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jueves, 17 de agosto de 2017

Algo esencial para la personalidad de los más pequeños

Por deltoro

Después de probar varias estrategias para entretener a su infante terremoto, lo más real es que su hijo no puede permanecer tranquilo durante más de 15 minutos. A los pequeños les gustan mucho los juguetes nuevos, pero de forma rápida se aburren y no hay forma de conseguir que juegue solo mientras su madre se ocupa de los quehaceres de casa. Afortunadamente, cuando el niño tiene tres años, pueden usar otro tipo de juegos como los de construcciones. El pequeño se entusiasma tanto con la caja llena de piezas de todos los tamaños y colores, que ya no hace caso a ningún otro juguete; lo más sorprendente es la reacción que tienen al día siguiente que empiezan a agrupar los bloques por colores, tal y como le habían enseñado en el círculo infantil y lo más increíble pasan la tarde abstraído con su nueva adquisición.

Los misterios del éxito de jugar se encuentran vinculados a al estimulan la imaginación. Al probar que son capaces de crear algo sin ayuda, se sienten muy orgullosos de su habilidad y confían más en sus posibilidades. Mediante el juego, los niños entrenan sus sentidos y se adentran en el mundo que los rodea. Al principio les encanta desmontar todo lo que cae en sus manos, sacar y meter objetos en cajas, golpear las torres que construyen sus papás. Poco a poco, adquieren mayor destreza manual y disfrutan más edificando.

 Desarrollan la destreza manual. Se sienten poderosos de llevar a cabo una actividad hasta el final, e incluso, trabajar en él durante varios días. A los tres años, todavía no se preocupan por investigar. Podría decirse que construyen por pura diversión. Pero al acercarse a los cuatro, sus creaciones adquieren una apariencia más real y empiezan a parecerse a lo que ellos quieren que sean.

Lo más indicado para el desempeño de estos roles de constructores que tanto les encanta podrían ser piezas más pequeñas y complicadas, que estimulan su habilidad manual, con formas y accesorios muy diferentes, espirales, cabezas de animales, personajes articulados que se pueden encajar sobre los bloques o partir de los doce meses, podemos darles juguetes con ejercicios manuales básicos como abrir y cerrar compartimentos o encajar formas simples. Ya hacia el año y medio de edad, se pueden incluir piezas que puedan encajar una sobre otra o colocarlas en fila; o combinar horizontal y verticalmente.

Estos juegos de armar y desarmar cosas favorecen el juego simbólico. Si ha diseñado un auto, puede que necesite un lugar donde guardarlo o una carretera por donde conducirlo; si construye un perro, necesitará una casita, sus platos y sus juguetes. En torno a los cuatro años, los niños comienzan un proceso de descubrimiento en el que aparece el juego simbólico, fundamental para su desarrollo psicosocial. Inventan historias y aventuras con cualquier objeto que tengan a la mano y se divierten representando los papeles que conocen mejor, como el de mamá y papá. Según los expertos, este tipo de juegos los ayuda a distinguir entre la imaginación y la realidad.

En el caso de que te animes a jugar con el es recomendable que no impongas tus ideas, sigue sus instrucciones, muestra interés en su trabajo y deja que él te indique qué formas debes usar para ayudarlo a construir lo que su imaginación le dicta. Deja que rompa sus construcciones si lo desea. Hacerlo le da la sensación de poder y control. Durante esta etapa es más importante el esfuerzo que el triunfo final.