Solo la MSN sostiene al Barça
El Barcelona ha retomado su fútbol justo como lo dejó al final de la pasada temporada, dependiente por completo de los niveles de inspiración de su tridente ofensivo. Si Neymar, Messi o Luis Suárez no frotan la lámpara, el club catalán se atasca con facilidad, y eso es todavía más palpable en estos choques de preparación en medio del verano, cuando los jugadores no han desconectado por completo el chip de sus vacaciones. Así se percibió en el reciente duelo de los blaugranas contra el Manchester United, en el cual salieron vencedores por un segundo de lucidez de Messi y la picardía perenne de Neymar, por quien sufrirían muchísimo los barcelonistas si se marcha al PSG.
El brasileño ha anotado los tres goles azulgranas del verano, dos ante la Juventus de Turín y el solitario tanto del pleito contra los Diablos Rojos. Pero al margen de eso, el atacante ha regresado con las pilas cargadas y, al menos en el campo, no ha dado pistas de su supuesta incomodidad en el Barcelona o de sus deseos de fichar por el París. Sobre el césped Neymar es pura alegría y magia. Ya curtido en las faenas del fútbol europeo, su presencia física es muy superior a la de aquel muchacho delgado que no lograba superar a los rivales en el mano a mano puramente físico. Esa energía renovada unida a su talento descomunal convierte al sudamericano en un futbolista único, un quebradero de cabeza para todos los defensores.
Ante el Manchester, Neymar descolló con su desborde y filigranas, rondó por toda el área rival, esperando el más mínimo fallo para poner a temblar las redes. Y justo tras un error de Antonio Valencia en el despeje, el brasileño aprovechó un balón suelto y fusiló a David De Gea, quien ya había detenido varios disparos peligrosos. La jugada estuvo precedida por un pase filtrado de Messi, siempre con una visión excepcional del campo y de la posición de todos los hombres. Fuera de ellos, el Barcelona no enseñó mucho más. La defensa fue sólida, pero el United, pese a tener más rodaje luego de sus pleitos con Los Ángeles Galaxy, Real Madrid y Manchester City, no incomodó demasiado a Umtiti y compañía. Los Rojos, en esta oportunidad vestidos de grises, crearon poco y sus portentos físicos, entiéndase Pogba, Lukaku o Rashford, dejaron destellos, pero no capitalizaron a la hora de la verdad.
Lukaku, sobre todo, quedó por debajo de las expectativas, aunque aguantó los noventa minutos y al final se le vio realizar alguna carrera destacada. Pogba, en tanto, chutó de lejos, mostró sus habilidades en la conducción y su la velocidad, pero todavía no parece un hombre por el que se han pagado 100 millones de euros. Rashford, en cambio, cada día brilla más como la perla del equipo. Es intimidante en los duelos individuales, maneja el balón como los dioses y en algún momento definirá con mayor precisión, justo a la altura del crack que crece dentro de él. Eso sí, el Manchester necesita algo más en colectivo si quiere asaltar el máximo escenario europeo con consistencia. Mourinho tiene una camada de jugadores interesantes, pero todavía no encajan a la perfección, y esto en partidos de mayor envergadura le puede costar.
Por su parte, en el Barcelona, más allá de la MSN, el soplo alentador se llama Carles Aleñá, un joven chico, producto nato de La Masía, que pisa el balón en la medular y da frescura a un equipo demasiado esquemático, metódico. Aleñá, todavía sin experiencia en los niveles más altos, podría convertirse en el factor sorpresa de los blaugranas si se lo propone, porque tiene el toque peculiar que recuerda al Xavi más preciso, o al Iniesta hipnotizante. El futuro dirá la última palabra.