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lunes, 3 de julio de 2017

La eficacia es alemana

Por Aliet Arzola

Alemania se ha enfrascado en dominar el universo futbolístico. Al parecer, su título mundial en la cita de Brasil hace tres años no fue un mensaje lo suficientemente contundente, y ahora, justo a un año de la cita del orbe en Rusia, demostraron en dos frentes el poderío de su sistema balompédico, el cual va mucho más allá de la gran selección nacional. Sin muchos de los elementos que normalmente disputarían un partido trascendente, Alemania se coronó en la Copa Confederaciones con muchas de sus promesas y, por si fuera poco, solo un par de días antes conquistaron el Europeo Sub-21, como para que no existan dudas de que la cantera también puja fuerte.

En la Confederaciones, los teutones fueron liderados por Julian Draxler, la estrella emergente del PSG francés que entre los habituales coristas de la Mannschaft no ha tenido todas las oportunidades que quisiera para mostrar su fino canto. Sin Ozil, Gotze, Kroos y el resto de la artillería dando vueltas, el mediapunta mostró sus condiciones a plenitud. Fue el hombre orquesta de la selección, lo mismo como extremo de excelso regate o como el auténtico 10 que filtra pases por el hueco de una aguja. Además, se proyectó con peligro en ataque y puso los pelos de punta a más de un arquero. Draxler es magia para Alemania, y la mejor noticia son sus 23 años, edad que lo coloca en perfectas condiciones para disputar el trono absoluto del fútbol en su país durante el venidero lustro, como lo confirmó con su premio de Mejor Jugador del certamen ruso.

No obstante, el camino a la corona no resultó un trámite para los europeos, particularmente por el duelo de la final, en el que estuvieron muchos minutos más cerca de perder que de coronarse. Chile, el elenco con mayor promedio de edad en una final de Confederaciones, puso en aprietos a los teutones, como a casi todo el mundo en la lid. Su piel rocosa, esculpida con las células de Arturo Vidal, soporta todo tipo de embates, la principal causa por la causa se han proclamado dobles campeones de América. Desde la salida de Jorge Sampaoli y la entrada de Pizzi en el banquillo, esta identidad ha ganado enteros, y ya hoy la Roja no juega entre violinistas, sino entre obreros que cimientan su porvenir con sudor.

Así se lo hicieron saber a los alemanes, quienes vivieron buena parte de la final con la lengua afuera y la sensación de que los guantes de Ter Stegen terminarían desgastados de tanto repeler. El meta del Barcelona se erigió en líder durante muchos trances del choque, incluidos los minutos del descuento, cuando detuvo por puro instinto felino un tiro libre de Alexis Sánchez que podía cambiar todos los destinos del encuentro. Claudio Bravo se ganó el Golden Glove de la lid, pero Stegen bien pudo reclamárselo cuando el árbitro pitó el final de las hostilidades. Tan grande fue su despliegue y el impacto de sus atajadas, que terminó nombrado MVP de la final, lujo que no muchos porteros se dan.

Pese al gran pleito de los chilenos, insistentes y con un sentido de sobrevivencia impresionante, Alemania fue quien se llevó el gato al agua, precisamente por el instinto asesino de sus jugadores y la eficacia en los partidos cruciales. Marcaron su único gol por un error en la salida de Marcelo Díaz, quien se equivocó y entregó la pelota a Timo Werner para propiciar un desbalance absoluto en la última línea. Solo con Bravo al frente y nadie más rondando la zona, el ariete alemán cedió la bola a Lars Stindl, el otro atacante de la Mannschaft, quien empujó a placer y sin dificultad el 1-0 definitivo. La tarea no fue muy complicada para un hombre que ha marcado 28 goles en las dos últimas temporadas con el Gladbach.

La pegada de los teutones se hizo sentir, pero lo más impresionante es que nos deja con la duda de hasta dónde puede llegar esta nación en términos futbolísticos. Si bien perdieron la Eurocopa el pasado año, Alemania tiene hoy una generación inigualable, repleta de talento, la cual siente la presión de los más bisoños que vienen pisando el acelerador. Rusia 2018 está a la vuelta de la esquina y allí serán el equipo a derrotar, pero lo mismo sucederá cuatro años más tarde en Qatar si no se tuerce el rumbo de estos talentosos baluartes. De momento, la mayor esperanza de sus rivales de cara al Mundial del próximo año es que ningún campeón de la Confederaciones ha ganado luego la cita del orbe. Todos se agarran a esa maldición, puede la vía más efectiva para destronarlos.