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viernes, 16 de junio de 2017

El reto de Nadal rumbo a Wimbledon

Por Aliet Arzola

Rafael Nadal tiene un sitio seguro en el santuario del tenis. Sus diez coronas de Roland Garros lo inmortalizan, tanto que pudiera colgar la raqueta mañana mismo y, aun así, sería considerado como uno de los mejores exponentes de la disciplina en su centenaria historia. Pero el manacorí quiere agrandar su leyenda, y la mejor vía para lograrlo pasa por ganar el tercer doblete de su carrera, en la cual se le han resistido un tanto los títulos en los otros tres Grand Slam que no tienen nada que ver con París. De hecho, ha triunfado una vez en Australia, dos en Londres y otro par en Estados Unidos, cinco coronas lejos de la urbe francesa y de la arcilla.

El próximo reto del español llegará justo en una de esas citas cumbres, luego de conocerse que no participaría en el torneo de Queens. Específicamente, Wimbledon aparece ahora en la mira del tenista balear, quien sueña con elevar al cielo londinense otra corona de máximo calibre, con la cual se acercaría a solo tres títulos grandes de Roger Federer. No obstante, ganar en la capital británica supone una gran dificultad para Nadal, quien ha disputado cinco finales en el All England Club y ha ganado dos (2008 y 2010), la última hace unos lejanos siete años.   

Desde el punto de vista técnico, Wimbledon representa una complicación para las rodillas del mallorquín. En la superficie verde la pelota no tiene un rebote alto, más bien las bolas hay que pescarlas por debajo de la cintura, por lo que está obligado a jugar en una posición incómoda, más pegada al suelo, exigiendo al máximo su tren inferior. No por gusto el español ha dicho en continuas ocasiones que la yerba es “veneno” para sus rodillas.

“Ha pasado un tiempo desde que jugué bien en Wimbledon. Es verdad que después del 2012 los problemas con las rodillas me han limitado para competir en la yerba. Yo adoro esta superficie, realmente disfruto jugando ahí. El año pasado extrañé estar en Wimbledon, por lo que espero que mis rodillas se encuentren bien y que pueda hacer la preparación que realmente necesito. Si tengo dolor en mis rodillas, entonces sé que será casi imposible, porque necesito tener fuerza en las piernas para jugar bien en Londres. Si no me siento así, mis chances no son buenas, pero si estoy saludable y puedo entrenar de la forma correcta, entonces probablemente jugaré a buen nivel”, explicó el tenista.   

Justo por esta razón Nadal decidió no calentar los motores en Queens, evento que le permitiría tomarle el pulso a la yerba luego de una dorada y exigente campaña sobre polvo de ladrillo, en la cual ha recuperado su clásica potencia y explosividad, detalles que lo colocan entre los favoritos para triunfar en Londres. Definitivamente, Nadal necesita el brío juvenil, la velocidad y el hambre a la hora de atacar las pelotas si quiere superar uno de los grandes escollos de su carrera, máxime porque encontrará de nuevo rivales de altura universal, como el anfitrión Andy Murray, número uno del mundo y ansioso por volver a brillar tras varios meses grises. Además del local, el probable regreso de Roger Federer siempre representará un dato de cuidado para Rafa, quien ha disputado con el suizo los más encarnizados combates en la pista de Londres.

Ellos protagonizaron finales legendarias en Wimbledon entre el 2006 y el 2008. En la primera Nadal se convirtió en el único español desde Manuel Santana que disputara el título en Londres desde 1966, pero esa motivación no le alcanzó y cayó ante el suizo, quien repitió un año más tarde. En el 2008 el panorama cambió y el balear se llevó el trofeo tras una partida valorada por Sports Illustrated como la mejor en la historia del tenis. Un maratón de cuatro horas y 48 minutos finalizó luego de varias interrupciones por la lluvia favorable a Nadal, con estrechos marcadores de 6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 9-7.   

Tras perderse la temporada de césped en el 2009 por molestias en las rodillas, Nadal regresó a todo tren en el 2010 y repitió la corona, aunque su escollo en la final fue Tomas Berdych. En el siguiente verano, quien apareció en el camino del español al cetro fue el serbio Novak Djokovic, cuya potencia acabó con los sueños del ibérico en la última final que disputado en la superficie verde del All England Club.