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miércoles, 13 de septiembre de 2017

Irma ha matado el turismo en Cuba

Por Aliet Arzola

Por su ubicación geográfica, Cuba está condenada a ser golpeada una y otra vez por huracanes. Desde el siglo XIX hay reportes de tormentas devastadoras, cuyas lluvias inundaron poblados enteros y sus vientos provocaron la ira del mar, sin obviar las leyendas populares que aseguran que objetos punzantes atravesaron el grosor de una palma real al salir disparadas como proyectiles. En términos de ciclones tropicales, pocos países del continente americano tienen la vivencia y la experiencia del cubano, que con el tiempo ha aprendido a sortear estos peligrosos fenómenos. Pero la naturaleza siempre pone exámenes superiores, y ese fue el caso del reciento huracán Irma, considera por muchos especialistas como uno de los más fuertes que ha atravesado los mares del Caribe.

Para Cuba, este ciclón categoría 5 en la escala Saffir-Simpson —que mide la intensidad de huracanes— ha representado un reto inmenso, pues sus afectaciones no se concentraron en un punto en particular, sino que abarcaron todo el archipiélago. De este a oeste, la tormenta recorrió el litoral norte del país, y tuvo un impacto potencialmente destructivo en las principales zonas turísticas, como Cayo Coco, Cayo Santa María y Varadero, tres de los destinos de sol y playa más famosos de la región. Muchos hoteles en estos polos quedaron total o parcialmente destruidos tras soportar los embates del mar, las lluvias y vientos superiores a los 200 kilómetros por hora en algunos puntos. En estos momentos, Cuba se encuentra en la temporada baja del turismo, por lo que afluencia de viajeros es inferior, pero dentro de mes y medio arrancará de manera oficial la etapa de alza, y ahora mismo es una incógnita si se logrará que los hoteles estén listos para la fecha.

En la anterior temporada alta del turismo, Cuba recibió millones de vacacionistas, muchos de los cuales repetirían dada la calidad del servicio y lo sui generis de un destino acogedor, en el cual sobresalen sus playas espectaculares, los paraísos submarinos y las rutas de senderismo para conocer especies endémicas del Caribe. Ahora, sin embargo, se abre una enorme ventana de dudas por los altos costos de la reparación de las instalaciones dañadas y por el tiempo que durarán las labores de reconstrucción, las cuales no se acometerán a la carrera, pues eso podría traer como consecuencia una baja en el nivel cualitativo de los inmuebles. De cualquier forma, la voluntad del gobierno cubano, apoyado fuertemente por una población que tiene como sustento económico el turismo de los polos al norte del país, es trabajar sin descanso para recuperar los hoteles.

Ya en Cayo Coco, Santa María, Varadero y Santa Lucía se han puesto en marcha las fases de recuperación, durante las que, paulatinamente, se restablecerán los servicios. En estos momentos hay un sinfín de afectaciones en los tendidos eléctricos, la mayoría en el suelo por los vientos, y en las vías de acceso, tanto los pedraplenes que unen los cayos con la isla grande, como en la carretera rumbo a Varadero. En el caso del pedraplén que conduce a Jardines del Rey, uno de los puentes quedó dañado, pero ya se habilitó nuevamente, mientras en el polo matancero, todavía hay arena y rocas en la vía que dificultan el transporte de vehículos y maquinarias pesadas. Otro renglón que debe ser atendido de inmediato son las comunicaciones, pues hasta el momento hay muy pocas líneas de teléfono habilitadas y la conexión a Internet también está limitada.

Como alternativa, destinos turísticos más pequeños en Guardalavaca, Cayo Largo del Sur y los ubicados en Pinar del Río y Artemisa (María la Gorda, Viñales, Soroa), al extremo occidental del archipiélago, se alistan para recibir, quizás, una mayor afluencia de visitantes dadas las condiciones de los polos más grandes. En cada uno de esos casos, también sintieron la furia de Irma, pero prácticamente no sufrieron daños, por lo que su disponibilidad es superior. Al margen de las afectaciones, la dedicación, seriedad y profesionalidad del personal vinculado a las construcciones para el turismo, permitirá que en un plazo no demasiado largo, los destinos vanguardia de Cuba estén aptos para recibir un importante flujo de vacacionistas.