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domingo, 28 de mayo de 2017

Reconocen negligencia militar en Estados Unidos.

Por Elizabeth Almeida

Develan escandalosas cifras de material perdido en el seno del ejército norteamericano. Una auditoría desclasificada del Departamento de Defensa de EE.UU. muestra que las autoridades estadounidenses desconocen el paradero de armas, municiones y equipo por mil millones de dólares suministrados al Ejército de Irak.

El problema se atribuye a la negligencia de los militares. Los cálculos fueron realizados en septiembre de 2016 y se han hecho públicos este miércoles de conformidad con la Ley estadounidense de Libertad de Información por solicitud de la ONG Amnistía Internacional.

 Los fondos desaparecidos habían sido gastados legalmente a través del Fondo de Entrenamiento y Equipamiento de Irak. La intención fue asistir al Gobierno iraquí a combatir el Estado Islámico, pero se produjo algún desvío y los activos desaparecieron ya en forma de armamento y maquinaria antes de su entrega al destinatario. La autoridad del Primer Comando Logístico "no tenía controles eficaces para mantener la completa visibilidad y responsabilidad del equipamiento bélico en Kuwait e Irak antes de transferirse al Gobierno de Irak", reveló la auditoría.

En opinión del investigador de Amnistía que ha sido el primero en conocer los resultados de esta auditoría fuera de los cuerpos gubernamentales, Patrick Wilcken, el sistema de control de armas en una región extremadamente volátil es "defectuoso y potencialmente peligroso". La situación es "preocupante" teniendo en cuenta "la larga historia de fugas de armas estadounidenses a múltiples grupos armados que cometen atrocidades en Irak", destaca la nota del investigador publicada en la página web de la organización. No se descarta que el material desaparecido cayera en manos del Estado Islámico. Entre las transferencias había decenas de miles de fusiles de asalto valorados en 28 millones de dólares, cientos de proyectiles de mortero y cientos de vehículos blindados Humvee para el Ejército iraquí, las milicias progubernamentales y las kurdas (Peshmerga).

Sin mejoría una década después Amnistía Internacional recordó con este motivo que los mismos problemas se detectaron en 2007. En aquel entonces los activistas denunciaron las irregularidades y el Pentágono respondió que se trataría de mejorar el control de la circulación de armas: algo que no sucedió. Diez años después sigue ocurriendo lo mismo, destaca el investigador de la ONG. "Esto debería ser un llamamiento urgente para que EE.UU. y todos los países que suministren armas a Irak y apuntalen urgentemente los controles. Enviar millones de dólares de armas a un agujero negro y esperar una mejora no es una estrategia viable de lucha contra el terrorismo", sostiene Wilcken.

Desde los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos ha enviado un número indefinido, inmenso, de armas de guerra a muchos de sus aliados tanto en Irak como en Afganistán. El Pentágono solo tiene una idea parcial de esa cantidad de armas, y respecto a dónde están, su conocimiento es mucho más difuso. La abundancia de armas provenientes de Estados Unidos que ahora aparecen en el mercado negro es uno de los problemas generados por la invasión de Irak. La compra y entrega de armas ha continuado hasta hoy en día, con más actores involucrados entre los que se incluyen Irán y sus aliados en Irak y varios donantes de armas a los guerrilleros kurdos.

En marzo, Rusia anunció que había entregado 10.000 fusiles de asalto Kalashnikov a Afganistán, uno de los lugares de la Tierra que está más saturado de Kalashnikov. Si el análisis del inspector general para la Reconstrucción de Afganistán es fiable, el país no los necesitaba. En 2014, el inspector dijo que después de que Estados Unidos decidiera remplazar el Kalashnikov del ejército afgano por armas aprobadas por la OTAN (algo que le importaba mucho más a los fabricantes de armas que al ejército afgano), el ejército se encontró con que le sobraban 83.000 kalashnikovs. Estados Unidos nunca intentó recuperar el exceso de armamento que había creado y provocó la preocupación de la oficina del inspector general. “Sin confianza en la capacidad del gobierno afgano para rendir cuentas o disponer correctamente de esas armas”, señaló, “existe la preocupación de pudieran acabar en manos de rebeldes y terminar siendo un riesgo adicional para los civiles”.