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martes, 7 de noviembre de 2017

Ulva, una isla con seis habitantes y ricos pretendientes

Por Elizabeth Almeida

Cuando varios helicópteros de ricos extranjeros empezaron a llegar a la isla escocesa de Ulva, cinco de los seis habitantes que radican ahí decidieron intentar comprarla para impedir perder su tranquilo estilo de vida. Ulva, una ínsula de fotografía con sus playas prístinas y sus costas escarpadas pertenece desde hace varias décadas a una familia aristocrática que en julio de este 2017 la puso finalmente en venta. Los cinco habitantes se basan para su petición en una ley votada el año pasado por el gobierno nacionalista escocés de Nicola Sturgeon que permite suspender la venta de haberes privados y les da un poco de tiempo para intentar comprar el territorio.

En esa región europea, la mitad de las tierras pertenecen a unas 500 personas, muchas de ellas nobles que todavía poseen castillos y dominios rurales inhabitados por completo.

A los habitantes de Ulva les otorgaron unos ocho meses para comprar la isla. El propietario, Jamie Howard, la puso en venta por unos 4,79 millones de euros. Los isleños recurrieron incluso a solicitar fondos en internet pero hasta el momento sólo recaudaron unos 1.128 euros diarios. Por ello depositan todas sus esperanzas en el Scottish Land Fund, dotado por el gobierno de ese territorio con 10 millones de libras para financiar justamente este tipo de controversiales operaciones.

Los folletos publicitarios que se han distribuido en la búsqueda de posibles compradores la califica como una de las islas privadas más bellas del norte de Europa y por eso varios magnates de Rusia y Oriente Medio han aterrizado en ella para comprobarlo por sí mismos. Esto se ha convertido en una verdadera pesadilla para los isleños que temen que al cambiar de dueño la propiedad sean expulsados e impedidos de regresar a sus hogares.

Con su impresionante vista a la montaña Ben More y la espectacular cascada Eas Fors de la isla vecina de Mull, Ulva es un verdadero paraíso terrenal. Cuando los visitantes desembarcan en ferry procedentes de Mull, su primera parada es la única cafetería de la zona, Boathouse. La propietaria del local recuerda con tristeza aquellos tiempos pasados en que la isla contaba con una mayor entrada de personas y una mayor vida.

El Boathouse atrae a unos 5.000 visitantes cada año. Pero muy cerca de allí, las casas de campo se encuentran vacías, la iglesia completamente abandonada y del hotel solo quedan ruinas. En su época de apogeo Ulva contaba con más de 800 habitantes. Su declive se inició en el siglo XVII, cuando los terratenientes comenzaron a echar a los agricultores de las Highlands para convertir sus campos en pastizales para ovejas. Muchos de esos campesinos emigraron a Australia. El habitante más célebre de Ulva, Lachlan MacQuarie, pasó a la historia como el último gobernador colonial de Nueva Gales del Sur.

La North West Mull Community Woodland Company, que facilita la oferta de compra, ha referido que esta oportunidad es favorable para darle una nueva vista a la isla y recuperar su antiguo esplendor ya que en la actualidad se encuentra destruida y prácticamente inhabitada. Con un nuevo dueño el territorio se podría llevar nuevamente a la prosperidad y que sea repoblada.

Su ejemplo: la vecina isla de Eigg, comprada por sus habitantes en el año 1997. Desde entonces, su población casi se duplicó, la isla ya cuenta con su propia red de energías renovables, con una buena conexión a internet y con su propio festival de música en una muestra indiscutible de cuanto puede hacer una comunidad activa y comprometida por el entorno en donde vive.

Quizás ha llegado el momento de que a Ulva se le dé una nueva y esperada oportunidad para renacer.