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sábado, 2 de diciembre de 2017

Hipoxifilia, el peligro del orgasmo

Por Aisha

En las relaciones sexuales todo está permitido, y el axioma nos remite a todo lo que en la intimidad las personas están dispuestas a dar y a ofrecer para el pleno goce, para el disfrute satisfactorio. Muchas de esas prácticas que en el sexo nos permitimos pueden, incluso, ser peligrosas, si la salud está en juego en el momento de la acción, o después.

 

Uno de los “caprichos” más peligrosos es la asfixia erótica, también conocida como hipoxifilia, concepto acuñado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. ¿Cuánto placer pueden sentir quienes le obstruyen la respiración a su pareja o de ellos mismos? Las formas más comunes consisten en el auto ahorcamiento, la estrangulación, la sofocación por medio de bolsas plásticas o máscaras y otras técnicas para restringir los movimientos respiratorios al mínimo. Pero por lo general una cuerda o un lazo atado alrededor del cuello es el método más elegido por quienes son adeptos a este tipo de prácticas masoquistas. En otras oportunidades, la persona involucrada hace uso de anestésicos, gases u otros productos volátiles que en muchas ocasiones utiliza solo en si misma.

Al parecer, esa sensación de coqueteo con la muerte es lo que hace aumentar la sensación del orgasmo a quienes gustan de esa práctica. Y lo preocupante es que ha llegado a ser causa de muerte en algunos. ¿Es la hipoxifíla una de esas peligrosas tendencias de los nuevos tiempos? Pues no. Es más antiguo de lo que parece el gusto por ella. La literatura menciona a los esquimales y algunos pueblos asiáticos, y está documentada desde los principios del 1600. Al principio se utilizaba como un tratamiento para la disfunción eréctil. La idea de iniciar esta práctica, pudo ser consecuencia de la observación de que algunos reos ejecutados en la horca desarrollaban una erección, que duraba a veces incluso después de la muerte (la muerte en erección), y de vez en cuando incluso se observó que el condenado eyaculaba durante el ahorcamiento o después. Se dice que fue introducida en Europa por soldados de la Legión Extranjera francesa a su regreso de la guerra de Indochina. Parece ser que estas prácticas la empleaban en los prostíbulos de Extremo Oriente para aumentar la sensación del orgasmo. Si de evidencias científicas de peligros asociados a la asfixia erótica se trata, hay registros de que en Estados Unidos, por ejemplo, anualmente mueren entre 500 y 1000 personas por prácticas eróticas que, como esta implican riesgos para la salud. Practicas como esta son reconocidas con términos como breathplay (juego con la respiración) o edgeplay (juego de borde, o juego arriesgado), y generalmente incluyen un socio participante. Pueden conjugarse varias actividades fetichistas cuando se practica la hipoxifilia, pero lo importante es que no sea de manera obligada, sino que se logre el consenso entre las partes, y se establezca un código de señales que permita saber hasta dónde la persona puede controlar su estado, o cuando está en peligro. Los médicos y el personal de salud en general identifican como factores de riesgo los problemas cardíacos, la epilepsia y la edad avanzada. Quienes padezcan estos problemas, no deberían someterse a estos “juegos sexuales”. Son categoóricos, además, los expertos en emitir alertas a propósito de hacerlos bajo los efectos del alcohol o cualquier otra droga. El coito se convierte en un momento único en la medida en la que sus participantes disfrutan compartir el mismo espacio y la misma intensidad en cuanto al interés de despertar sensaciones placenteras en el otro. Convertir las relaciones sexuales en una situación peligrosa que, pudiera incluso, conducir a la muerte, no es sensato. Habría que revisar el Kamasutra, libro que por excelencia es identificado en el mundo como la Biblia del Amor. Se habla de ternura, de pasión, de amor, de cariño, de no llegar a la entrega física y mental si no se cree que se está listo para ello.