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miércoles, 1 de agosto de 2018

Mejor frito que crudo

Por Aisha

Alimentación y salud. Dos variables que no dejan de entrelazarse pues una, en cierta medida, depende de la otra. Conocer los valores nutritivos y beneficiosos que un alimento puede proporcionarnos es fundamental, en una época en la que se necesita más de un consumo saludable de productos, no expuestos a sustancias químicas y toxicas, y que luego del proceso digestivo en nuestro organismo, no padezcamos secuelas.

Con ese premisa, estudiosos de la Universitat Politécnica de Valencia, pertenecientes al Instituto de Ingeniería de Alimentos para el Desarrollo y Centro Avanzado en Microbiología de Alimentos, han desarrollado investigaciones en torno a la respuesta suscitada en nuestro cuerpo a partir de la ingestión de ciertos antioxidantes procedentes del tomate.

La investigación esta publicada en el Journal of Functional Foods y evidencia que los compuestos antioxidantes protegen a la cepa probiótica ante la posible pérdida de propiedades que se produce durante el proceso digestivo. Se percataron además de que esta protección es mayor cuando estos antioxidantes proceden del tomate frito y no del crudo.

Lo importante ha sido constatar que el microorganismo probiótico Lactobacillus reuter es viable en el organismo y en la digestión propiamente dicha. Recomiendan entonces la mejor manera de diseñar las dietas para potenciar el efecto probiótico de bacterias como Lactobacillus reuteri. Si se agrega tomate frito al régimen alimentario, se garantiza ese carácter probiótico. Se favorece además una isomerización progresiva del licopeno del tomate, lo que trae consigo una mayor bioaccesibilidad final de este carotenoide.

El estudio pone en evidencia también que es importante tomar en cuenta los cambios experimentados por los compuestos bioactivos durante el procesado de alimentos y además durante la digestión. Esos cambios no pueden ignorarse cuando se quiera realizar el diseño de alimentos funcionales por parte de la industria alimentaria.

Comer saludable es vital, y tener acceso a la información que nos permita diseñar nuestra mejor manera de cuidarnos desde la alimentación es imprescindible. Antes de tener gastos en hospitales y clínicas, seamos capaces de protegernos desde la manera en la que vivimos.