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viernes, 22 de septiembre de 2017

Historias del béisbol revolucionario en Cuba: los años 90

Por Aliet Arzola

El béisbol cubano había vivido, probablemente, una sola dinastía en la historia de sus Series Nacionales, cuando Industriales ganó cuatro campeonatos consecutivos en los años 60. Pero esa tónica se modificó, y la década del 90 es la máxima expresión del cambio, con cuatro dominadores absolutos y otro que comenzaba a escribir su historia dorada al final del siglo. Quienes primero se impusieron fueron los Henequeneros en dos campañas al hilo, mientras Villa Clara acumuló tres coronas en fila, algo que nunca más había sucedido desde los cuatro cetros de Industriales en los 60. Pinar del Río también resaltó con par de coronas en línea, mientras los Azules capitalinos conquistaron dos pergaminos, pero de manera aislada. Al final de los 90, Santiago de Cuba logró el éxito, el cual repetirían después por tres lides al hilo.

1990: Pese a que había maniatado a sus rivales durante toda una década, la gloria colectiva no le había llegado al estelar lanzador Jorge Luis Valdés, quien rompió el maleficio en 1990 con el título ganado por Henequeneros. El zurdo, dueño de una seguidilla de 26 triunfos internacionales, tocó la cima nacional con la escuadra yumurina dirigida por “Sile” Junco, a la que aportó victorias cada tres o cuatro días, cual auténtico caballo de hierro. “Tati”, como le conocen todos por Matanzas, logró el liderato histórico de éxitos en Series Nacionales con 234, quebrado casi dos décadas después por Pedro Luis Lazo.

1991: De los lanzadores pinareños más relevantes en el béisbol cubano tal vez no se hable lo suficiente del zurdo Faustino Corrales, uno de los tres serpentineros cubanos con más de 2300 ponches. Dueño de una curva gigantesca y un gran comando, el tirador de Arroyos de Mantua logró el 19 de noviembre de 1991 el no hit-no run número 34 en Series Nacionales. En el parque pinero Cristóbal Labra, Faustino dejó petrificados a los jugadores de Isla de la Juventud. Nueve años después, el 20 de diciembre del 2000, el zurdo vueltabajero logró otra marca de impacto, al recetar 22 ponches a Holguín en un partido de nueve entradas.

1992: El pinero Carlos Yanes es, sin discusión, el serpentinero más laborioso en las Series Nacionales, con 28 temporadas en activo. El diestro es el único con más de 700 juegos lanzados (714), más de 500 aperturas (504) y más de 3800 entradas trabajadas (3836.1). Como es lógico, al estar tanto tiempo en la lomita también lidera apartados negativos como jonrones y carreras permitidas, boletos concedidos o derrotas. Justo en 1992, Yanes estampó un récord negativo con siete cuadrangulares aceptados en un encuentro, marca que comparte con el espirituano Juan Ramírez y el pinero Ariel Prieto. No obstante, al longevo lanzador todos los recuerdan por impecable ética y dedicación, la cual recibió como premio 235 victorias (segundo), más de 2000 ponches y un no-hitter contra Villa Clara el 5 de marzo del 2000, cuando ya tenía 35 años.

1993: Cuando se hable dinastías en el béisbol cubano habrá que concederle un sitial destacado al Villa Clara de Pedro Jova, que ganó tres campeonatos consecutivos entre 1993 y 1995. Con Rolando Arrojo, líder indiscutible en el box, un terremoto ofensivo como Víctor Mesa, los cerrojos defensivos de Rafael O. Acebey y Eduardo Paret, y la veteranía de Amado Zamora, el plantel naranja fue muy resolutivo en partidos de vida o muerte, apoyados también en el talento y poderío físico de Jorge Luis Toca, Eddy Rojas, Oscar Machaco, Michel Perdomo y Ariel Pestano.

