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martes, 26 de septiembre de 2017

Crisis educativa, crisis de progreso

Por LisyFa

No hay progreso posible para la humanidad si no somos capaces de aprovechar todo nuestro potencial. En ese sentido, es imposible entender el progreso sin el necesario vínculo con la educación y la cultura. Los grandes avances que han traído a la humanidad hasta el punto en el cual nos encontramos, hubieran sido imposible sin sistemas educativos sólidos. Pero lamentablemente el futuro no es prometedor en ese sentido. Un estudio publicado por la Institución Brookings –un tanque pensante con sede en Washington DC., Estados Unidos–, anunció que para el 2030, más de la mitad de los jóvenes del mundo llegará a la edad adulta sin las habilidades necesarias para prosperar en el trabajo y la vida. Peor aún es el hecho de que, tomará décadas –en algunos sitios más de un siglo- para que los niños de familias pobres alcancen los niveles de aprendizaje de los más ricos.

Ante esta crisis educativa, con carácter urgente, los autores de la investigación, Rebecca Winthrop y Adam Barton, se preguntan: cómo trazar un nuevo camino para lograr sistemas de aprendizajes rápidos y equitativos en todo el mundo.

Según ellos, la educación se enfrenta a dos problemas principales a nivel mundial: la desigualdad y la incertidumbre de las calificaciones. El primero se refiere a las desigualdades masivas y duraderas en oportunidades educativas que afectan a los niños y jóvenes en muchos países del mundo. Y este último refiere el hecho de que, en el contexto de un cambio social y económico rápido y de gran alcance, debemos preparar a los jóvenes con una amplia gama de habilidades, incluyendo a las competencias académicas tradicionales, pero yendo más allá.

El estudio destaca una gran diversidad de programas de innovación educativa en distintos contextos. De hecho, más del 85 % de los países del mundo tienen innovaciones, y casi dos tercios de ellas están dirigidas a las poblaciones marginadas jóvenes.

La gran mayoría de esas creaciones hacen uso de las experiencias lúdicas en el aprendizaje para desarrollar una amplia gama de habilidades de los estudiantes, y casi la mitad de las innovaciones estudiadas por los investigadores utilizan la tecnología para lograr sus objetivos. Por ejemplo, escuelas brasileñas están animando a los jóvenes a aprender contenidos académicos mediante el diseño de aplicaciones y otros productos digitales, y estudiantes en las zonas rurales de la India están contando historias y jugando juegos académicos con tabletas.

No obstante, Winthrop y Barton destacan algunas de las lagunas evidentes que impedirán dar un salto cualitativo en la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Por ejemplo, menos de una cuarta parte de las innovaciones trabajan para desarrollar las capacidades de los profesores. Las innovaciones también pasan por alto los nuevos medios para evaluar y reconocer el aprendizaje de los estudiantes, es decir, cambiar la forma en que los alumnos demuestran sus competencias y progresan a través de la escolarización. También observaron que las innovaciones no aprovechan todo el potencial de la tecnología. Los ejemplos mencionados anteriormente son la excepción, ya que menos del 20% de las innovaciones tecnológicas utilizan la tecnología de una manera que transforma el proceso de enseñanza y aprendizaje.