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lunes, 28 de mayo de 2018

Irlanda ante una ley para el aborto

Por Elizabeth Almeida

En 1983, cuando los irlandeses votaron en abrumadoramente en contra del aborto, Ailbhe Smyth vivió muy duras experiencias que la distanciaron de su familia y de sus amigos debido a su conocido activismo feminista. Al cabo de 35 años, en la campaña de un nuevo referéndum sobre el aborto, Alibhe Smyth no recuerda una mirada de odio o un solo insulto a su paso. Ésa es la mejor muestra de todo lo que ha progresado Irlanda a pesar del tortuoso camino.

Cada bando ha defendido sus argumentos con pasión, pero ha sido una campaña muy respetuosa, recalca la activista que ya cuenta con 71 años de edad, al frente de la coalición Together for Yes.

La sociedad irlandesa ha cambiado bastante en dos generaciones, asegura la histórica activista y académica del prestigioso University College, fundadora del Feminist Open Forum y ex presidenta de la Federación Nacional LGBT. Alibhe declara que Irlanda es ahora un país más abierto y tolerante, más próspero y también educado.

Pese a la cercanía en el tiempo, Ailbhe Smyth marca claramente las diferencias con el referéndum de los matrimonios gays en el pasado año 2015, que acabó en una verdadera celebración nacional comparable a la de la transición en la propia España y que además facilitó meses después el acenso político de Leo Varadkar, el primer ministro gay e hijo de inmigrantes hindues.

Por su parte asegura Ailbhe Smyth que el cambio más apreciable en las últimas décadas es el que se ha producido en la percepción personal del tema del aborto: Todo el mundo conoce a alguien, ya sea en su entorno familiar o de amigos, que ha tenido que abortar en Londres. Entre 10 y 12 mujeres diariamente, unas 3.500 cada año, tienen que hacer el viaje a Inglaterra y enfrentarse a una inmensa presión psicológica y a unos gastos que muchas veces no se pueden costear. Y todos los días hay también varias mujeres irlandesas que deciden tomar una píldora abortiva, sin la debida supervisión médica y eso por no hablar de otro gran problema: que te encarcelen y pases años en prisión.

El otro cambio social determinante en el territorio irlandés ha sido el propiciado por la pérdida de influencia de la Iglesia Católica, que presionó bastante en su día para enmendar la Constitución en un intento de perpetuar la prohibición del aborto. Aunque la religión sigue teniendo un peso relativo, la asistencia a la misa dominical ha caído de un 91% de 1972 a un 30% en la actualidad, y en Dublín se quedó apenas en el 14%.

La injerencia exterior del movimiento antiabortista de Estados Unidos y el papel que pueden tener las redes sociales le preocupa más a la activista, sobre todo teniendo en cuenta los precedentes.

Pase lo que pase en esta nueva votación, el movimiento anti-aborto no va a desaparecer, reconoce la principal inspiradora de la campaña Together for Yes. La lucha va a continuar de una manera o de otra, y eso es algo que hay que ver en el contexto de la capacidad de las mujeres para tomar decisiones y avanzar hacia la igualdad.