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sábado, 16 de diciembre de 2017

Unas islas inundadas de basura

Por thais

La contaminación ambiental es una realidad imposible de negar. Cada día que pasa la actividad humana arroja miles de toneladas de desechos y sustancias perjudiciales a los océanos. Según las estadísticas de las Naciones Unidas, cada milla cuadrada del mar, contiene unos 46 mil pedazos de plásticos flotantes, material que puede ser reciclado para un nuevo uso. Ante tal circunstancia y los efectos evidentes de cambio climático, cabe la posibilidad de que esta contaminación termine inundando las tierras, dejando la fauna y la vegetación en la zona prácticamente nula. Las llamadas ´´islas de basura´´ es el calificativo que nombra estas enormes manchas en el Pacífico.

Estos ´´continentes desechables´´ o ´´remolinos de basura´´ son grandes círculos de materiales arrojados al mar por el hombre. Estas se localizan en casi todos los océanos de la Tierra ya que son arrastradas por las corrientes marinas, además esta contaminación ininterrumpida por la humanidad hasta ahora, permite el constante crecimientos de esos basureros. A unas 500 millas náuticas de las costas de América fue descubierto por el oceanógrafo y capitán de barco Charles Moore la mayor de estas zonas, la cual fue nombrada: Giro del Pacifico Norte. Según su envergadura, esta masa de desechos flotantes posee un peso superior a las 100 millones de toneladas, conformadas en un 90% por plástico y múltiples sustancias petroderivadas. Se estima que los más añejos de estos desechos tienen más de 50 años y provienen en su mayoría de cuatro de los países más industrializados del mundo como son Estados Unidos, China, Rusia y Japón.

Una vez que los desechos llegan a esta zona las fuertes corrientes circulares del Pacífico los estanca conformando una gran masa de contaminación flotante que puede perdurar allí por décadas, extinguiendo la vida marina en toda el área aledaña. Las personas creen que este fenómeno se trata de una especie de isla terrestre por la cual se puede caminar. En realidad, no es así, sino que debería considerarse como una enorme sopa de residuos dañinos para el medio ambiente, que como mínimo tiene el tamaño del Estado de Texas, el segundo estado más grande de Estados Unidos.

Se creó una organización llamada Algalita Marine Research Fundation cuyo fundador fue el capitán Moore para las investigaciones sobre el Giro del Pacífico, que cuenta con el resguardo de la ONU y de organizaciones no gubernamentales tan prestigiosas como canadiense Greenpeace. Sus investigaciones sobre el basurero del Pacífico comenzaron en 1999 y se mantienen hasta la actualidad. Este vórtice de basura tiene un comportamiento devastador, cuando se mueve a través de las corrientes marinas y se acerca las costas terrestres posee resultados radicales y de la noche a la mañana deja playas completas cubiertas de plásticos. Este parche de basura está compuesto por sustancias traslúcidas y partículas en suspensión en la parte superior de las corrientes oceánicas haciéndolo casi invisible desde un satélite, a pesar de sus dimensiones. Otro peligro de las islas de plásticos, es que la vida marina se ve forzada a convivir en estos ecosistemas contaminados, con efecto inmediato para su salud. Numerosas especies de animales como tortugas, peces o gaviotas han muertos a consecuencia del plástico que ingieren y se cree que un 10 % de los animales del Pacífico americano tienen desechos sintéticos en sus sistemas digestivos. Esta masa de plástico representa una gran amenaza para la vida humana, ya que los detritos consumidos por los animales afectados contienen hidrocarburos y pesticidas que pasan a los siguientes eslabones de la cadena alimenticia.

Todas estas sustancias contaminantes son consumidas por grandes poblaciones que ignoran el peligro que representa para la vida en la Tierra. Para detener este fenómeno se han creado por estas organizaciones barreras flotantes ancladas al fondo del mar, que están provistas de finísimas redes. Estas estructuras son capaces de filtrar los desechos gracias a las corrientes oceánicas, para luego ser recogido sin dañar la flora y la fauna. Esta barrera se halla a 23 kilómetros de las costas de Holanda en el Mar del Norte y tiene 100 metros de longitud, es un prototipo que servirá de prueba para la que planean instalar en el Pacífico y en otras zonas del planeta. El uso de estas redes puede ser un atenuante para esta dramática situación, pero la solución debe derogar en no arrojar basuras y en la concienciación del ser humano para la estabilidad de nuestra querida, contaminada y única nave espacial, como dijera Walter Martínez.