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lunes, 18 de septiembre de 2017

En Cuba somos un puñado de 'Juan sin nada'

Por liss

Lo que más me impresionó del paso del Irma por La Habana no fue la fuerza de sus potentes olas, ni el sonido ensordecedor de los vientos, ni siquiera el ruido de los arboles cayéndose en plena tormenta. ¡No! Lo que más me conmovió fue al amanecer del pasado domingo, ver a un anciano abrazando a un pantalón y con su billetera en el pecho me preguntó “niña, ¿dónde está el albergue para gente que como yo que se quedaron sin nada?”. A mí se me estrujo el corazón ante el panorama y con un nudo en la garganta le respondí un escueto “no se”; realmente porque no sabía, y porque de no haber tenido mi casa con el agua del mar hasta el techo, bien pudiese haberle dicho ”venga mi viejo que es aquí”.

Irma nos dejo como solo eso: un puñado de “Juan sin nada”. El panorama fue horrible y la sensación desoladora nos deja mucho que desear. Las primeras luces de recuperación no vaticinaban un futuro prometedor. A casi 5 días de su paso muchas zonas de la capital aun no tienen fluido eléctrico o agua potable o gas para cocinar.

Fuentes oficiales del Consejo Nacional de la Defensa Civil, notificaron cuantiosas pérdidas en diversos sectores sociales y económicos así como 10 personas fallecidas. Y yo me pregunto, ¿realmente ese número será real? En el noticiero se habló de una señora que apareció flotando en los frentes de su casa. Sin embargo lo que realmente no se conoce es si tuvo la posibilidad de ser evacuada, o si tuvo otra vía de escape que no fuese quedarse al resguardo de la furia de las olas.

Alberto Hernández no tuvo otra opción que quedarse en su casa. Él vive en las inmediaciones del malecón habanero con 4 niños y tres ancianos: "somos una familia muy grande y aun así nadie vino a decirnos nada, las olas rompían en la casa en media madrugada y a mí me arrastraron por su fuerza -me dice esto mostrando moretones y golpes producidos por la furia del mar- a nosotros no nos quedo nada, lo que hay aquí es porque lo hemos recogido en la calle. Los colchones empapados, la barbacoa completamente destrozada, no tenemos comida, no tenemos donde dormir, no tenemos nada y ni siquiera esperanza de que el panorama mejore. Estamos alimentándonos de caldosa que calentamos cada 5 minutos para que no se nos eche a perder, nadie ha venido tampoco a ver como estamos ni qué nos hace falta. Yo me pregunto incluso, ¿qué voy a hacer para que mi niña vaya a su escuela? porque ni su uniforme nos quedó".

De igual forma, el sistema electro-energético nacional vio afectado las tres cuartas partes de su funcionamiento, pues la mayoría de las termoeléctricas que generan la electricidad del país se encuentran ubicadas en distintos puntos de la fuertemente golpeada costa norte. Muchos militares se vieron merodeando luego de los sucesos de Irma por las calles de la ciudad, en la parte baja del vedado. "Están vigilando porque se están metiendo ladrones a saquear las casas", se comentaba por allí y es que ciertamente Irma sacó a la luz lo peor y lo mejor de cada ser humano.

Este es el caso de una señora que me pidió no revelar su nombre para proteger su identidad. Ella vive frente a la embajada de Estados Unidos en Cuba y nos muestra -en tanto sacaba el agua de su casa- lo que fue su hogar. "Yo me fui para la casa de mi hijo a pasar el huracán y cuando regrese me topé con que no tengo nada. Nadie se ha portado por aquí para brindarme ayuda, mi refrigerador apareció flotando por los frentes y nadie me ayudó a rescatarlo, ahora estoy intentando limpiar con un poco de agua dulce para quitar el salitre pero imagino que en un buen tiempo no pueda venir para acá. Dicen los noticieros que están vendiendo comida a precios módicos ¿Qué precios módicos? ¡Aquí es el mismo de siempre! el arroz a 8 pesos, los panes igual, la caldosa medio vasito a 2 pesos. ¡No hay apoyo de nadie ni de nada y yo realmente no tengo esperanza al respecto!. Ahora mi mayor miedo es dejar la casa sola porque la furia del mar arrasó incluso con la puerta de la casa y me da miedo dejar lo que me quedó así… sin resguardo…para que cualquiera venga y se las robe".

En estos días de crisis, el vecino en -estos momentos hermano-, se une en pos de la supervivencia. Aquel que tiene al menos electricidad es considerado rey. Muchos hogares sirven de “planta eléctrica” para que aquellos que aún están a oscuras. En las calles se ve el ir y venir de las personas quienes -con un semblante algo atormentado- buscan comidas, algo de beber y enlatados porque son los que mejores se conservan, aunque casi siempre se consiguen en CUC.

Las personas de la zona baja del vedado aún se mantienen limpiando sus casas del agua del mar. La suciedad, los escombros y el agua estancada aún siguen ahí, pese a la ayuda del personal de la Empresa de Comunales. Allí el ambiente es turbio, se siente la humedad y se huele el churre estancado de días. Las personas se mantienen limpiando con la poca agua dulce que les queda o se les ha suministrado. El panorama es muy triste.

El malecón habanero semeja un desierto con el sol que ahora parece quemar más fuerte que nunca, solo se vislumbra uno que otro fotógrafo en búsqueda de historias que contar. Y es que la mayoría de los supervivientes coinciden en lo mismo: en que se han quedado sin nada y nadie los ayuda a recuperarse. Yo solo quisiera saber qué pasará con esas personas que suman ese puñado de “Juan sin nada” en lo que los convirtió Irma.