Burberry produce ¡y quema!
Un caballero inglés en un corcel. Ese es el símbolo de una empresa británica que se dedica a fabricar ropa y otros artículos de lujo. En todo el mundo existen tiendas de esta marca, prestigiosa y reconocida por su calidad. También se venden sus piezas en grandes almacenes, se desarrolló con fuerza una línea de fragancias y se le da vida a un negocio por catálogo.
Burberry ostenta el título de Proveedor Real, otorgado por la Reina Isabel II y el Príncipe de Gales. Su director de diseño en la actualidad es Christopher Bailey y han sido muchos los embajadores de la marca, igualmente famosos, como David Beckham, Victoria Beckham, Harry Styles y Cara Delevingne.
A la par de sus crecientes éxitos y aceptación en el ámbito de la moda, Burberry escandaliza. Quiere preservar su estatus a cualquier precio, incluso si esto conlleva el uso del fuego. Sí, Burberry ha quemado sus productos con este fin. En el 2017 la casa británica incendió casi de 33,7 millones de dólares en ropa, accesorios y perfumes y sacando cuentas, en el último quinquenio esta cifra asciende a 116,8 millones.
Lamentablemente Burberry ha tenido que lidiar con falsificaciones de mal gusto de algunos modelos de su pieza más famosa, que es la gabardina que llevaron los soldados ingleses durante las dos guerras mundiales. Ese fenómeno incidía negativamente en sus ganancias, pero todos estamos de acuerdo en que destruir los productos que no se venden en una temporada para evitar no solo las copias sino también que se oferten con descuentos es una decisión bastante radical.
No solo ha tomado esta determinación la empresa Burberry. Richemont, Hermes y H&M lo han hecho en otras ocasiones, aún cuando promulgan campañas de cuidado del medio ambiente. Paradoja. ¿No es mejor trazarse estrategias nuevas de ventas y campañas de reciclaje más fuertes para no tener que recurrir al incendio atroz?
