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sábado, 19 de agosto de 2017

España lidera el consumo de antibióticos veterinarios

Por Yamy

El uso desmedido de antibióticos en la industria alimentaria provoca graves consecuencias, y significa que a nuestras mesas llega carne con un exceso de fármaco perjudicial para la salud. La aplicación excesiva de antibióticos hace que con el tiempo en los animales, como en las personas, proliferen bacterias resistentes, y estas pueden llegar a los seres humanos a través del contacto directo, la dispersión medioambiental en el aire o el agua. Esta puede ser razón para que cada año se evidencie un aumento en las estadísticas de muertes porque los antibióticos suministrados a pacientes, no surten efecto.

España es el país de la Unión Europea donde más antibióticos veterinarios se venden, y por consiguiente a eso, en parte, se le atribuye que una de cada diez muertes humanas ocurre por resistencia a los antibióticos. La industria cárnica es el cuarto sector más importante de la industria española y el primer eslabón en la agroexportación.

Se venden casi tres veces más antibióticos para tratamiento animal que en Alemania, el mayor productor de carne en la eurozona. La mayoría del medicamento tiene como destino las granjas ganaderas, y esto no sería un problema si no fuera porque a mayor uso de antibióticos, mayores serán las probabilidades de desarrollar bacterias resistentes a los fármacos. Además, con el objetivo de mantener el ganado saludable se aplican en animales elevadas cantidades de dos antibióticos cruciales para la salud humana: las fluoroquinolonas y la colistina.

A humanos y animales a menudo les aquejan patógenos similares y por tanto son tratados con antibióticos parecidos, no obstante, cualquier uso de antibióticos apropiado y conservador contribuye al desarrollo de la resistencia, y se acelera con el uso incorrecto y generalizado.

Para confeccionar la lista de las 12 familias de bacterias resistentes más peligrosas para la salud humana y para las que se necesitan nuevos antibióticos urgentemente, la Organización Mundial de la Salud utilizó el criterio de la facilidad con la que se transmiten entre animales, y de animales a personas. Los expertos coinciden en que es imposible identificar el origen de una bacteria resistente; sin embargo, provengan de las granjas o de los hospitales, ponen en riesgo la salud humana. Cerca de 12 000 personas murieron en España entre 2011 y 2015 tras infectarse con bacterias resistentes.

Las razones para que España utilice más antibióticos en los animales que los países vecinos no aparecen en ningún documento oficial. Muchos ganaderos automedican a sus animales sin consultarlo con veterinarios, y así ha sucedido durante años. Es casi una tradición aplicar tratamientos generales, sin hacer un diagnóstico previo. Se aplican antibióticos de amplio espectro que pueden atacar diversas bacterias al mismo tiempo. Es un procedimiento errado que conlleva a sobredosis; lo correcto sería hacer análisis de laboratorio para identificar la bacteria con exactitud y de ese modo prescribir el antibiótico preciso.

Las investigaciones demuestran que los tratamientos masivos y grupales son una práctica recurrente en España. Del total de antibióticos usados, más del 95% se suministran en premezclas, polvos y soluciones orales, y menos del 5% se aplica de manera individual en inyecciones, lo que indica un uso colectivo generalizado.

Algunos entendidos del tema reconocen que los tratamientos masivos son una constante pero son autorizados. Se realiza la metafilaxis de manera premeditada, y esto no es más que administrar medicamento a animales sanos que conviven con los infectados. Es una forma de prevenir enfermedades, y garantizar la salud y la permanencia en la granja.

Las cefalosporinas de tercera y cuarta generación, las fluoroquinolonas y la colistina, son antibióticos que se emplean para el control de distintos padecimientos tanto en animales como en las personas. La utilización de estos antibióticos es un tema delicado y por ende debe ser administrado con extremada prudencia y solo como último recurso. Cuanto más se aplique, más bacterias resistentes habrá; y disminuir su uso es un principio de máxima precaución.

En 2014, el consumo de colistina en España alcanzó los 36 miligramos por kilo de carne producida, el triple que Alemania y hasta siete veces el máximo recomendado por Europa. A pesar de las iniciativas gubernamentales, en la actualidad no existe control real del consumo de antimicrobianos veterinarios. Se sabe cuánto venden los distribuidores, pero no cuánto se aplica exactamente a los animales, ya que los únicos datos disponibles son los provistos voluntariamente por los laboratorios.