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lunes, 25 de diciembre de 2017

Emma nació de un embrión congelado en 1992

Por Matraquito91

Emma pesaba tres kilos al nacer, y medía más de cincuenta centímetros de altura. Su caso se ha convertido en el del embrión más longevo que acaba culminando con éxito en un embarazo. Una hazaña si tenemos en cuenta que en la transferencia de embriones congelados, conocida como transferencia diferida, y que consiste en utilizar los embriones creados en un ciclo previo de fecundación in vitro.

Ahora, la probabilidad de lograr el embarazo depende mucho de la calidad de los embriones, su descongelación y de las cualidades del útero. Y, al parecer, todo esto funcionó muy bien en este caso pues se llevó a cabo. El embrión fue transferido al útero de la madre en las instalaciones del National Embryo Donation Center, una organización con un marcado carácter religioso. De hecho, allí solo donan embriones a parejas que lleven al menos tres años casadas. Respecto a los donantes, se sabe que son otra pareja que cedió cuatro embriones para que fueran congelados.

Pero anteriormente al caso de la pequeña Emma, el récord de tiempo transcurrido entre el momento de congelar el embrión y el de dar a luz, lo tenía una mujer neoyorquina que dio a luz en 2011 a un niño de uno congelado hace 20 años. No por gusto, en Estados Unidos, a estos bebés se les llaman snowbabies, niños de nieve, un calificativo que constituye una metáfora del proceso tecnológico al que tienen que someterse antes de venir al mundo.

Ahora, ¿cómo se conservan estos embriones durante tanto tiempo?

Pues para preservarlos es necesario someterlos a temperaturas muy bajas para sí detener la actividad biológica, pero manteniendo a la vez intacta su fisiología. Para ello, se utiliza nitrógeno líquido, una sustancia que alcanza los 196 grados centígrados. Sin embargo, durante la congelación se pueden formar cristales de hielo que pueden dañar las células y para evitarlo y preservar las muestras, se utilizan crioprotectores, que son sustancias que actúan de un modo similar a un anticongelante. Con este método los embriones pueden, en teoría, preservarse de manera indefinida como lo demuestra este embrión de 1992 que hoy lleva el hermoso nombre de Emma. Todo gracias a una terapia que ha cambiado la vida de muchísimas personas en todo el mundo.