Trump da la espalda a la lucha contra el SIDA
El presidente Donald Trump se mantiene indiferente a la lucha contra el Sida. Por ello, seis expertos del Consejo Asesor Presidencial sobre VIH/Sida, presentaron su renuncia. No solo es la desidia a la hora de consultar al Consejo, sino la defensa y aprobación de leyes que puedan perjudicar a personas aquejadas por la enfermedad. En algunos casos los avances serían interrumpidos, pero en otros la regresión sería evidente. En Estados Unidos, en el año 2015, 39.513 personas fueron diagnosticadas con la enfermedad. Y si tomamos en consideración que desde el 2005 el número de diagnosticados bajó un 19%, estas medidas que podría tomar la administración de Trump constituirían un retroceso en los logros alcanzados.
Trump no para de sorprender al mundo. Esta vez la noticia fue la renuncia de seis expertos que lo asesoraban sobre el Sida. Tal parece que al presidente de los Estados Unidos no le importa un destino aun más fatídico para la humanidad. Se retira del acuerdo de París y ahora es totalmente indiferente a una enfermedad que ha provocado tantas muertes.
Los seis expertos, Scott Schoettes, Lucy Bradley-Springer, Gina Brown, Ulysses Burley, Michelle Ogle y Grissel Granados, explicaron en una carta publicada por Newsweek, que el gobierno que actualmente ocupa la Casa Blanca no ha apoyado el diseño de una estrategia coherente para enfrentar la actual epidemia de VIH/Sida. No solo es la desidia a la hora de consultar al Consejo Asesor Presidencial sobre VIH/Sida, sino la defensa y aprobación de leyes que puedan perjudicar a personas aquejadas por la enfermedad. En algunos casos los avances serían interrumpidos, pero en otros la regresión sería evidente.
En Estados Unidos, en el año 2015, 39.513 personas fueron diagnosticadas con la enfermedad. Y si tomamos en consideración que desde el 2005 el número de diagnosticados bajó un 19%, estas medidas que podría tomar la administración de Trump constituirían un retroceso en los logros alcanzados. Otras cifras demuestran que el índice de infección se ha acrecentado para los afroamericanos. La xenofobia demostrada por Trump y sus comentarios catalogados por muchos como cercanos al fascismo, se corresponden muy bien con las medidas que toma. En el caso en cuestión, se estaría desprotegiendo a un sector de la población estadounidense que no cuenta con el apoyo del presidente.
Ahora bien, prácticamente el 90% de la población que se contagia con SIDA en Estados Unidos es considerada población económicamente activa. En este punto, sería conveniente analizar hasta dónde la desprotección a los afectados tendría repercusiones, en el mediano y largo plazo en la economía nacional.
Durante la administración de Obama, la situación era diferente. Hasta el año 2015, se habían invertido 50 mil millones de dólares para lograr una generación libre de SIDA. De hecho, Elizabeth Trudeau, vocera del Departamento de Estado del gabinete anterior a Trump, declaró que el Plan Presidencial de Emergencia para el Alivio del Sida era el mayor compromiso que hubiera emprendido cualquier país para enfrentar el flagelo. Los esfuerzos estadounidenses se conjugaron con los de la red social Facebook y los de la Organización de Naciones Unidas, para lograr que cada afectado tenga el tratamiento que requiera, independientemente de la clase social a la que pertenezca.
Cuesta trabajo entender la actitud de Trump. ¿Cuánto de humanidad puede haber en él? Mucho más cuando más de 10 mil personas mueren anualmente en Estados Unidos por complicaciones de la enfermedad. Además, según el Programa Conjunto de la ONU para VIH/Sida, son casi 37 millones de seropositivos a nivel global, y de ellos, solo 15.8 millones reciben en la actualidad antirretrovirales para combatir la enfermedad. El tratamiento es clave, y todos los recursos necesarios deben ser empleados para combatir la enfermedad. Donald Trump debería entenderlo.