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viernes, 5 de enero de 2018

¿Cómo convertimos la felicidad en números?

Por Arango

El ser humano en su afán por desarrollarse ha querido convertir su vida en una caja de números. Cuentas financieras, números de zapatos, de prendas de vestir, incluso algunos se dedican a contabilizar las parejas adquiridas. Cada fin de año se convierte en el momento de hacer un balance personal.

A ello se le suma las valoraciones de que si fue un año feliz, decepcionante o indiferente. La tendencia de medir los sentimientos humanos se ha vuelto más común con el de cursar de los años. Hay quienes aseguran que es imposible ponerles cifras a las emociones, porque son muy complejas, cambiantes y tienen un sinnúmero de matices.

Sin embargo, existen organizaciones que prueban con métodos como las encuestas y censos. Tal es el caso del Informe Mundial de la Felicidad de la ONU. Para este 2017, dicha organización evaluó la situación en 155 países, colocó a Noruega en el tope de la lista global y a Costa Rica a la cabeza de las naciones de América Latina.

Los parámetros que mide son el ingreso per cápita, salud y expectativa de vida, grado de libertad y generosidad, y apoyo social en un entorno de mínima corrupción en las instituciones privadas y del gobierno.

Otra mucho más famosa es la investigación sobre la felicidad de la Universidad de Harvard, en EE.UU. Ellos la denominaron como el Estudio sobre desarrollo adulto, que comenzó hace 79 años. Sus inicios fueron en los años 40 como un estudio solo para hombres, a fin de monitorear su estado mental, físico y emocional. El análisis continúa hasta nuestros días con más de 1.000 varones y mujeres, hijos de los participantes originales. Para los investigadores de esta prestigiosa institución, la fórmula se encuentra en la calidad de las relaciones.

Sin embargo, no toda la comunidad científica está de acuerdo con estos procedimientos. Algunos consideran que son muy generales, impersonales y poco dinámicos para medir el ánimo de la gente. Tal es el caso del investigador sueco Hans Rosling, profesor del Instituto Karolinska y cofundador de Gapminder, una organización que ha desarrollado herramientas innovadoras para volver más preciso y activo el análisis de datos.

Según Rosling, estos estudios se basan en promedios y no reflejan variaciones. Son estáticos y no muestran cambios en tiempo real, de modo que no son suficientes para cuantificar de manera precisa los sentimientos.

Para el investigador sueco, internet ha sido crucial para registrar los cambios de humor de las personas.

El profesor Sep Kamvar, profesor de Ciencias y Artes Mediáticas del Instituto de Tecnología de Massachusetts es pionero en esta área. Desde hace varios años Kamvar se dedica despeinar la red en busca de patrones en nuestros pensamientos y sentimientos más profundos. Para ello creó un programa de visualización de emociones denominado Movimiento de locura.

Es una representación en tiempo real de los estados de ánimo que los internautas exteriorizan con palabras en todo el mundo. Los términos que más se repiten son "mejor", "bien", "mal", "culpable" y "enfermo".

Kamvar destaca que su base de datos solo registra las palabras que aparecen en internet precedidas por el verbo sentir, lo que ofrece mucha más información que los estandarizados emoticones.

Sin dudas existe la necesidad de mejores herramientas para medir las emociones del ser humano. Recientemente se lanzó un proyecto norteamericano para que las computadoras sean capaces de reconocer y medir aún mejor los sentimientos.

Esta iniciativa intenta disolver un tanto la fuerte brecha que existe entre computarización y emociones, lo que ha impedido una compresión más cabal de los estados de ánimo.

La investigación se concentra en la búsqueda de tecnologías que registren mejor los gestos humanos y otras formas de comunicación de los sentimientos. Aunque contempla también su impacto en la sociedad, la salud, el aprendizaje, la memoria y el comportamiento.