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jueves, 14 de septiembre de 2017

Cristiano resuelve el puzle

Por Aliet Arzola

Recluido a los campos de entrenamiento por demasiado tiempo, Cristiano Ronaldo sale ahora a los partidos como una bestia feroz. Su nivel de competitividad siempre ha sido impecable, jugando al límite en cada oportunidad, pero sin la opción de saltar a la grama por una sanción, se le han acumulado las ganas. Eso se pudo ver hace un par de semanas en las eliminatorias mundialistas con Portugal, y también en el estreno del Real Madrid en la Liga Campeones, la cual comenzó como mismo terminó, con un doblete. CR7 lideró la armada blanca en la victoria 3-0 contra el modesto APOEL Nicosia en el Bernabéu, donde nuevamente los fanáticos se rindieron a la eficacia de su estrella y mostraron su inconformidad con el rendimiento de Gareth Bale.

Ante la escuadra chipriota, el Madrid tardó algo en desentramar una defensa cerrada, que se recluyó en pleno en las cercanías de su portería, con muy pocas intenciones de asomar la cabeza. Sin embargo, el APOEL dispuso de dos ocasiones en los compases iniciales del duelo, pero ambas culminaron en los guantes de Keylor Navas, quien después tuvo una noche de lo más plácida. En el marco contrario sucedió todo lo contrario, porque el Madrid comenzó a apretar con Cristiano e Isco al frente, el primero enchufado como un veinteañero, y el segundo con la varita mágica en acción.

De los pies del malagueño, pletórico en los regates y la conducción, salieron las combinaciones más peligrosas de los merengues, incluida la jugada hilvanada en el 1-0. Su quiebre más allá de la bomba central y la visión para abrir el campo hasta un Bale que solo sobrevivió en el costado izquierdo, fueron suficientes para descolocar al APOEL, tumbado a la postre por un centro medido del galés y remate milimétrico de Ronaldo, quien amplió su cuenta goleadora en Europa hasta 105 dianas.

El siguiente tanto tardó en llegar, en parte por la lenta marcha con la que el Madrid se planteó el resto de la primera mitad, y también por las decisiones de Benoit Bastien, quien se comió dos penales a favor del Madrid, y luego, para enmendar, decretó uno que tal vez no era. El encargado de liquidar el asunto fue el mismo Cristiano, cuya reacción tras cobrar el penal no fue celebrar, sino ir a buscar la bola como si el tiempo se acabara y el Madrid necesitara cinco goles más. El hambre del portugués es impresionante, y me atrevería a asegurar que supera con creces a cualquier otro elemento de la plantilla, sobre todo a Bale, quien se marchó a falta de 20 minutos, silbado por la grada.

Honestamente, el partido del galés fue mejor que sus anteriores presentaciones en La Liga, pero mientras no marque ni tenga más incidencia en el juego, los aficiones sentirán que queda en deuda. El problema con Bale, sin darle muchas vueltas, es que no encaja en el esquema del Madrid, cuya estrategia hora se basa más en el toque y menos en el contragolpe, variante con la que el galés sí disfruta por su potencia en carrera. Como mismo podría suceder con Dembelé en el Barcelona, Bale debe adecuarse al sistema de Zidane y se espera que tenga la habilidad para hacerlo, pues costó cien millones.

El resto del partido no le dejó mucho más al Madrid, salvo un gol de chilena de Ramos, lanzado al frente de ataque contra un rival débil, y una desafortunada lesión de Kovacic, quien buscaba consolidarse en el once europeo. Por lo demás, Isco encandila, Modric y Kroos distribuyen y controlan, mientras Casemiro corta el flujo de los contrarios con pasmosa limpieza y Marcelo y Carvajal aparecen como puñales por los laterales. En esencia, el equipo es el mismo, pero le falta carburar arriba, donde solo CR7 cumple con las expectativas. Sin Benzema, lesionado, Bale con el gol perdido, y Mayoral sin rodaje, las opciones de marcar son pocas, por mucho que se genere en la medular. Ahora mismo ese es el reto del Madrid, encontrar las armas para romper las redes al mismo ritmo que en el cierre de la temporada pasada. A su favor, esta historia solo comienza, y en contra, que los rivales, la mayoría fortalecidos, aprovechan el inicio de contienda para ganar terreno.