La lectura del amor
"Amor al prójimo" es una crónica de viaje publicada originalmente en The New Yorker y reproducido en Letras Libres, en marzo de 2010 y bajo la autoría del estadounidense John Lee Anderson. El título aunque no es atrayente a primera lectura, por la carga religiosa que tiene la frase, cuenta con una de las palabras más poderosas y cautivadoras cuando se trata de títulos: amor. Este vocablo no podía tener sinónimos en este texto pues cuando se avanza en la lectura y comprendemos la historia de amor y compasión por otras personas que demuestra la protagonista, nos percatamos que no es un gesto de otra forma sino de amor.
A forma de crónica o reportaje literario, Lee Anderson cuenta la extraordinaria historia de un pueblo marginal a las afueras de Puerto Príncipe llamado Fidel, y de su guía y protectora, Nadia François, pocos días después del terremoto que arrasó Haití en enero de 2010. La narración comienza con un lead que instantáneamente ubica al lector en tiempo y espacio (lunes 18 de enero, Puerto Príncipe) y desde la primera persona nos comienza a describir el ambiente de caos en todo este territorio después de la catástrofe que conmovió al mundo. Diríamos que es un lead de Preparación de la Aventura.
Las capacidades de narración del autor son excepcionales, desde su punto de vista nos sitúa en la escena, casi como si pudiésemos apreciar todo lo que él está observando, las calles agrietadas, la gente desesperada en busca de alimentos; tan así que el ambiente mostrado a través de sus palabras es tan rico en emociones y sensaciones que no necesita de recursos estilísticos complejos más allá de la descripción exquisita de Anderson. Como asegura Leila Guerriero “podríamos seguir diciendo que a los mejores textos de periodismo narrativo no les sobra un adjetivo, no les falta una coma, no les falla la metáfora, pero que todos los buenos textos de periodismo narrativo son mucho más que un adjetivo, que una coma bien puesta, que una buena metáfora”, es precisamente Amor al prójimo ejemplo de la cita. La descripción exacta y no cargada de metáforas ni adjetivos repugnantes es la característica de este texto que lleva al lector a la emoción y la identificación con un pueblo que sufrió una desgracia tan grande como la sucedida. Lee Anderson atrapa al lector a través del personaje de Nadia François, una mujer que se consideraba estadounidense por sus años viviendo en el país, pero sus experiencias en la niñez y juventud la dotaron de un agradecimiento infinito con el pueblo y país que la vio nacer. Otros personajes en el texto se utilizan como patrón referencial y como fuentes de información, para guiar la historia a través de la palabra de los implicados y dañados por el terremoto. Asimismo, esta técnica de utilizar varios personajes reales, le da el toque de reportaje a este texto que puede ser la envidia de cualquier reportaje tradicional que aparece hoy en día en la prensa. John Lee, por supuesto, es otro de los personajes del texto, pues trata de vivir las experiencias que cuenta su protagonista y es parte, además, de muchos de los sucesos que se cuentan en el momento de su investigación. Además, al ser contada en primera persona, lo sitúa como un personaje indispensable.
A través del contacto directo con los personajes que conforman la lectura, la investigación y la construcción de relaciones entre ellos y el contexto; Lee describe toda la situación alrededor de las consecuencias de la catástrofe.
Con una amalgama perfecta entre el rejuego temporal y la dramaturgia, este texto utiliza varias escenas internas que sitúan al lector en el contexto que vive la nación haitiana. El contacto con otros personajes y la narración de los sucesos de forma no lineal o discontinua son un recurso importante en ese sentido. La progresión dramática se desarrolla de manera circular, pues a medida que Lee cuenta sucesos que brindan contexto, siempre vuelve a la historia central de Nadia y su búsqueda de alimentos para los necesitados de la comuna Fidel.
En ese aspecto el autor se apoya en el uso de flashback y el flashforward. Además, su postura dentro de la historia como participante o sea como un narrador empático. No obstante, Lee se enmascara y disimula su presencia a través de las vivencias de los personajes de la historia para no quitarle protagonismo a las acciones que brindan elementos al título de texto.
En un todo se puede decir que los aspectos mencionados construyen el estilo de Anderson en cuanto a la naturalidad, sutileza y claridad que tiene el texto. Estilo que aunque es típico de un buen texto literario, se reúnen en el texto Amor al prójimo de forma más evidente en lo que se puede clasificar como un estilo natural. Sus características más visibles recaen en las categorías estilísticas o recursos estilísticos como el uso de metáforas y alegorías. Destacan los símbolos y el uso de la adjetivación concisa, es decir, términos que representan una idea aceptada socialmente, y el uso de descripciones concretas. Sin embargo, es la metonimia la que más aparece en el texto así como las figuras: ironía y sarcasmo.
Consideramos que el estilo de Anderson es más visible en cuanto a las características de la construcción periodística, a aquello de adentrase en los lugares más recónditos y peligrosos en busca del dato exacto, en busca de la historia en primera persona.
