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sábado, 17 de junio de 2017

¿Quiénes son los malos y quiénes los buenos?

Por ReyKewelta

El ser humano es el ser vivo más complejo que existe en el mundo. El gran desarrollo de su psiquis y sus costumbres de vida social lo hacen un enigma. Es por ello que las clasificaciones muy pocas veces pueden describir la complejidad humana. Muchas veces los medios de comunicación se encargan de crear falsos estigmas que intentan reducir la complejidad anteriormente mencionada. Un buen ejemplo lo constituyen los árabes y musulmanes, quienes sufren la discriminación por igual en casi todas partes del mundo, como si no existiesen o hayan existido personas en estos grupos dignas de reconocimiento. Las imágenes virales de una mujer musulmana ayudando a una anciana londinense son una prueba irrefutable de la veracidad de los criterios anteriores.

Los fundamentalismos religiosos y la discriminación son conductas igualmente reprochables. El mundo entero es víctima de ambos flagelos sociales con Europa, Estados Unidos y el Medio Oriente como los principales escenarios. La religión se ha convertido en uno de los grandes cismas de la humanidad y ha sido la causante de numerosas atrocidades. En Europa, la creciente islamofóbia preocupa a los sociólogos, pues una buena parte de la población del viejo continente es islámica. Sin embargo, existen personas que dejan a un lado todo tipo de diferencias para brindarse ayuda. Recientemente, una mujer islámica ayudó a una anciana londinense que cayó al suelo de un autobús. El gesto solidario ocurrió en la ruta E17 de la capital del Reino Unido; la anciana de 84 años de edad había quedado atascada entre un poste de metal y la puerta del autobús. El hecho fue fotografiado por otro pasajero, quien de inmediato la compartió y se ha vuelto viral en las redes.

El hecho demuestra que no podemos encasillar a las personas por pertenecer a una u otra tendencia. No es eso lo que las hace buenas o malas personas. No se es bueno por el simple hecho de ser cristiano o ir a la iglesia; de la misma forma que no se es malo por ser musulmán y vestir con burka o turbante. A quienes piensa de esa forma solo debemos recordarles los escándalos de pederastia en los que se ha visto envuelta la Iglesia Católica y actos de solidaridad como el de la desconocida londinense musulmana.

Sin embargo, estos son contrastes que los grandes medios de difusión no desean propagar. Para ellos es mucho mejor continuar recibiendo grandes cantidades de dólares por la satanización del árabe o el islamismo, los que perfectamente pueden cambiar el día de mañana. Muchos creemos estar muy bien informados. Sin embargo, no deben olvidarse que detalles como este forman parte de la verdad, que escasas veces, es mencionada aun cuando existen miles de ejemplos a diario.

Y es que la ignorancia ciega a las personas y las hace caer víctimas de los fundamentalismos, tanto de uno como de otro extremo de la cuerda. En ninguna de las líneas del Corán o la Biblia se hace referencia a herir y asesinar en nombre de Dios. Esto no es más que una aberración de las mentes humanas. Tampoco es que hayan sido los musulmanes los primeros en hablar del asunto. Para probarlo bastaría recordar las sangrientas Cruzadas, durante las cuales los cristianos mataban en nombre de su Dios. Una y otra vez queda demostrado que es el hombre el culpable de la situación actual y no las religiones per se. Ningún dios protege a los asesinos.

Pero en tanto la tolerancia no sea comprendida por todos, y los intereses económicos de   un reducido grupo de personas sigan guiando los destinos de la humanidad, el panorama actual se repetirá una y otra vez. El enemigo de hoy es el musulmán, mañana será el ruso, luego el chino, el latino o quien sabe qué o quién. Siempre habrá alguien a quien culpar.

Los horrendos crímenes de los terroristas fundamentalistas del Estado Islámico son igual de despreciables que la discriminación que sufren cientos de miles de personas de almas nobles por su apellido árabe u orígenes. Estos actos solo conllevan a una agudización del problema. Por tanto, la solución primera está en dejar de segregar por cuestiones de raza, etnia y religión.