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martes, 19 de diciembre de 2017

División en las votaciones de Cataluña

Por Julio Zambra

Cataluña encara la recta final hacia nadie sabe dónde. Lo único seguro es que este jueves se vota al nuevo parlamento regional, encargado de designar al Govern de los próximos cuatro años. Luego ya, el misterio. Primero que nada, el misterio de los resultados electorales ante sondeos que vaticinan un reparto muy ajustado entre los siete partidos que se postulan. Segundo, el misterio de los posibles pactos de gobernabilidad si los pronósticos de profunda división se confirman. Tercero, quién finalmente podrá ocupar el cargo de President, teniendo en cuenta que los principales candidatos independentistas- y primeros en las encuestas- están en la cárcel o en el exilio.

Si ya estos interrogantes no son pocos, habría todavía que añadir los resultantes de la situación excepcional en la que se encuentra Cataluña tras meses de conflicto con el Ejecutivo central: su autonomía suspendida por el gobierno de Mariano Rajoy –en acuerdo con los socialistas y los neoliberales Ciudadanos– a través del artículo 155 de la Constitución y la convocatoria de unas elecciones forzadas que, como tales, no son legítimas en opinión de la mitad de los partidos que se presentan.

La precipitada campaña electoral llega hoy a su fin con dos bloques duramente enfrentados y un alto porcentaje de indecisos que tendrá que inclinar la balanza por uno de ellos, es decir, por la continuación o el freno de la hoja de ruta independentista. El bloque que aboga por la secesión de Cataluña, de momento, se lleva la victoria en los sondeos con Esquerra Republicana (ERC) como fuerza con mayor número de parlamentarios (entre 30 y 35, dependiendo del estudio), pero de forma tan ajustada que no alcanzaría la mayoría absoluta en el Parlamento regional- 68 escaños- necesaria para gobernar. El bloque constitucionalista, por su parte, aparentemente está subiendo en número de votos, dando a una de sus representantes, Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos, el segundo lugar en las encuestas, a tan solo 3 o 5 diputados de ERC.

De confirmarse la pérdida de la mayoría absoluta que hasta ahora tenía la coalición independentista a cargo del gobierno, Junts pel Sí (formada por el partido de Carles Puigdemont y ERC) más el apoyo de la fuerza anticapitalista CUP, los anunciados vetos cruzados entre el resto de formaciones podrían hacer peligrar la formación de gobierno. La repetición electoral, entonces, no es un escenario descartable, aunque Rajoy se niegue a aceptarlo. “La mejor encuesta es la de las urnas”, argumentan desde la Moncloa para evitar referirse a un desenlace que a nadie haría gracia, ni en España ni en Cataluña.

El rotundo alejamiento entre las posturas del bloque independentista y el constitucionalista marcó la campaña electoral y fue agudizándose durante su desarrollo, hasta plasmarse sin rodeos frente a las cámaras del penúltimo debate entre candidatos, el domingo por la noche en la cadena nacional La sexta, y del último anoche en TV3, el canal local de Cataluña. Tensión, subidas de tono, choques contínuos y poco o nada en común entre el Partido Popular (PP), el socialista (PSC) y Ciudadanos –integrantes del bando a favor de la unidad de España– y Junts per Catalunya, ERC y la CUP- fuerzas que componen el grupo favorable a la secesión. Algunos puntos en común con unos y algunos con otros, pero más que nada lejos de ambos, la tercera opción, Catalunya En Comú-Podem, también juega sus cartas de una partida que, dependiendo de los resultados del jueves, podría ayudar a desbloquear.

Si ni independentistas ni constitucionalistas consiguen la mayoría absoluta este 21 de diciembre, los pactos posteriores dependerán de arduas negociaciones que pueden retrasar hasta tres meses la recuperación del autogobierno de Cataluña. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, descartó toda posibilidad de apoyar la investidura de ERC, rompiendo el “tripatito de izquierdas” por el que el que el partido de Ada Colau y Podemos abogan para quitarles el poder a los independentistas. Pablo Iglesias defendió ayer en una entrevista radiofónica que un acuerdo entre los tres partidos sería imprescindible. “Levanten los vetos, aprobemos una agenda social y una solución política”, reclamó el líder de Podemos, asegurando que ante el bloqueo entre Iceta y Oriol Junqueras, el candidato de los comunes, Xavier Domènech, es la mejor opción.

Atentos también a la llave que puede suponer Catalunya en Comú para investir a un candidato consitucionalista o independentista, los centroderechistas Ciudadanos buscan su apoyo en este último tramo de la campaña, a cambio de darle mayor peso a la política social, tal como lo postula la formación de la alcaldesa de Barcelona. Inés Arrimadas –candidata de Ciudadanos que parece haberle arrebatado el puesto central en el movimiento unionista al PP– insistió en que tenderá la mano a los partidos del bloque constitucionalista para formar gobierno y llamó a los votantes todavía indecisos a que la apoyen frente a la “locura institucional y la fractura social” que, asegura, generó el procés secesionista.

Más allá de lo complejo que se prevé el panorama- reflejo de lo remota que es la unanimidad en el seno de la sociedad catalana- los independentistas aún luchan por volver al poder y retomar su hoja de ruta hacia una república autónoma. Quien hasta hoy los sondeos vaticinan líder del bloque secesionista es Esquerra Republicana, con el ex vicepresidente Oriol Junqueras, preso hace un mes y medio en Madrid, como cabeza de lista. Su representante en los debates televisivos y en los actos, Carles Mundó, remarcó a lo largo de la campaña que su partido no optará por la vía unilateral a partir del día 22, sino que vuelve a la “bilateralidad” del diálogo con el gobierno de Rajoy; punto que, por su parte, le reprocha la CUP, la tercera formación del bloque independentista.

Carles Puigdemont, con una participación constante en los mítines de su partido- Junts per Catalunya- pero a través de vídeos desde Bruselas, confía en que el jueves las urnas le devolverán la presidencia de la Generalitat, presentándose como única garantía del retorno del govern cesado por el articulo 155, y asegurando que podrá volver a Cataluña a tomar posesión del cargo en caso de ganar, sin ser detenido en cuanto pise suelo español.