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sábado, 13 de enero de 2018

Un medio que amenaza la inocencia infantil

Por Janet Rios

Respecto a los medios de comunicación, siempre es importante reconocer el papel que juegan para bien o para mal: “En cualquier democracia del mundo, tanto la pluralidad de ideas como las distintas manifestaciones políticas son parte de la vida cotidiana. La radio y la televisión contribuyen enormemente al logro de esa posibilidad”. En la actualidad, en Cuba, la relación de los niños con las tecnologías de la información y las comunicaciones se inicia desde muy temprano, mediado por la figura de sus padres y contrario a los criterios de gran parte de la comunidad científica por sus potenciales efectos adversos.

Los principales resultados demostraron que los padres de niños menores de 3 años tienen una baja percepción de riesgo sobre las afectaciones que el consumo de estas tecnologías puede producir. Además se especula que dicho consumo facilita el cuidado del menor; en tanto permite atender otras labores domésticas, ofrece un tiempo libre y constituye una actividad segura.

En virtud de que la educación es uno de los medios fundamentales para luchar por el respeto y vigencia de los derechos humanos, entre los que se encuentran tanto el respeto a la vida como a la integridad física, psicológica y sexual, y la eliminación de todo tipo de discriminación y violencia contra niños y niñas, es importante determinar cómo se actuará frente al objetivo de crear una cultura de respeto a los derechos humanos, fundamentalmente a una vida libre de violencia y discriminación.

Queda claro de antemano que la educación tiene como uno de sus objetivos primarios cultivar mejores seres humanos y producir mejores sociedades con una calidad de vida superior. En este sentido, en un primer intento por definir qué es educación, podemos decir que ha sido explicada como la acción que ejerce una generación adulta sobre otra, que aún no ha madurado, para enfrentarse a la vida social con el fin de crear y desarrollar en el educando condiciones intelectuales y morales que le permitan vivir y desarrollarse en la sociedad y en su medio específico de convivencia.

Los niños demandan afecto, educación y una representación oportuna de sus intereses -declara el Código de Familia cubano, vigente desde 1975-, y ello dista, notablemente, de la vida en pareja o las tendencias de la última pasarela de Chanel o Gucci. Es la educación, a través de sus diversos medios de transmisión, la que debe desarrollar un conjunto de conocimientos, valores y sentimientos que los menores adquieren mediante el grupo familiar y social, como es el caso de los que adquirimos mediante la religión, las prácticas y valores morales y sociales, las tradiciones y costumbres culturales o cualquier otro tipo de manifestación conductual determinada por la familia y el medio social en que nos desarrollamos. Es mediante los medios de comunicación a través del cual se transmiten y se preservan los valores y las normas de conducta que regulan a la sociedad, y que están dirigidas a lograr el bien común, y debe ser vista como mecanismo de transición a mejores formas de convivencia, que hablan de la evolución y madurez de las sociedades.

Lo prudente de «valorar este problema, que provoca daños más graves que el usar mucho maquillaje con poca edad para una foto o un certamen de belleza, pues se trata de la construcción de la identidad femenina. Por estos días resulta normal que un número cada vez más creciente de niñas y jóvenes a las que se les está despojando de su inocencia aprendan a valorar más lo sexy que lo dulce. Defendamos pues la inocencia infantil evitando el desarrollo de este mal a nuestro alrededor», alerta la especialista. El análisis de estos casos es más que válido. La disminución de la autonomía personal y la quema de etapas vitales para niños y niñas, es uno de los lastimosos resultados de la vida centrada en la mirada del otro y del desarrollo supersónico de los medios de comunicación; y además la separación entre la conducta sexual y la afectiva puede plantear en el futuro problemas relacionales.

De lo que hablo, y merece la atención de la sociedad es de ese enfoque instrumental de la persona, mediante la percepción de la misma como objeto sexual, y donde quedan al margen su dignidad y sus aspectos personales. Me refiero precisamente a ese fenómeno que trae consecuencias negativas para el funcionamiento cognitivo, la salud física y mental, la sexualidad y las actitudes y creencias; y que para nada ayuda a desarrollar en niñas y niños la capacidad para vivir una sexualidad sana.