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viernes, 15 de septiembre de 2017

Comprendiendo la vulnerabilidad social

Por EvelynR

Los modos de producción de la sociedad, el patrón de desarrollo de cada país u otro tipo de actividades humanas, unidos a fenómenos naturales, llegan a influir y convertirse en causas de riesgos o peligros que afecten al propio hombre, motivando así la vulnerabilidad social. Un informe realizado en el 2002 por el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), división de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), define la vulnerabilidad social como: La combinación de: i) eventos, procesos o rasgos que entrañan adversidades potenciales para el ejercicio de los distintos tipos de derechos ciudadanos o el logro de los proyectos de las comunidades, los hogares y las personas; ii) la incapacidad de respuesta frente a la materialización de estos riesgos; y iii) la inhabilidad para adaptarse a las consecuencias de la materialización de estos riesgos.

Por su amplio espectro de condicionantes, tales como ambientales, económicos, físicos o de infraestructura, sociales, políticos, educativos, ideológicos y culturales e institucionales, la vulnerabilidad social es considerada un fenómeno multidimensional y dinámico.

Como señala el concepto de vulnerabilidad social, esta posee dos componentes explicativos fundamentales dados, en primer lugar, por la inseguridad de las comunidades, familias o individuos frente a incidentes o a la conjunción de factores económico-sociales adversos. Y, por otro lado, se encuentra el manejo de recursos y las estrategias creadas por los mismos para enfrentar y superar los efectos de los riesgos e incidentes que afectan sus condiciones de vida.

Esta conceptualización tiene su origen en dos vertientes. Por una parte, en los estudios sobre desastres naturales, los que suelen evaluar los riesgos de comunidades y familias ante fenómenos catastróficos y diseñan estrategias para hacerles frente. Por otra parte, y muy recientemente, el mundo intelectual anglosajón comenzó a utilizar el enfoque de vulnerabilidad para comprender los cambios en las condiciones de vida que experimentan las comunidades rurales pobres en condiciones de eventos socioeconómicos traumáticos.

En el caso de América Latina, en las últimas décadas se ha ido desarrollando un entramado de teorías explicativas sobre el fenómeno de la vulnerabilidad social aplicado fundamentalmente al estudio y complementación de la desigualdad. En ese sentido, el investigador Roberto Pizarro señala la insuficiencia de los enfoques de pobreza y distribución de ingresos para explicar la indefensión de los grupos sociales de la región, por lo que, por su parte, considera el concepto de vulnerabilidad de gran relevancia para entender el impacto psicosocial del nuevo patrón de desarrollo.

Dentro de las teorías desarrolladas sobre este fenómeno destacan las de Juan Moreno Crossley, que analiza la vulnerabilidad social en el debate sobre la desigualdad; Caroline Moser quien ha desarrollado un enfoque basado en la disponibilidad de activos de las familias de varios países del mundo y su vínculo con la vulnerabilidad social de acuerdo con la posesión y utilización que estas hacen de los distintos activos sociales; Rubén Kaztman y Carlos Filgueira quienes han adaptado este enfoque a América Latina proponiendo el de activos-vulnerabilidad-estructura de oportunidades, en el que señalan que el empleo de los activos no puede reducirse a las lógicas de las familias, sino que debe ampliarse a la estructura de oportunidades ofrecida por el mercado, la sociedad y el Estado.

De estas teorías y enfoques desarrollados, en esta investigación haremos un recorrido por los principales aspectos y aportes que consideramos de utilidad para esclarecer ideas y conceptos sobre el tema de la vulnerabilidad social y sus formas de expresión.

En primer lugar, en lo referido a las investigaciones de Moreno Crossley, este señala que, a partir de la concepción general de considerar a la vulnerabilidad social como una condición de riesgo o como incertidumbre o susceptibilidad a sufrir algún perjuicio, los autores han determinado dos interpretaciones principales de la vulnerabilidad: como fragilidad o como riesgo.

