Villar se despide de la UEFA y de la FIFA
A través de una carta, el que todavía es presidente de la Federación Española de Fútbol (FEF), Ángel María Villar, renunció este jueves a su cargo de vicepresidente de la UEFA y de la FIFA. Desde la cárcel, donde se encuentra por su presunta participación en una trama de corrupción y tráfico de influencias, Villar renunció así a su pertenencia al Consejo del fútbol mundial al que accedió por su condición de vicepresidente de UEFA. Suspendido de forma cautelar por un año por el Consejo Superior de Deportes, el vasco renuncia a sus cargos antes de que le hubiesen expulsado de los mismos.
Siempre es mejor visto decir adiós por voluntad propia a ser despedido. Y eso es lo que debido pensar Ángel María Villar. Sus días de poder y gloria han llegado a su fin y su imagen mediática ha quedado completamente amedrentada. Su entrada en prisión, junto a su hijo Gorka, por una trama de corrupción y tráfico de influencias en la que ambos están acusados de participar, ha llevado al que ha sido presidente de la Federación Española de Fútbol (FEF) durante 29 años, a renunciar a sus cargos. Así lo ha hecho este jueves cuando, desde la cárcel, ha enviados cartas tanto a la UEFA como a la FIFA para anunciarles su dimisión. Ambas federaciones internacionales le habían concedido el cargo de vicepresidente pero su detención forzaría su despido. Aunque Villar ha estado más listo y, antes de que le echase, ha preferido ser él quien deje el puesto. Renuncia así también a su pertenencia al Consejo del fútbol mundial al que accedió por su condición de vicepresidente de UEFA.
Una retirada que no ha llevado a cabo, sin embargo, con la Federación Española de Fútbol (FEF). Villar no renuncia a ser presidente de la misma a pesar de que el mismo Consejo Superior de Deportes (CSD) le haya suspendido de forma cautelar de su cargo durante un año. Aunque desde la misma Federación se asegura que desde que fuese inhabilitado no ha recibido su sueldo, lo cierto es que sí que le siguen pagando algo: sus abogados. Por ello, Villar elude presentar su renuncia al cargo de presidente que también le viene de cara a su defensa. Con la caída del vasco, la FIFA ve desaparecer toda una generación de gobernantes cubiertos por las condenas sobre el FIFAgate y la alargada sombra de la corrupción en el fútbol mundial.