1994: No es de extrañar que Lázaro Junco se convirtiera en el primer pelotero cubano con 400 jonrones, porque logró diez veces el liderato en dicho apartado en Series Nacionales, el último en 1994, cuando ya tenía 36 años. Jardinero fibroso, de fuerza natural y muñecas prodigiosas, descoció la bola entre los años 80 y 90, en los cuales despachó 405 vuelacercas, segundo en el conteo histórico, solo superado por Orestes Kindelán. Junco permanece como uno de los jugadores más subvalorados del béisbol revolucionario, pues a pesar de su poder muy pocas veces fue llamado a las escuadras nacionales.

1995: Rey Isaac siempre fue un toletero oportuno. Vistiendo la franela de los equipos santiagueros, encontró un hueco entre sluggers como Kindelán, Pacheco, Gabriel Pierre o Fausto Álvarez, en gran medida por sus altas tasas de contacto y su producción permanente a la banda opuesta. Con ese sistema de bateo alcanzó el punto cumbre en la XXXIV Serie, cuando eslabonó una cadena de 37 partidos pegando al menos un indiscutible. Dicha racha rompió la anterior marca de Lázaro Vargas (31) y todavía sigue intacta tras dos décadas.

1996: Alberto Díaz es hoy un desconocido para las nuevas generaciones de cubanos que siguen el béisbol nacional, pero milita en uno de los grupos más exclusivos de la pelota en la isla. El jardinero yumurino, natural de Jovellanos, es uno de los tres jugadores del patio que ha conectado cuatro jonrones en un mismo partido, hazaña que consiguió contra Camagüey el 17 de diciembre de 1995, vistiendo la franela de Matanzas. Díaz fue el segundo en lograr la espectacular marca tras el agramontino Leonel Moa (vs. Granma el 10 de diciembre de 1989), y después de él, Omar Linares también lo consiguió (vs. Villa Clara) el 8 de abril de 1997 en el II Copa Revolución.

1997: Fiel a la tradición de Erwin Walters, Wilfredo Sánchez, Fernando Sánchez o Lázaro Junco, jardineros que en algún momento defendieron la casaca matancera y ganaron el premio de Jugador Más Valioso en las Series Nacionales, el patrullero central José Estrada se agenció el MVP en 1997, temporada en la que bateó 391, con 60 anotadas y 104 inatrapables. Aquel equipo contó también con el liderazgo de Julio Germán Fernández en jonrones (15) e impulsadas (60), el de Juan Manrique en boletos (53) y la irrupción destacada de Michel Abreu, nombrado Novato del Año. Sin embargo, un endeble pitcheo dejó a los yumurinos sin esperanzas de postemporada.

1998: Aunque nació en La Maya, Santiago de Cuba, el derecho José Ibar Medina triunfó plenamente con La Habana, novena que disfrutó con sus múltiples éxitos a finales del pasado siglo. El serpentinero no tuvo un inicio de carrera rutilante, pero luego de una década en los montículos cubanos, comenzó a ganar y ganar, y en 1998 igualó el añejo récord de Rolando Macías (Azucareros-1979) de 14 éxitos en fila, y de paso llegó a los 20 triunfos, quebrando la marca de 19 establecida por Braudilio Vinent (Serranos-1973). En la siguiente campaña, Ibar ganó otros 18 partidos, para totalizar 38 sonrisas en dos temporadas, apoyado sobre todo en su knuckleball que volvía locos a los contrarios.

1999: Dicen que los récords están para romperse, y Michel Enríquez lo confirmó al destrozar la marca de hits de Wilfredo Sánchez, que perduró por exactamente 30 años. En 1969, en un campeonato de 99 encuentros, Sánchez despachó 140 indiscutibles, marca que Michel, el “Super 12” pinero, superó con creces en 90 partidos, al conectar 152 cohetes. Hombre de mucha vista y facilidad para batear al centro del terreno y a la banda opuesta, Enríquez ha conquistado tres títulos de bateo en Series Nacionales.