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viernes, 25 de agosto de 2017

Los héroes anónimos de las protestas en Venezuela

Por YCC

Aunque la dirigencia de sectores opositores en Venezuela asumió las convocatorias a marchas en los últimos meses, las imágenes más pintorescas y actos de mayor conmoción, partieron de personas comunes. En ocasiones el espacio mediático o bien fue a costo de su vida, o bien se las cambió por completo. Son venezolanos de pueblo, cuyo protagonismo marcó este periodo. Son las huellas de las protestas que incluso, serán más recordadas que las propias causas que las generaron, que los políticos a los que siguieron la mañana que dejaron de ser “nadie” para ser símbolos. A ellos, vivos o no, como compensación del olvido en que los ha dejado la oposición venezolana, va esta nota.

Una simple búsqueda en iIternet de noticias sobre las protestas que entre abril y julio dejaron casi centenar y medio de muertos, y miles de heridos y detenidos en Venezuela, dejará en claro los rostros políticos que condujeron el episodio de luchas en el país suramericano.

Serán comunes entonces imágenes y declaraciones de líderes de partidos como Henrique Capriles Radonsky, Freddy Guevara, María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma, Julio Borges, Henry Ramos Allup y Manuel Rosales; diputados como Tomás Guanipa, Delsa Solórzano, Miguel Pizarro, Juan Guaidó, Juan Manuel Olivares o Carlos Paparoni; alcaldes como Ramón Muchacho, David Smolansky y Carlos Ocariz.

Sin embargo, el actor protagónico que se mantuvo siempre fiel a las protestas no está en el elenco de la dirigencia opositora, que al final claudicó para enfocarse en las elecciones regionales, cual para nada sospechosa movida de políticos venezolanos. El Oscar al protagonismo en las luchas de calle se lo llevó el pueblo.

Se trata muchas veces de figuras anónimas captadas por el lente oportuno de un periodista, vecinos que hallaron en modos particulares de expresar su posición política ante una situación que vivió el país. Algunos seguirán hoy en sus vidas habituales, envueltos quizás en el desencanto de lo que pudo ser y no fue.  Para que su ejemplo no quede en nada, este tributo a escala limitada.

Hans Wuerich. Su foto desnudo pero armado con una Biblia, dio vuelta al mundo cuando trepó en tal condición a un vehículo blindado antimotines en plena autopista caraqueña. Entre impotente y sorprendido, un oficial militar solo atinaba a gritarle para exigirle que bajara. El nudismo como expresión de protesta también nos mostró senos dignos de una película triple X, mastectomías, pantalones lanzados a los guardias, y fotos grupales, pero nadie igualó el impacto de Hans. Neomar Lander. El debate sobre si su muerte fue accidental o provocada por las fuerzas del orden y las desgarradoras imágenes de su pecho abierto, descorazonado, lo ubicó como el mayor símbolo de la muerte en las protestas. Junto a Juan Pernalete marcó también espacios de confrontación entre poderes del Estado. No fueron los únicos muertos en circunstancias imprecisas hasta ahora. A la fecha sigue pesando la injusticia y la impunidad tras sus muertes. Orlando Figuera. Su imagen quemado a lo bonzo, corriendo por Plaza Altamira, en Caracas, tras una trifulca entre manifestantes, ropas consumidas y la soledad como respuesta a sus súplicas de ayuda, mostraron una expresión xenófoba y fascista pocas veces vistas en el país venezolano. Luego la muerte, otra aun impune. No fue el único muerto o herido de este modo, se contabilizan hasta una quincena entre manifestantes y militares. María José Castro. Inconsciente de ello quizás, recordó a muchos a un ciudadano chino que se atrincheró en la Plaza Tiananmén en China allá por 1989. Apertrechada de una bandera, esta venezolana se paró frente a un vehículo blindado y le impidió el paso. Sor Esperanza. Monja, con 80 años para saber que la vida es tanta esperanza y fe. En plena represión afrontó a militares que no supieron como impedirle el paso. 80 años que se hicieron juventud a los ojos del mundo. Wuilly Arteaga. El violinista. Le puso melodía a las protestas, con lacrimógenas y siempre la bandera a su cuello conformando un escenario surrealista. El militar que una tarde le rompió su fusil (el violín) lo lanzó al mundo y sus “quince minutos de fama” lo llevaron a la ONU, a compartir con músicos, que ni en sueños imaginó, como Paquito D'Rivera, o que figuras de la talla de Shakira y Alejandro Sanz le regalaran violines. Detenido por dos semanas en condiciones inciertas, conoció del abandono de la MUD. A pesar de todo, fue uno de los grandes símbolos que ganó la rebeldía. Oscar Pérez. Es el piloto de helicóptero que efectuó un ataque terrorista contra sedes del Estado. Afortunadamente sin víctimas. Figura de atractivo mediático por la forma constante en que desafió al gobierno con sus ojazos verdes. Junto a Juan Carlos Caguarípano quien atacó un fuerte militar, son los referentes de insurrección militar.

No solo fueron célebres los modos de protestas de personas en sí; hubo también otros hechos  que se ganaron la categoría de iconos de las manifestaciones, aunque de modos más sui géneris; algunos aun en anonimato.

Fue una mascota, perrito feliz incluso tras ser herido de muerte por efectivos policiales durante una requisa en un condominio urbano. En una Venezuela donde la vida poca se estima, el respeto a las mascotas alcanza un rigor superlativo (hay incluso una misión del gobierno para ellas) y se reflejó en el estado de indignación que generó el hecho. Las concreteras. Aunque durante las protestas fueron incendiadas cualquier cantidad de medios de transportes y el hecho masivo de mayor relevancia implicó a 51 ómnibus, hubo unos días en que la moda era incendiar concreteras; se convirtieron en objeto de asaltos y secuestro, cual galeones españoles víctimas de la piratería. Aún hay algunas cuyo paradero se desconoce. Las cercas de contención de la Base Aérea de la Carlota. Frontera entre una unidad militar y uno de los principales puntos de concentración de las manifestaciones violentas de la oposición, vieron días en que amanecían puestas, eran derribadas, repuestas al día siguiente, de nuevo al piso, en fin, un ciclo sin fin en el que poseer un segmento de cerca, era símbolo de victoria. Los “popotov”. Nomenclatura que tomó la iniciativa de atacar a los militares con excreta humana. Cierto que es una expresión de miseria que terminó pasando factura a los propios gestores de la idea, pero generó un mito urbano que centró las conversaciones y bromas por bastante tiempo. Sin embargo, una de las expresiones similares más logradas, vino de una señora defecando en plena vía pública durante un tranque de calle convocado por la oposición. La imagen quedó como señal de la escasa condición humana de algunos opositores. Boda en plena guarimba. O el amor en tiempos de guerra. Como sea, en momentos de marcada tensión, una pareja estimó que no habría guarimba que les impidiera el casorio. Quedaron las fotos de la novia vestida de blanco, ondeando la bandera de las ocho estrellas mientras iba a la iglesia donde el amor la esperaba.

Son tan solo unas pinceladas del lienzo que conformó la lucha de calle dirigida por la oposición en Venezuela, con un abanico de expresiones que van desde la vida a la muerte, desde las mezquindades hasta lo inmenso, pero siempre marcadas por la acción de ciudadanos comunes. Faltan muchos pequeños héroes que también dejaron su huella en estos meses. No estarán quizás en esta nota, pero sí en la historia y mitos urbanos del país. Esta es la Venezuela de hoy.