Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

viernes, 12 de enero de 2018

La situación de los niños rohinyás va de mal en peor

Por Verónika Lorient

Los niños rohinyás en Rakhine, Myanmar, viven con pésimas condiciones de vida, incluso carecen del acceso a servicios de salud y educación. Así lo informó la portavoz de la Unicef en Ginebra, Marixie Mercado. Un ejemplo de ello es que en el centro de Rakhine, más de 120 mil rohinyás quedaron varados en campamentos desde 2012, y cerca de 200 mil viven en aldeas donde su libertad de movimiento y acceso a servicios básicos está cada vez más restringida.

Marixie Mercado precisó también que la Unicef y sus socios humanitarios todavía no conocen bien la verdadera situación de los niños de esa minoría musulmana en Myanmar. Esta situación se debe en gran medida, a la imposibilidad de llegar a muchos lugares. De igual forma ninguna de las cinco instalaciones de atención primaria de salud apoyados por la Unicef funciona ahora y tampoco hay suficiente agua limpia o alimentos. La funcionaria aseguró además que no se pudo continuar el tratamiento con los niños que sufren desnutrición aguda severa y 12 centros de tratamiento terapéutico para pacientes ambulatorios están cerrados porque fueron saqueados, destruidos o el personal no puede acceder a ellos.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia afirmó que de una población de 440 mil rohinyás, solo quedan en Maungdow unos 60 mil. Los niños en las áreas rurales están casi totalmente aislados y les resulta extremadamente difícil abandonar los campamentos para recibir tratamiento médico. Influye también el permiso para viajar en busca de asistencia médica, pues solo se otorga cuando hay una justificación certificada por un médico, la cual cuesta un dinero que la mayoría de las personas en los campamentos no pueden pagar.

Sucede que los rohinyás estando ya en el hospital están confinados a un área restringida y no se le permite el contacto externo. De ahí que las personas recurren a los curanderos tradicionales, a los médicos no entrenados o se automedican.