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domingo, 26 de noviembre de 2017

Una construcción que facilita las señales

Por Janet Rios

Desde el siglo XIX muchos de los científicos e ingenieros del momento habían encaminado sus esfuerzos hacia el descubrimiento y desarrollo de la radio como medio de comunicación; pero no es hasta el 7 de mayo de 1895, cuando el joven científico Popov muestra al mundo un dispositivo de transmisión inalámbrica de señales de radio, que se declara oficialmente el hallazgo. Surge así la radio. Su invención acarreó modificaciones en la sociedad de forma general, haciendo necesaria la creación de una infraestructura para sustentar la nueva tecnología que incluyó el establecimiento de las bases de transmisión y de las estructuras soporte de las antenas.

Como las señales radiales son ondas, los obstáculos que se puedan interponer entre el dispositivo trasmisor y el receptor afectan la calidad de la transmisión, por ello desde muy temprano se comenzaron a utilizar estructuras esbeltas que perseguían lograr una señal directa y mayor área de servicio. El incremento de la cota en altura, independientemente de favorecer el servicio, significa un reto desde el punto de vista estructural y económico, pues se necesita aumentar las prestaciones de los materiales, y utilizar cálculos más rigurosos; siendo prohibitivo para muchos países, por su costo, el logro de alturas superiores a los 250 m.

El desarrollo de los materiales de construcción y en particular del acero jugó un papel fundamental en la evolución y desarrollo de las estructuras reticulares altas. La primera mitad del siglo XIX estuvo marcada en Europa por la Revolución Industrial; un papel esencial jugó la metalurgia, como rama que impulsaría la mayor parte de los renglones económicos. Primero el hierro y luego el acero, dieron paso a las grandes construcciones que caracterizaron esa época.

Hacia 1885 el acero ya estaba incorporado como material en casi la totalidad de las grandes construcciones, su gran aplicación estuvo dada por las bondades de su comportamiento. La posibilidad de aceptar la mayoría de los esfuerzos a los que está sometido un elemento: resistencia a tracción y compresión centrada y excéntrica, flexión, cortante y la facilidad de trasmitir todas estas solicitaciones por los enlaces hacia otras unidades, son razones suficientes para que las construcciones de la actualidad presenten altos porcentajes de este material, la fabricación de torres de telecomunicaciones no son la excepción.

Muchos ejemplos hay en el mundo de estos tipos de torres reticulares, pero la más famosa es, sin duda alguna, la Torre Eiffel ubicada en París, Francia. Esta torre fue construida para la celebración del centenario de la Revolución Francesa en 1889 por el ingeniero Gustav Eiffel. Paradójicamente, en el año 1900 se tenía en proyecto su demolición, luego de un gran número de intentos de muchos admiradores por tratar de encontrarle algún uso práctico; este emblemático monumento debe hoy su permanencia a la armada francesa, quién tras unas pruebas del ejército con equipos de transmisiones, llegó a la conclusión de que la Torre Eiffel era un lugar privilegiado para la instalación de antenas y equipos de radio. De esta manera se convirtió en una de las primeras torres de radio transmisión y telecomunicaciones en el mundo (Boffill Carmona, 2007, Autores). Otra de las que marcó el comienzo de las torres metálicas de celosía es la de Shújov. Esta, también conocida como la torre Shábolovka, ubicada en la ciudad de Moscú, es una estructura hiperbólica con un marco de acero aislado de 160 m de altura, construida entre 1919 y 1922 para la red de radiodifusión rusa.

Las transmisiones radiales en el inicio se hicieron desde edificaciones altas existentes, pero el desarrollo de las comunicaciones dio lugar a estructuras propias destinadas a ese fin; estas se emplean de diferentes formas: unas como torres soportes de antenas.

Las torres de celosía de acero se componen del cuerpo o fuste de la torre y de los elementos cable. Estas torres-antenas tienen diferente composición o arreglo espacial entre los miembros o elementos del fuste, así como variedad de secciones transversales, tanto general del fuste como de los elementos que lo conforman. Comúnmente son de sección transversal triangular, y en sus vértices se encuentran las columnas que quedan arriostradas por la presencia de los tranques y diagonales. Las torres de radio trabajan de forma similar a una viga-columna, con varios niveles de cables a diferentes alturas en el fuste, y anclados a tierra en tres direcciones radiales espaciadas a 120 grados. El fuste generalmente es de sección constante y reducida, por lo que son de gran esbeltez.