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sábado, 13 de enero de 2018

¿Es posible evitar un conflicto nuclear?

Por LisyFa

Al otorgar el Premio Nobel de la Paz de este año a la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, el comité del Nobel ha elegido arrojar una luz poderosa sobre el creciente peligro de una guerra nuclear e iluminar el camino que debemos seguir para evitar esa calamidad. La crisis en Corea plantea la amenaza más inmediata y visible de conflicto nuclear, pero no es el único punto de conflicto potencial. Hay combates de bajo nivel, con armas pequeñas y ocasionales disparos de artillería, casi todos los días entre India y Pakistán, a través de la línea de demarcación en Cachemira, y las doctrinas militares de ambos países podrían conducir al uso temprano de armas nucleares si esa lucha se convierte en una guerra a gran escala.

Las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia, y los Estados Unidos y China son las peores en décadas. El peligro de un conflicto nuclear entre las principales potencias, que alguna vez se pensó era una reliquia de la Guerra Fría, es nuevamente una posibilidad real que no se puede descartar. Todas estas rivalidades geopolíticas empeorarán a medida que avance el cambio climático, haciendo que el mundo sea menos capaz de sostener a su población y desencadenando migraciones masivas a una escala que eclipsa la actual crisis de refugiados. Sume a estos peligros la ascensión de Donald Trump, un hombre que ahora comanda un arsenal nuclear. Este creciente peligro de guerra nuclear se produce en un momento de mayor comprensión sobre lo devastadora que sería la guerra nuclear. El uso de solo 300 de las 7 000 cabezas nucleares en el arsenal ruso contra blancos urbanos en los Estados Unidos mataría a más de 75 millones de personas en la primera media hora y destruiría toda la infraestructura económica de la que depende el resto de la población para mantenerse, según cálculos de CNN. Según un estudio de 2007, una guerra a gran escala entre Estados Unidos y Rusia pondría suficiente hollín en la atmósfera superior para crear un invierno nuclear mundial, reduciendo las temperaturas a niveles no vistos desde la última edad de hielo. Esta nueva era de hielo instantánea detendría la producción de alimentos en el planeta. La gran mayoría de la humanidad se moriría de hambre, y podríamos extinguirnos como especie. Pero no es solo una guerra nuclear total entre los Estados Unidos y Rusia lo que amenaza a la humanidad. Incluso una guerra limitada, como la que podría tener lugar entre la India y Pakistán, causaría la interrupción del clima suficiente como para desencadenar una hambruna mundial que pondría en riesgo a unos 2 000 millones de personas. ¿Así que, qué debe hacerse? Durante décadas, Estados Unidos y otras potencias nucleares han argumentado que la disuasión, la posesión de grandes arsenales nucleares, es la mejor manera de garantizar que estas armas nunca sean utilizadas. Pero el registro histórico no respalda sus garantías. Estados Unidos ha usado armas nucleares dos veces y ha amenazado con utilizarlas nuevamente en múltiples ocasiones, incluso contra países que no poseen armas nucleares.

Los nueve estados poseedores de armas nucleares deben reconocer la situación increíblemente peligrosa que han creado y comprometerse con un cambio fundamental en su política nuclear, basada no en la disuasión, sino en la búsqueda activa de un mundo libre de armas nucleares.

Este es el camino elegido por la mayoría de las naciones del mundo el 7 de julio cuando votaron 122-1 para adoptar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. No dispuestos a permanecer como rehenes de los arsenales de los estados con armamento nuclear, estas naciones, con el fuerte apoyo de la sociedad civil, pidieron la eliminación completa de todas las armas nucleares. Los Estados Unidos y los demás estados poseedores de armas nucleares deberían aceptar este tratado y comenzar a negociar el cronograma detallado y las medidas de verificación y aplicación para la eliminación de sus arsenales nucleares para que puedan cumplirlo. Este proceso no será fácil, pero no hay alternativa. A los opositores al desarme les gusta descartar los llamados a la abolición de las armas nucleares como poco realistas. Pero el verdadero escape de la realidad es la creencia de que podemos poseer miles de armas nucleares para siempre, que nuestra suerte nunca se agotará y nunca serán utilizadas.