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sábado, 15 de julio de 2017

Un hito en la historia del embarazo

Por deltoro

No parece algo real, apenas damos a luz y los senos la producen. La realidad es que lleva tiempo preparándose para nutrir al bebé. Posteriormente al parto, las cotas de estrógeno y gestágeno se oprimen gradualmente en dos o tres días y la prolactina puede, apoderarse de su trabajo y originar la leche materna. Alrededor del tercer día, la mamá suele notar sus pechos más abultados esto se le conoce como declive de la leche. En la antigüedad en las clínicas desaconsejaban dar el pecho antes de que acontecieran de 24 a 48 horas, después del parto y 10 minutos cada tres o cuatro horas eran ley santificada, los resultados eran tales que la leche se amontonaba y originaba una protuberancia descomunal. Los senos se ponían como piedras; incluso algunas mujeres padecían de fiebre la cual era debido a que estallan los canales llenos de leche.

Debido las repercusiones ocasionadas e la antigüedad, en la actualidad estamos al corriente de que si el bebe se pone en el pecho en la misma sala de parto y persiste luego en la morada de la madre para chupar todo lo que quiera, que es lo deseable, la subida de la leche es muy indolente. Incluso, algunas mamas, tal vez porque esperan tener los senos como cantos, afirman que no notan nada de nada. El bebé que va engordando es la mejor evidencia de que la leche si está haciendo efecto aunque en muchas ocasiones no se note.

Un dato curioso es que a leche que sale de nuestros senos, no se encuentra almacenada en ello, es él bebe al chupar quien estimula en su producción. Esto es posible gracias a que las hormonas de las féminas posibilitan que los senos se desarrollen, poblándose de grasa y de tejido glandular. Lo que diferencia un pecho magnánimo de otro pequeño es la cuantía de grasa; la suma de glándula es más o menos la misma.

Cuando nos embarazamos, nuestro cuerpo presenta otras cotas de prolactina, que es la hormona que origina la leche, pero escasamente salen unas gotas de esta, o nada, porque las hormonas que provocan la placenta en este instante frenan la acción de la prolactina. Además los senos crecen libremente; los canales de la glándula mamaria se extienden y las células secretorias se multiplican. Pero en realidad lo que crece es la glándula, la grasa que es considerada la mayor parte de los senos no tiene por qué aumentar. Por eso se ha dado el caso que algunas mujeres embarazadas, si ya poseían el pecho muy magno, es posible que escasamente noten el cambio.

Muchas son las preguntas que nos hacemos en esta etapa de la vida, como es el caso de ¿cómo sabe el pecho cuánta leche debe fabricar? La respuesta es muy sencilla, es el niño quien chupa cada vez más. A veces el cambio es progresivo. Pero en varios casos se provocan cambios repentinos. De repente, el bebé parece ansioso y demanda el pecho más veces de lo usual. Es así porque concebir las mismas tomas un poco más largas resulta poco eficaz; solo consigue un poco más de leche. En cambio, si agranda el número de tomas, acrecienta también los brotes de prolactina y logra así mucha más leche. Si se le proporciona el pecho siempre que lo pide, comerá mucho más durante un par de días, la creación de leche aumentará y la periodicidad se volverá a estabilizar. De esta manera tendremos la cantidad necesaria que nuestro bebe necesita.