En lo respectivo a la concepción de fragilidad, señala que la vulnerabilidad es un elemento perteneciente a individuos, hogares o comunidades y que está vinculada a procesos estructurales que conforman situaciones de fragilidad, precariedad, indefensión o incertidumbre. Se trata de condiciones dinámicas que afectan las posibilidades de integración, movilidad social ascendente o desarrollo. Las mismas están correlacionadas con procesos de exclusión social, que se traducen en trayectorias sociales irregulares y fluctuantes.

La segunda interpretación está relacionada con los factores de riesgo que afectan a la sociedad. En esta concepción es relevante señalar la noción de que la vulnerabilidad social es el resultado del efecto conjunto de múltiples factores de riesgo y condiciones adversas, es decir que, desde esta idea, la vulnerabilidad no puede determinarse solamente por la existencia de un factor de riesgo o elemento generador de inseguridad, sino que es necesaria la articulación de varios de estos factores.

Además de estos aportes a la caracterización del fenómeno, Moreno Crossley establece las principales críticas que han recibido los estudios sobre vulnerabilidad social, señalando que una tendencia hacia la individualización de las fuentes de desigualdad, la focalización de los fenómenos de exclusión y la omisión del rol de la acción colectiva para contrarrestarlos. También señalan la falta de consideración de fenómenos de conflictividad social, lo que lleva al enfoque de vulnerabilidad social a ajustarse al paradigma liberal de interpretaciones sobre la desigualdad. Finalmente se señalan también la tendencia a la excesiva focalización de los programas de acción pública que se basan en este concepto.

Por su parte, se encuentran los estudios de Caroline Moser en los hogares pobres de distintos países, a partir de los que desarrolló su enfoque de activos y vulnerabilidad que centra su consideración en los activos que disponen las personas, es decir, el conjunto de bienes, recursos o atributos (materiales o intangibles) que pueden ser administrados para mejorar el nivel de bienestar o superar situaciones adversas. Desde este punto de vista, los individuos o familias pobres son más vulnerables que otros de acuerdo a la posesión y utilización que hacen de los distintos activos sociales. La vulnerabilidad social se identifica con el conjunto de limitaciones o desventajas que las personas encuentran para acceder y usar los activos que se distribuyen en la sociedad.

Como señalábamos con anterioridad, a partir de este enfoque, Rubén Kaztman y Carlos Filgueira han venido desarrollando una serie de estudios adaptándolos a la región latinoamericana.

Los autores proponen analizar los procesos sociales de formación y distribución de activos. Para ello clasifican a los activos en tres tipos: capital físico (financieros y propiamente físicos, como en el caso de la vivienda), capital humano (trabajo, salud y educación) y capital social (redes sociales). Estos activos son generados por tres principales fuentes: el Estado, el mercado y la comunidad; estas conforman la llamada estructura de oportunidades.

Kaztman y Filgueira proponen un enfoque alternativo que denominan activos-vulnerabilidad-estructura de oportunidades (AVEO), en el cual se asume que el concepto de activos no alcanza una significación unívoca si no está referido a las estructuras de oportunidades que se generan desde el lado del mercado, la sociedad y el Estado. En otras palabras, se sustenta que el portafolio y la movilización de activos de los hogares vulnerables sólo puede examinarse bajo las lógicas de producción y reproducción de activos, que no pueden ser reducidas a la lógica de las familias y sus estrategias.

A partir del desarrollo de este enfoque que vincula la disponibilidad y manejo de activos con la influencia de estructuras sociales, los autores desarrollan un esquema de análisis, según el cual el enfoque AVEO

Da la posibilidad de articular el análisis micro de los hogares (activos) con el análisis macro de las tres instituciones básicas del orden social (esto es, de las estructuras de oportunidades provistas por el Estado, el mercado y la sociedad), y permite investigar problemas de vulnerabilidad en categorías sociales distribuidas a todo lo largo del sistema de estratificación.

En general, estos estudios sobre vulnerabilidad social demuestran la multidimensionalidad del fenómeno, en tanto se produce e incide en diversos aspectos económico-sociales de la vida y de los individuos. Este carácter multifacético le confiere a la vulnerabilidad un entramado de relaciones con otros conceptos y teorías sobre el bienestar social como la desigualdad, la marginación, la exclusión y la pobreza, elementos que analizaremos sucintamente a continuación.