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jueves, 11 de enero de 2018

Cuba quiere reinas

Por ernestodacostamontiel

Con 19 años Claudia tiene una esbelta figura, 1.85 metros de altura, nariz perfilada, cabello voluminoso, inteligencia notable y es de las tantas cubanas con acceso a los concursos de belleza internacionales presentados por vías alternativas. Actualmente la exposición al gran flujo informativo generado por las tecnologías y los mecanismos de adquisición de productos comunicativos como el llamado “paquete semanal”, permiten acercar a Claudia de manera, hasta un punto ingenuo, a temas no tan nuevos en Cuba como los certámenes de belleza. Tal hecho impulsó un resurgimiento de esos eventos en nuestra sociedad y una marcada tendencia en imitar estos concursos financiados por entidades tanto no gubernamentales y estatales como por aquellos que buscan en él una alternativa para la ganancia de capital.

Por otra parte le dieron a Claudia la posibilidad de participar en el ejemplo más notable: Belleza y Cubanía, cuya última edición fue en La Habana en diciembre de 2013.

Con el apoyo del Consejo provincial de Casas de Cultura, el encuentro contó con un jurado conformado por los patrocinadores del evento, como Red Bull, Bucanero, Adidas y restaurantes no estatales. Premió colateralmente la simpatía, elegancia, sonrisa, naturalidad, fotogenia e imagen integral… y Claudia resultó ser ganadora del título de Miss Belleza Cubanía 2013. Mientras algunos se obsesionaron con acusar el suceso, muchos otros disfrutaron de sus galas en el Teatro América, y luego se extendió a las centrales provincias de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey. Hace unos meses fue noticia que Cuba tenía un Míster Cuba, una Miss Cuba compitiendo en Miss Grand International, entre otros. Obviamente, no fueron enviadas desde el país, aunque algunos sí radican en el país.

A instancias internacionales, Cuba no envía representantes desde 1969, vez donde una habanera compitió por el título de Miss Universo, certamen de belleza más antiguo, según reporta la página oficial Miss Universe Web Site. En 1971 concluyeron, aquí, los Reinas del Carnaval, acontecimiento de mayor preferencia por los parranderos donde era elegida a la muchacha con privilegios físicos preponderantes, habilidad en la pasarela, carisma e inteligencia.

Según el antropólogo espirituano Julio García estas jóvenes eran seleccionadas como Misses o Reinas, además, por su posición social y la de sus familias, presentándolas a la sociedad como chicas de buenas costumbres disponibles para el matrimonio. “Hablamos previo al triunfo revolucionario, claro, en la actualidad estas celebraciones son utilizadas para rememorar tradiciones neocoloniales, sin embargo, debemos entender que no todas merecen ser salvadas, solo las que dignifiquen al ser humano”, aseveró García.

Las raíces capitalistas de los antiguos certámenes celebrados en Cuba, como la actual revivificación de esos eventos en todo el país son condenados por profesionales y no consumidores de tales acontecimientos. Isabel Moya, directora de la Editorial de la Mujer, aseguró que estos concursos siguen hoy día porque el mercado y el consumo lo exigen. Opinó que: “las industrias y empresas que los promueven son denigrantes, homogeneizadores, sobreexponen a la mujer, niegan sus valores integrales como personas y las convierten en objetos sexuales. Es el machismo en su máxima expresión”.

Este tipo de eventos recicla la idea de la necesidad de exhibir y usar el cuerpo para lograr ciertas metas, algo que, también, incita el deporte, pero de manera menos superficial y más elaborada pues es una industria más implementada conceptualmente. Si profundizamos en el tema podríamos encontrar la raíz en la necesidad de las audiencias en tener en nuestro país certámenes institucionalizados de esta índole, pero en vez de imitar, se pueden buscar alternativas donde no prime una tendencia consumista, deshonrosa o estandarizada. “No nos interesa las medidas 60-90-60 de las mujeres; ni las musculaturas masculinas. Buscamos muchachas y muchachos bien preparados para la vida y eso es lo que tenemos pensado para una tercera edición”, acotó el creador y director de Belleza y Cubanía, Jorge Landa.

“La selección de las muchachas no estuvo regida por las medidas internacionales, solo debíamos estar vinculadas laboral o al estudio y tener entre 16 y 25. Fue una experiencia que nunca pensé vivir pues siempre lo veía por televisión extranjera u otra vía. “Ahora me siento más preparada y con esa belleza y cubanía que nos caracteriza como mujer”, afirmó Claudia, Miss Belleza Cubanía 2013.

Resulta innegable no reconocer la cantidad de seguidores de estos eventos, quienes no están dispuestos a una censura o eliminación de tales certámenes en la sociedad cubana actual. Sin embargo, necesitamos una conciencia más sobria cuando nos enfrentamos a este tipo de concursos, no podemos enajenarnos por su glamour, sus luces y sus millones, debemos razonar y buscar detrás del producto que nos venden y no dejarnos engañar, buscar detrás de la corona.