Las incoherencias de Trump en la ONU
En su primer discurso en Naciones Unidas en Nueva York, el mandatario Donald Trump hizo énfasis en el nacionalismo y la soberanía, lo que recordó las mismas palabras que utilizó durante su campaña presidencial. Expertos dicen, que está aplicando su agenda doméstica, como fundamento de la política exterior de los Estados Unidos, primera potencia mundial. Tiró dardos venenosos contra países como Cuba y Venezuela, a quien también advirtió, y expuso que podría destruir totalmente al régimen de Corea del Norte o sus aliados, haciéndole un guiño peligroso a China. También les puso un manto protector a sus aliados de Corea del Sur y Japón.
El discurso ante el organismo mundial fue notable por su tono, que en gran medida eludió el lenguaje de estadista de sus otras direcciones de política exterior. En sus ataques contra los enemigos de Estados Unidos -especialmente Corea del Norte e Irán- Trump fue belicoso y directo. En esos momentos, sonaba mucho como el usuario activo de Twitter que es. Trump se refirió al líder norcoreano Kim Jong Un como "RocketMan" y lo acusó de estar en una "misión suicida para sí mismo y para su régimen". El presidente norteamericano prometió "destruir totalmente" a Corea del Norte si atacaba a Estados Unidos o su aliados”, dijo. Esto en clara referencia a su disposición de cuidar los intereses de Corea del Sur.
Insinuó que pronto retiraría a los Estados Unidos del acuerdo nuclear internacional con Teherán, una medida que podría ensombrecer a los aliados estadounidenses que también son partes de él. "Ese trato es una vergüenza para los Estados Unidos, y no creo que hayan escuchado lo último", dijo. "Créanme." Al analizar el discurso, un alto asesor de la Casa Blanca lo describió como "un discurso profundamente filosófico" que explicaría "cómo encaja América en el mundo, cómo opera, cuáles son sus valores".
Estos han sido temas de debate a menudo intensos dentro de la Casa Blanca entre los tradicionalistas de política exterior y los asesores políticos principales de Trump que han ayudado a dar forma a su "primera gran agenda diplomática en América”. Los instintos iniciales de Trump a menudo han sido el de retrasar la política exterior estadounidense -o al menos cuestionar los principios básicos que la guiaron- antes de volver a una postura más tradicional.
El discurso de Trump luchó contra estos impulsos de conflicto, hasta el punto de la incoherencia. Al rendir homenaje a la generosidad estadounidense en el escenario mundial, Trump citó varios programas de salud mundial financiados por Estados Unidos que el mismo pidió luego un recorte significativo. Elogió el Plan Marshall, que reconstruyó Europa después de la Segunda Guerra Mundial, aun cuando ha prometido reiteradamente que los días de construcción de la nación de Estados Unidos han terminado. En algunos momentos, Trump sugirió que su compromiso con la soberanía -una palabra que repitió 21 veces en el discurso de 40 minutos- conduciría a una política exterior menos intervencionista.
"Las naciones fuertes y soberanas permiten que diversos países con diferentes valores, diferentes culturas y diferentes sueños no sólo coexistan, sino que trabajen lado a lado sobre la base del respeto mutuo", dijo. Se comprometió a seguir una política de "realismo de principios" que se guiaría únicamente por los intereses de los Estados Unidos. Mientras describía un papel mucho más expansivo para los Estados Unidos.
El presidente fue selectivo en su opinión de los malos actores - Corea del Norte, Irán, Cuba, Siria y Venezuela - cuya soberanía no merecía respeto. Hizo poca mención de China o Rusia, felicitando a ambos por su reciente voto en la ONU por más sanciones contra Corea del Norte y ofreciendo sólo una breve mención de las violaciones de Moscú del territorio soberano de Ucrania. En las Naciones Unidas, Trump fue el "primer presidente de Estados Unidos" con grandes ambiciones globales.
