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sábado, 13 de enero de 2018

Un reto más para la información

Por Janet

La propaganda es una forma organizada y pública de ese proceso que los psicólogos llaman “sugestión”. Por lo tanto, puede cerrar dos formas muy diferentes de relación social. La forma de sugestión primera y más ampliamente conocida, se base en la relación de superiores e inferiores; la segunda en la amistad o camaradería. Sólo la primera ha sido estudiada cuidadosamente o se ha explotado con un intento definido. La razón para este se debe en parte a que la sugestión se ha considerado de interés de modo principal en la medicina y la relación entre médico y enfermo, cuando el primero trata al segundo profesionalmente es, en general, la de superior a inferior. Bajo estas condiciones es de suponer que el primero es el que da las opiniones y el segundo el que las acepta.

Además, de las dos formas de sugestión, ésta es con mucho la más fácil de explotar artificialmente y con una finalidad determinada. La otra manera, aunque tiene su parte en el desarrollo y el mantenimiento del orden público y es de mayor importancia porque usualmente es insospechada por completo, debe crecer de una manera natural y no puede ser impuesta desde el exterior a la gente. La propaganda política conforme se ha desarrollado, está casi por entero dentro de la primera forma de sugestión, y el éxito de los que la practican depende esencialmente, en una forma u otra, de su prestigio político y social.

Por tanto, el primer paso que hay que dar en cualquier estudio de los métodos de propaganda es examinar las fuentes y la naturaleza del prestigio social. En términos generales, las fuentes son de dos clases. Pueden ser innatas en las personas que llevan a cabo y que mantienen la posición social y el poder, o pueden ser externas a las personas poderosas, que las tienen prestadas de alguna institución social que ya esté ampliamente reconocida en su sociedad o que ya tenga establecido algo como un carácter permanente de autoridad indiscutible. En los casos reales, estas dos fuentes del prestigio social están mezcladas con frecuencia, pero su carácter y su forma de actuación permanecen en lo esencial diferentes. Puede decirse en seguida que la influencia básica, allí donde está prestada por las instituciones principalmente, puede ser desplazada con mucha más facilidad.

Esta es la verdad psicológica encerrada en la expresión común: “cada sociedad recibe el gobierno que se merece”, y en la cual ”merece” no significa cosa alguna moral, sino sencillamente que el gobierno que obtiene prestigio lo obtiene porque se sitúa en la misma línea de las tendencias que estaban extendidas dentro del grupo antes de que estuviese establecido por completo. No hay necesidad de seguir más adelante en estas consideraciones, porque está claro que, de cualquier forma que hayan logrado su prestigio las gentes responsables de la propaganda política en el mundo contemporáneo, ni siquiera un grupo de ellas ha sido capaz de mantenerlo por algún tiempo sin tener que apelar a ayudas ajenas. También para desarrollarlo han tenido que contar cada vez más con ayudas ajenas y prestadas. Y si en la propaganda usada con finalidades políticas unilaterales hay algo que aleja cada vez más a los que la practican de la simpatía psicológica hacia las tendencias innatas en sus propias sociedades.

La más cruda y obvia de todas es la fuerza física, que está destinada a tener una gran influencia en todos sitios porque la mayor parte de los miembros en cada sociedad debe ser obediente, y todos son accesibles al temor. Acerca de este tema se ha dicho ya algo y se añadirá más al examinar los efectos de propaganda. Por el momento es del más grande interés volver sobre las influencias prestadas que se usan más sutilmente. En la sociedad ilustrada del mundo moderno, la palabra impresa ha establecido muy estrechamente en todas partes una autoridad institucional. Las gentes aceptan todavía sin mucha discusión lo que leen en los diarios, los artículos y los libros. El arte pictórico impreso tiene una autoridad similar, amplia incuestionable para la mayor parte. Lo que se fotografía generalmente se acepta como “verdadero”, y es considerable el papel representado por la propaganda moderna en el progreso de la película documental, de modo especial para la exhibición en el extranjero. La radio se ha establecido con rapidez en todas partes como poseedora de una poderosa autoridad, que es con frecuencia indiscutible. Para ello hay especiales razones: su aparente conexión con los sucesos divulgados, el uso impresionante y poco comprendido de los aparatos científicos, la decisión y el “aplomo” característico en el modo especial de hablar de sus “anunciadores”, y el mecanismo de los altavoces, que la hace accesible a un gran número de gentes al mismo tiempo. En cada caso aislado en que los grupos de propaganda han mantenido el necesario prestigio social, lo han hecho con tal amplitud porque han sido capaces de tomar prestada de ésta y de otras instituciones una influencia que, estrictamente hablando, pertenece a las instituciones y no a ellos mismos. El uso extendido de los uniformes, los títulos, las condecoraciones, los emblemas, las banderas y todos los símbolos especiales, pertenece a esta misma clase.