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domingo, 17 de diciembre de 2017

El combate entre Meade y Lopez Obrador por las elecciones en México

Por Gladys

En dias recientes, muchos de quienes temen una victoria de López Obrador festejaron la decisión del Presidente de México, Enrique Peña Nieto, de nominar a su ex secretario de finanzas José Antonio Meade como el casi seguro candidato oficialista para las elecciones del año próximo. De tal manera, las próximas elecciones presidenciales del 1 de julio de 2018, será una lucha evidente entre el candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien sigue adelante en las encuestas, y José Antonio Meade, representante de la élite económica del país. Lo curioso es que Meade no forma parte oficial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), actualmente en el poder político. ¿Podrá el PRI dividir a la oposición con esta designación?

En agosto de 2017, el PRI comenzó a trazar el camino de Meade a Los Pinos. El partido removió en su Asamblea Nacional los candados que evitaban postular a la presidencia a un simpatizante que no fuera militante. El gran beneficiado por la medida fue Meade, quien ha navegado durante 15 años las turbulentas aguas partidistas sin ser miembro de partido político alguno. Recientemente, un senador le preguntó durante una comparecencia bajo juramento por quién votó en las elecciones de 2012, cuando trabajaba para el panista Calderón. "Voté por el presidente Peña Nieto", respondió. Meade dejó así las ambigüedades partidistas. Esta mañana el mandatario mexicano ha dado su respaldo a su exsecretario de Hacienda. "Muchas gracias, Pepe. Te deseo el mayor de los éxitos", dijo. La campaña ha comenzado.

Según dijeron muchos, Meade es el mejor candidato que podría haber elegido el impopular y desacreditado Partido Revolucionario Institucional (PRI), a pesar de haber sido miembro de uno de los gobiernos más impopulares de la historia reciente de México. Una encuesta de Latinobarómetro señala que solo el 20 por ciento de los mexicanos tiene una opinión positiva del gobierno, el porcentaje más bajo en por lo menos quince años. Es cierto que Meade puede ayudar PRI, paradójicamente porque no es un miembro del partido, y ha servido tanto en gabinetes del actual gobierno como del opositor del Partido Acción Nacional (PAN). Eso le permitirá a Meade presentarse como un candidato relativamente apolítico que no está contaminado por la historia de corrupción y autoritarismo del PRI, algo que podría ayudarlo a ganar votos independientes. Algunos mexicanos odian al PRI, pero temen que una victoria de López Obrador podría convertir a México en la próxima Venezuela.

En segundo lugar, Meade es un tecnócrata que podrá presentarse como el hombre adecuado para el momento. Ante el desafío de un mandatario populista de derecha en Estados Unidos que amenaza con salirse del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, lo que afectaría a más del 80 por ciento de las exportaciones de México, Meade puede argumentar que tiene las mejores credenciales para mantener la estabilidad económica y encontrar nuevos mercados de exportación. Meade es economista y abogado, obtuvo su doctorado en economía de la Universidad de Yale, y fue dos veces secretario de finanzas, y una vez secretario de relaciones exteriores. En comparación, López Obrador es un ex gobernador estatal y alcalde de la Ciudad de México que no tiene experiencia internacional.

En tercer lugar, Meade no ha sido contaminado por escándalos de corrupción y tiene la reputación de ser una persona afable. Sin embargo, habiendo dicho todo esto, lo cierto es que a Meade se le va a hacer cuesta arriba ganar. López Obrador lidera las encuestas con alrededor del 30 por ciento del voto, seguido por Meade con un 23 por ciento y tres candidatos independientes que se llevan el resto de los votos.

Las encuestas muestran que los mexicanos quieren un cambio. Cuando Latinobarómetro inquirió si estaban de acuerdo con la afirmación de que “se gobierna para unos cuantos grupos poderosos”, el 90 por ciento de los mexicanos dijo que sí, más que en todos los otros países latinoamericanos excepto Brasil. La estrategia del PRI para ganar será dividir el voto opositor para debilitar a López Obrador. En México, no hay una segunda vuelta electoral, lo que significa que Meade podría ganar con solo un 30 por ciento del voto, o incluso menos, si el voto opositor se divide entre tres o cuatro candidatos. En el pasado, esta estrategia le funcionó al PRI, que incluso ha financiado a partidos de oposición para restarle votos a sus principales rivales. Pero esta vez, dado el sentimiento anti-oficialista generalizado, será una apuesta peligrosa, porque López Obrador también podría ganar con un 30 por ciento del voto, o menos.