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miércoles, 5 de julio de 2017

Los trece castigos impuestos a Catar

Por Gustav98

Desde el pasado mes de junio estalló en la región más volátil del planeta una crisis diplomática y política que incluye a los principales actores políticos de la región. Nos referimos al cerco diplomático tendido por varios países del Golfo Pérsico y del norte de África a Catar. Los principales gestores de esta crisis son Arabia Saudita (líder visible del complot), Egipto, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos. Ante la situación entre los países antes mencionados, la posición de Estados Unidos es de apoyar a los cuatro Estados liderados por los saudíes. En tanto Turquía, Rusia e Irán de una forma u otra apoyan la posición soberana de los cataríes. La gran mayoría de la comunidad internacional se manifiesta por la solución de los problemas actuales mediante el diálogo de los interesados. En este contexto el Emir de Kuwait ha venido desempeñando las funciones de mediador entre las partes.

Hace tan solo unos días los cuatro países iniciadores de la crisis enviaron un comunicado a Catar con las condiciones mínimas para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. La propuesta tenía un plazo de 10 días para recibir respuesta por la contraparte, pero el plazo expiró sin una aceptación por parte de Catar, quien está en su soberano derecho de no aceptar condicionamiento ni presiones externas de ningún tipo que marquen su política exterior. Por su parte las autoridades kuwaitíes han pedido una prórroga del plazo para entablar conversaciones con Doha al respecto y hacer que varíe su posición.

Resultan curiosas las 13 exigencias para Catar, entre ellas están: la clausura del canal de televisión Al-Jazeera, eliminar la cooperación militar con Turquía y cerrar la base militar de esta nación en suelo catarí. Además, exigen frenar el desarrollo de las relaciones bilaterales con Irán y cortar los lazos con grupos extremistas como la Hermandad Musulmana, el movimiento libanés Hizbulah y Al-Qaeda. Como vemos las exigencias van más allá de lo declarado por el grupo al momento de romper las relaciones donde la razón de mayor peso eran los vínculos de catar con los grupos mencionados anteriormente. Como es visible los reclamos se han extendido lo cual saca a la luz las verdaderas intenciones de las presiones que por más de un mes ha estado viviendo Catar.

En las relaciones internacionales estas prácticas violan todos los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. No es posible que se establezcan estos tipos de condicionamientos a un Estado soberano pues sería una especie de mandato; y si tenemos en cuenta el sacrosanto principio de la igualdad soberana de los Estados, cualquiera se daría cuenta de la aberración que constituyen las exigencias planteadas. Precisamente sobre esta base se sustentan las declaraciones de Doha en las que afirman que las propuestas fueron hechas para ser desestimadas y que de aceptarlos sería el sometimiento de Catar a los deseos de un grupo de Estados que carecen de la moral y la legitimidad para hacer tales requerimientos. De esta forma, podemos asegurar que puede tratarse de una estrategia mediática encaminada a mostrar a Catar como un actor no interesado en la solución del problema, lo cual dista de ser verdad.

Luego de la entrevista que sostuvieron el Emir de Kuwait y el Ministro de Exteriores de Catar con motivo del rechazo catarí a las peticiones del cuarteto árabe, la cancillería kuwaití ha permanecido en total silencio y no ha deseado debelar ningún detalle sobre las conversaciones.

Respecto a los condicionamientos no son más que la expresión de un terrible miedo por parte de los saudíes a perder la supremacía que, con la ayuda de Estados Unidos, han mantenido en el área. Los vínculos de los cataríes con Irán los asustan, pues hasta el momento la política de aislar a Irán en la zona del Golfo Pérsico les había funcionado de cierta forma y quieren tomar a Catar para dar un ejemplo de lo que pude ocurrirle a quien vaya a contracorriente. Pero quizás deben replantearse la vía, pues Catar es un Estado fuerte económicamente y con rivales de Arabia Saudita dispuestos a brindarle apoyo. Tal es el caso de Irán, Rusia y Turquía, quienes no han perdido tiempo y han aprovechado el error táctico de sus contrarios. Como van las cosas hasta el momento, no parece que las presiones sean la mejor vía.