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sábado, 30 de septiembre de 2017

El laboratorio artístico de La Habana

Por García

El Laboratorio Artístico de San Agustín, también conocido como LASA, es un proyecto creado por el artista cubano Candelario y cuenta con la colaboración de la curadora de origen europeo Aurélie Sampeur. Este laboratorio artístico se creó en el año 2008 como un experimento que tenía el propósito de dar una repuesta a la necesidad de las prácticas artísticas contemporáneas en los espacios públicos. Con el transcurrir de los años se ha convertido en un evento anual que ofrece un marco para experimentaciones artísticas y confrontaciones culturales en un reparto periférico de La Habana.

El Laboratorio Artístico de San Agustín explora desde el interior hacia el exterior, y viceversa, el sentido de pertenencia de los individuos hacia el espacio en que habitan. Las acciones artísticas en el espacio público tienen el objetivo de permitir un mejor conocimiento del reparto, al mismo tiempo que reflejan la identidad del barrio. Estimulando además, nuevas percepciones comunitarias en el binomio socio-urbano latente, mediante el desarrollo de experimentaciones artísticas multidisciplinarias, renovadoras de conceptos estéticos y de formaciones morales en el ser social. El eje fundamental en estas expresiones artísticas lo constituye la reflexión sobre la realidad del territorio con base en las relaciones interpersonales y con el entorno, para dotar de un cuerpo tangible a la identidad subjetiva del barrio.

Recientemente tuvo lugar la decima edición de este evento, que agrupa sus intervenciones bajo el título “Sesiones Públicas, la sociedad expuesta artísticamente.” Estas sesiones constituyen un pretexto para adentrarse en los pensamientos y en los comportamientos, resultado del intercambio perenne y dinámico entre los contextos y sus integrantes. En esta edición se le ha dado continuidad a los trabajos realizados en años anteriores, que partieron del convencimiento de que las experiencias artísticas deben interrogar y analizar desde la psicología, cómo nuestras necesidades humanas influyen sobre un contexto determinado.

A partir de 2016, LASA dirige sus investigaciones hacia los comportamientos psicológicos del ser en relación con su contexto, asumiendo como precepto el hecho de que todo espacio es una entidad viva en sí misma. Para ello se inspira en el trabajo del psicólogo y filósofo suizo Abraham Maslow, quién desarrolló en la década del 40 la Teoría de la Motivación Humana, enfocada en la jerarquización de las necesidades humanas: necesidades fisiológicas, necesidades de seguridad, necesidades sociales, necesidades de reconocimiento y necesidades de autosuperación.

En las sesiones teóricas del evento los artistas, curadores, científicos y periodistas participantes intercambiaron sobre sus ideas y conceptos de teorías relacionadas con las necesidades humanas. Se presentó un extracto del documental La creatividad está aquí, de Aurélie Sampeur sobre las motivaciones de los profesionales de la ciencia en la región. Además, la psicóloga Aurora García comentó las teorías sobre las necesidades humanas y compartió resultados de investigaciones prácticas relacionadas con estas teorías. Por último cada artista explicó el concepto de su obra, adaptando la teoría de Abraham Maslow al contexto cubano.

Entre las obras presentadas se destacó (D)Estructura, de los cubanos Juan Esteban y Alejandro Vásquez, en colaboración con la colombiana Mariangela Aponte. La pieza constituye un juego para deconstruir la pirámide de Maslow y reconstruir nuevas estructuras colectivas que representan las voces de quienes las crean y que se manifiestan desde sus propias experiencias. Para lograrlo se confeccionó un juego a escala de edificios que alcanzan los dos metros de altura.

Otro aspecto fundamental del certamen fue la proyección de audiovisuales, se comenzó con un documental de Elily Sadeghian sobre el Laboratorio Artístico de San Agustín, que le dio paso otros como Segundo Nivel de Alejandro Ramírez, sobre la seguridad en la zona; Playball de Jim Ricks, sobre el baseball en Cuba; y la mininovela Los chicos de 250 de Kathleen Hearn, sobre la vida de un grupo de jóvenes de san Agustín.