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lunes, 11 de septiembre de 2017

Hubo cerveza hace miles de años en Europa

Por YCC

Ya en el siglo IV a.C. el famoso filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles, Platón, afirmó que quien inventó la cerveza había sido un hombre sabio; tal y como piensan muchos en el mundo desde entonces. Esa bebida alcohólica llamada brebaje milenario, cuyo origen está asociado al inicio, hace unos 12 000 años, del período neolítico (Edad de Piedra Nueva o Pulida), ha despertado pasiones por todo el mundo a lo largo de su extensa trayectoria.

El estadounidense Sam Calagione la ha estudiado, probablemente en todos los sentidos, hasta  convertirse en experto de la cerveza. Ha tenido la oportunidad de recrear antiguas recetas de cerveza entre las que se encuentra una de las primeras de las que se tiene constancia, y que según la leyenda, incluía arroz, uvas, miel y frutos de espino chino. Esta cerveza fue inventada hace 9 000 años, y Sam Calagione pudo “copiarla” a partir de las muestras que encontró el colaborador de National Geographic, Patrick McGovern, conocido como “el arqueólogo de la cerveza”. Este señor lo encontró en unos restos cerámicos del yacimiento neolítico de Jiahu, en China; y anteriormente había localizado en los montes Zagros de Irán, los restos de una cerveza de cebada más añeja aún, del año 3 400 a.C.

Según referencia el sitio de National Geographic, los rastros más antiguos de cerveza en Europa han sido encontrados en Barcelona, España, específicamente en la cueva de Casa Sadurní, en la localidad de Begues. Los restos encontrados allí datan de 3 000 años a.C., lo cual indica que nuestros ancestros de entonces no eran ni tan primitivos ni tan aburridos.

A través de otras investigaciones se ha sabido que también se fabricaba cerveza en Mesopotamia y en el antiguo Egipto. Aunque durante el período grecorromano, entre los siglos V a.C. y II d.C., se ensalzó más el consumo del vino, la cerveza continuó progresando en el gusto hasta que consiguió convertirse en una bebida popular que se elaboraba principalmente en los monasterios. Un ejemplo verídico es la cerveza de la abadía de Weihenstephan, un monasterio benedictino de Baviera que, con sus mil años de historia, es la planta cervecera en activo más antigua de todo mundo. Famosa por demás.

También en Alemania fue donde se promulgó en 1516 la primera Ley de la Pureza, que estipuló que solo podría elaborarse con agua, cebada y lúpulo. Prueba de esto se exhibe en el antiguo monasterio cisterciense de Aldersbach, en la nación germana. Esta ley es conocida como el Reinheitsgebot, y se considera la ley de alimentos más antigua del mundo.

Por su parte, en España, el emperador Carlos I trajo una corte de maestros cerveceros y llevó al país ibérico el gusto de su Flandes natal por la preciada bebida alcohólica. Fue en esa época cuando se instalaron las primeras casas cerveceras, la primera fue en la ciudad de Madrid, y después llegó a Santander.

Un dato curioso es que la cerveza belga está considerada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad. El país de Bélgica es conocido en todo el mundo por su amplia gama de gustos cerveceros, desde la cerveza suave y clara hasta la muy oscura de sabores extremadamente amargos.

Desde aquellos tiempos, cuando beber cerveza era más saludable que ingerir agua de dudosa pureza, esta bebida no ha hecho más que proliferar en todas sus variedades por todo el planeta. Y es que ya lo dijo  el estadounidense Thomas Jefferson, “la cerveza, si se consume con moderación, suaviza el temperamento, alegra el espíritu y favorece la salud”. Que no se diga más, han sido palabras de un presidente.