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martes, 26 de septiembre de 2017

El dinero como único medio de pago

Por Janet

El dinero permite el intercambio de bienes y servicios en una economía de una manera más sencilla que el trueque. Es una práctica que existe desde tiempos inmemorables. El ser humano siempre ha tenido la necesidad de cambiar aquellos objetos que poseía pero no necesitaba, por aquellos que realmente deseaba. En el comercio se intercambiaba materia prima por artículos artesanos, o productos elaborados a cambio de otros que el artesano no producía. En los pequeños mercados era donde se originaron los primeros trueques entre una gran variedad de artículos, por ejemplo: herramientas de sílex, lanzas, zapatos, collares y hasta productos agrícolas. Hoy en día, en algunos mercados se siguen usando este tipo de transacciones.

Poco más tarde, apareció el dinero con lo que las cosas se obtenían a cambio de dinero en monedas, lo cual explicaremos a continuación. En tiempos remotos, la mercancía era lo que funciona como medida de valor y por tanto, sea en persona o a través de un representante, como medio de circulación, es el dinero. El oro o, en su caso, la plata es, por con­siguiente, dinero.

Como en el dinero desaparecen todas las diferencias cualitativas de las mercancías, este radical ni­velador borra, a su vez, todas las diferencias. Pero, de suyo, el dinero es también una mercancía, un objeto material, que puede convertirse en propiedad privada de cualquiera. De este modo, el poder social se convierte en poder privado de un particular.

Al desarrollarse la circulación de mercancías, se interponen una serie de factores que separan cro­nológicamente la venta de una mercancía de la realización de su precio. Unas clases de mercancías requieren más tiempo que otras para producirse. La producción de ciertas mercancías es inseparable de diversas estaciones del año. Unas mercancías surgen en el mismo sitio en que tienen su mercado. Otras tienen que emprender, para encontrar mercado, un largo viaje. Por tanto, unos poseedores de mercancías pueden actuar como vendedores antes de que los otros actúen como compradores.

En realidad, el com­prador no obtiene el valor de uso de la mercancía hasta que no transcurre el tiempo señalado. La compra, por tanto, antes de pagarla. Uno de los poseedores de mercancías vende mercancías que ya existen, mientras que el otro compra como simple repre­sentante del dinero, o como representante de un dinero futuro. El vendedor se convierte en acreedor, el comprador en deudor. Como aquí la metamorfosis de la mercancía, o sea el desarrollo de su forma de valor, se desplaza, el dinero asume una función distinta. Se convierte en medio de pago.

Se dice que el dinero posee dos funciones, una funciona como medida de valor, en la determinación del precio de la mercancía vendida (el precio que a ésta se le asigna contractualmente mide la obligación del comprador, es decir, la suma de dinero que éste adeuda en el plazo de tiempo señalado) y la otra funciona como medio ideal de compra (aunque no exista más que en la promesa de dinero del comprador), hace que la mer­cancía cambie de mano.

El dinero ya no sigue siendo el agente mediador del proceso de circulación. Ahora, lo cierra de un modo autónomo, como existencia absoluta del valor de cambio o mercancía general. El vendedor convierte su mercancía en dinero para satisfacer con éste una necesidad; el atesorador, para preservar la mercancía en forma de dinero; el comprador a crédito, para poder pagar.

El comprador vuelve a convertir su dinero en mercancía antes de convertir ésta en dinero; es decir, ejecuta la segunda metamorfosis de la mercancía antes que la primera. Se convierte en valor de uso antes de haberse convertido en dinero. Su primera metamorfosis sólo se consuma a posteriori. La función del dinero como medio de pago envuelve una brusca contradicción. En cambio, cuando hay que hacer pagos efectivos, el dinero ya no actúa solamente como medio de circulación, como forma mediadora y llamada a desaparecer de la asimilación, sino como la encarnación individual del trabajo social, como la existencia autónoma del valor de cambio, como la mercancía abso­luta.

El dinero crédito brota directamente de la función del dinero como medio de pago, al ponerse en circulación certificados de deudas representativos de las mercancías vendidas y como medio de traspaso de los correspondientes créditos. De otra parte, al extenderse el sis­tema de crédito, se extiende la función del dinero como medio de pago. Este cobra como tal forma propia de existencia allí donde tienen su órbita las grandes transacciones comerciales, mientras que las monedas de oro y plata quedan retraídas generalmente dentro de la órbita del comercio en pequeña escala.