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jueves, 24 de agosto de 2017

La mamitis y su influencia en el futuro de los hijos

Por Janet

En la actualidad se conoce que los bebés (y también los adultos) tienen una necesidad de contacto humano, de un vínculo afectivo, que es independiente de la necesidad de comer y, como mínimo, igual de fuerte. Porque en el transcurso de evolución, los pequeños que se quedaban tranquilos sin comer podían morir de hambre y los que se quedaban muy quietos, desnudos en el suelo, mientras su madre se alejaba, se morían de frío o devorados por las fieras. El crío no piensa el pedir comida, como el buscar a su madre, no son fruto de un razonamiento, son conductas automáticas, liberadas por una causa concreta: por sentir el estómago vacío, o por notar que mamá no está a su lado.

En muchas ocasiones los bebes, lloran desesperadamente en cuanto su mamá, desaparece de su vista. Si tienen que ir al baño, se pone a llorar y en cuanto los cargas, el llanto concluye y en segundos, ya están otra vez felices y contentos. Los especialistas en temas de formación infantil dan a las madres sabios consejos: afirman que lo hace para aclamar la atención”. Acaso nos toma el pelo. Qué apego goza esta niña, es lo que nos decimos cuando esto sucede. Pues lo cierto es que debes dejarla que llore, tiene que acostumbrarse a no saltarse siempre con la suya. Muchas madres han intentado en varias ocasiones llevar a la práctica tales recomendaciones: le han metido en el corral con sus juguetes para poder realizar otras tareas del hogar.

Mientras están separados, piensas en él a menudo y telefoneas a su vigilante, con periodicidad, para preguntar cómo está, aunque tu razón te asegure que tu bebé está perfectamente. El problema es que tu hijo aún no lo sabe. Cuando el pequeño sepa que no se encuentra desprotegido, a los tres o cuatro años, también la madre podrá, usando la razón, sobreponerse a su reflejo. Un niño de cuatro años, cuando va a la escuela, o cuando ve que su mamá se va al trabajo, la despide con un beso y se queda muy tranquilo. Esto es lo que los psicólogos citan Teoría del apego. En esencia, dice que cada niño posee una figura básica de apego, con la que crea una relación especial. Cuando se separa de su figura de inclinación, el niño hace lo necesario (llorar, llamar, salir corriendo) para volver a reunirse con ella Con los meses y los años, el vínculo afectivo se va extendiendo y junto la figura primaria, aparecen figura secundarias de apego: el padre, lo abuelos, los familiares, los amigos los profesores, los vecinos.

Uno tiene la misma conducta y el mismo instinto: por nada del mundo abandonarías a tu hijo. Si no tuvieras casa ni muebles ni ropa, si vivieras en la selva con tu hijo, jamás se te ocurriría dejarlo en el suelo, ir a buscar comida o a pasear y volver a recogerlo al cabo de unas horas. Pero, por supuesto, ahora la vida es muy diferente. Tu hijo está abrigado, protegido. Te vas de compras, a trabajar o al cine y sabes cuándo volverás, quién lo cuidará y que nada le pasará. No obstante, tu instinto te sigue diciendo que no te vayas, por eso te sientes mal y se te parte el alma cuando lo dejas en la guardería.

No te dejes tergiversar por quienes dicen que el bebé ha de ir a la guardería para relacionarse con otros niños. Es razonable lo contrario. Los niños que gozan una relación intensa y satisfactoria con su madre tendrán seguridad y confianza en sí mismos, sabrán que son personas importantes y que merecen cuidado y respeto; gozarán también de una relación penetrante y satisfactoria con su padre y demás familia, con sus amigos y profesores, igual con sus compañeros de trabajo. Serán más felices con su pareja, se llevarán mejor con sus propios hijos. En cambio, los que han tenido una relación escasa con su madre, los que han sido desatendidos o maltratados, se convierten en seres inseguros y dependientes, que tienen malas relaciones con los demás.