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domingo, 7 de enero de 2018

Robots sexuales, ¿a favor o en contra?

Por Diana Santos

Si bien uno de los temas más polémicos en nuestra sociedad es la sexualidad, cuando se vincula la inteligencia artificial a este campo se hace más complejo el panorama. ¿Representa la robótica un riesgo para los derechos sexuales, o sugieren una manifestación de apoyo a la diversidad de géneros? En este sentido han surgido posiciones diferentes.

Por un lado, se encuentran las industrias responsables de la construcción y comercialización de estos juguetes eróticos, como son, por ejemplo, la Roxxxy TrueCompanion y la Abyss Creations, que defienden vehementemente el principio de que se trata de una nueva alternativa que tienen los clientes –principalmente hombres– con dificultades para involucrarse y realizar un vínculo amoroso más íntimo con las mujeres.

De acuerdo con estas empresas la utilización de estos adelantos tecnológicos bajo la forma de muñecas sexuales hiperrealistas, hechas a base de silicona con IA, permite a las personas gozar de una mayor privacidad y salud sexual más plena – a través de experiencias sexuales únicas, placenteras, y más seguras.

Sin lugar a dudas, se trata de uno de los negocios más lucrativos y redondos del mercado mundial, con ingresos anuales que superan los 30 mil millones de dólares, y cada día van en ascenso tras los avances del desarrollo tecnológico.

En otro plano, hallamos a un grupo de estudiosos y activistas que orientados a la salud sexual de cada individuo, han comenzado a hacerse cuestionarse las desventajas –frente a las enumeradas ventajas– de los famosos robots sexuales.

Según manifiestan los máximos detractores, con esta moda de muñecas sexuales con IA, se vería afectada en gran medida las relaciones interpersonales, pues el vínculo creado con estos robots se materializa en una relación propietario-objeto, en donde el acto simulatorio de consenso mutuo entre las parejas desaparece.

El sexo con estos objetos tecnológicos, puede conducirnos hacia a una obsesión egoísta, que arraigaría aún más el problema social del dueño y fomentaría la desconexión entre las personas. Para muchos psicólogos, la gran polémica de este siglo, nos invita a reflexionar acerca de las diferentes prácticas sexuales que llevan a cabo algunos individuos, quienes, cohibidos por temores internos y cuestiones sociales, apuestan por una pareja de juguete, sin autonomía.