tras el regreso de los vestuarios, entonces comenzó a jugarse otro partido. El Valencia, consciente de que no había hecho nada para ser considerado candidato al título, cambió el chip y salió como un ciclón, con Guedes y Gayá explotando la banda izquierda gracias a su velocidad y desborde, mientras Parejo movía los hilos tras perderse todo el primer tiempo casi sin tocar la pelota. Con campo abierto, creció también Rodrigo, autor del primer gol por una combinación entre Guedes y Gayá por la izquierda, ante la mirada atónita de Nelson Semedo. Tras el tanto, Rodrigo se puso una peluca y debió ser amonestado según el reglamento, pero de nuevo el colegiado miró hacia otra parte. Eso también condicionó el encuentro, porque después Rodrigo sí vio una amarilla en otra jugada y podía haber terminado en la grada.

Lo cierto es que con el gol explotó Mestalla, que más tarde protestó por un claro penal no concedido sobre Guedes, que encaró en el área y fue detenido abruptamente, pero Iglesias Villanueva se tragó el silbato. Con opciones de liquidar el partido, el Valencia siguió insistiendo, ya con más espacios, mientras el Barcelona se encomendaba a un destello de Messi, porque Suárez, excesivamente peleón, se perdió en medio del entramado defensivo, aflorando solo tenuemente cuando se tiró a la banda derecha. Y a ocho minutos del final, el Valencia cometió el peor error de todos, dejó libre al argentino por un segundo, y este tiró un pase por encima de toda la defensa que Jordi Alba remató de volea, precisa y letal para batir a Neto.

Con las tablas, todavía el Valencia tuvo mejores opciones de acabar con los tres puntos, pero Zaza tiró fuera una volea que cerró el partido. Luego de dos partidos completamente distintos jugados en Mestalla, el Barça sigue líder, ahora con menos diferencia sobre Real Madrid y Atlético, y con la absoluta certeza de que los valencianistas son perseguidores de cuidado.