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sábado, 26 de agosto de 2017

¿Dónde quedaron las protestas en Venezuela?

Por YCC

No ha sido la riqueza petrolera, los resultados deportivos, la abundancia de sus mujeres bellas, ni la exquisitez de su geografía, los temas que en los últimos meses han puesto a Venezuela en el centro de la atención mediática y política mundial. Fueron las protestas que cual novela seriada mantuvo atentos a todos, como si de “Juego de tronos” se tratase. Y de repente, la oposición arrojó el guión. De causas y razones de ello pretendemos hablar.

Luego de 146 muertos, más de 1 000 heridos y detenidos en las protestas de la oposición contra el gobierno de Maduro, que caracterizaron entre abril y julio la situación interna de Venezuela, resulta incomprensible cómo la vida habitual se ha recuperado en el plano político y social del país suramericano. Venezuela deviene en especie de aquel “realismo mágico” o “lo real maravilloso” latinoamericano al cual recurrían Carpentier y García Márquez para describir, o intentar explicar, la naturaleza humana -y política- de esa hermosa región.

Lo cierto es que casi terminando agosto comienzan a extrañarse en los medios referencias a noticias sobre cómo el gobierno venezolano desplegaba una estrategia de confrontación a la oposición, en la cual se generaban escenas de muerte con un alto impacto mediático: batallas campales de escuderos medievales, encapuchados cual hidalgos en cruzadas, ciudadanos convertidos en piras humanas, barricadas que nada envidiarían a las de la Revolución francesa, así como ataques e incendios contra instituciones militares y civiles. Los relatos de hechos serían interminables. Sin embargo, toda esa narrativa de aventura, represión y muerte, pero también de lucha libertaria y resistencia, ha quedado en el olvido en menos de un mes, o minimizados por la agenda cotidiana.

¿Cómo se entiende eso, qué responsabilidades tuvo la dirigencia de la oposición para que de la noche a la mañana desapareciera un activismo que puso a temblar al gobierno y condenó al presidente Nicolás Maduro a un claustro involuntario en el palacio de Miraflores? Vayamos por partes, pues.

Las protestas se concretaron tras la conducción lograda por algunos líderes de sectores de oposición (partidos como Voluntad Popular, Primero Justicia, Vente Venezuela, y Alianza Bravo Pueblo), que con argumentos ideológicos o por estímulo$, movilizaron a parte no despreciable del potencial antichavista que vive en Venezuela y en comunidades asentadas en el exterior.

La mayoría de estos líderes opositores son alcaldes, diputados y ocupan cargos relevantes en las estructuras de dirección de sus partidos. Apostaron en ese momento a las protestas de calle como vía para lograr un cambio político en el país y acceder al poder. Esta estrategia fue bien diseñada y tuvo varios momentos felices, ganando el apoyo de gobiernos y organismos regionales y multilaterales.

Sin embargo, la ambivalencia de un discurso en el cual los liderazgos empezaron a cantar victoria antes de tiempo y a pugnar por espacios políticos, los llevo a “contar pollitos antes de que la gallina echara”, y esto se tradujo en el incremento de contradicciones internas. Se impuso la percepción de que los grupos de poder dentro de la oposición se estaban reacomodando a favor de los promotores de estas protestas, y a su vez estaban restando espacios a otros. El gobierno supo, además, sostenerse en el apoyo del sector militar, y por tanto eso fue desmotivando a la población. El tiro de gracia lo dio el anuncio de las elecciones regionales de gobernaciones, estrategia por la cual abogaban otros partidos de peso en la oposición (Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Avanzada Progresista) y que fue calando, además, en los que impulsaron las protestas de calle.

Finalmente, se produjo un desequilibrio en la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que favoreció a quienes consideraban que había condiciones para ganar espacios políticos mediante la vía democrática y electoral. Esto determinó el fin de las protestas de calle, y también provocó fracturas a lo interno de la MUD. El caso más representativo es la separación del bloque del partido de María Corina Machado, Vente Venezuela, que junto a otros decidieron no participar en los comicios.

En síntesis, el interés por las gobernaciones se impuso a la vía violenta. La oposición venezolana mostró públicamente la flexibilidad de su estrategia, y luego de meses llamando a derrocar a la dictadura para hacer elecciones libres, alternó el guión planteando: ganar las elecciones para salir del chavismo. En lo único en lo que la MUD ha sido consecuente, es al menos, en su intención manifiesta de hacerse del poder político en Venezuela, por cualquier vía posible.

¿Y qué de los miles de manifestantes que día a día estuvieron exponiendo su vida en las calles? Bien, gracias; como peones del tablero político que conduce a Miraflores.