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sábado, 23 de septiembre de 2017

Los bebés, todo un mundo de sentimientos

Por Janet Rios

Tan fascinante como observar el desarrollo físico del bebé es hacer un seguimiento de su evolución emocional. Un mundo lleno de sentimientos y sensaciones que sus padres descubrirán al ritmo que el pequeño les vaya marcando. Por esta razón, su actitud debe ser la de contemplar todos sus sentimientos, no solo sus sonrisas de felicidad o bienestar. También sus rabias, inquietudes o temores, para conocerlo, comprenderlo y ayudarlo a desarrollar sus emociones lo más sanamente posible. Al inicio solo son dos los sentimientos, que ellos generan: bienestar y malestar. Se dice que, en las primeras semanas de vida, el bebé exclusivamente sabe distinguir entre estos dos sentimientos. Si se encuentra limpio, nutrido, libertino y a su alrededor no hay nada que lo perturbe, siente bienestar. Esto es capaz de expresarlo con un gesto de placer y una sonrisa angelical que en las primeras semanas consiste en un gesto producida por un reflejo natural. Por el contrario, si tiene hambre, sed, frío, calor, sueño, o alguna molestia o se siente solo, se inquieta, llora, su rostro se contrae y todos sus músculos se ponen en tensión.

Cerca de los dos meses si él bebe sonríes, le sonríes. Si ve un rostro sonriente, no suele tardar mucho en responder él también con una sonrisa que le sale del corazón, inclusive cuando se trata de alguien que no conoce. Se dice que antes de los tres meses el niño no sabe distinguir aún entre personas conocidas y desconocidas. Posteriormente a ese entonces, empieza a ser más selectivo con sus demostraciones de amor.

A los cuatro meses de vida de la alegría a la rabia o enfado el bebé comienza a experimentar sentimientos diferentes. Es capaz de valorar los acontecimientos y las impresiones que recibe, y es capaz de ir guardándolas en su memoria. Tal es el caso que ya puede sentir alegría. Por eso se pone tan regodeos cuando consigue hacer funcionar el móvil que cuelga sobre la cuna o cuando el juego con su mamá está llegando a su emocionante desenlace. Pero a partir de ahora, también recomienza a sentir rabia y se molesta cuando algo no sale como esperaba. Si, por ejemplo, el móvil no quiere girar a pesar de sus esfuerzos, protesta con un buen y alborotado llanto.

Entre el quinto y séptimo mes ya conoce lo que es el miedo y la desconfianza. Se dice que si siente temor es debido a que tiene una idea formada de una situación determinada. Por ejemplo, es capaz de recordar que la última vez que le pusieron una inyección le dolió un poco. Sin embargo, no podría apreciar la sensación de miedo si no conociera lo que es sentirse seguro y protegido. El hecho de saberse fuera de peligro con personas conocidas o en un entorno que le resulta familiar hace que se sienta amenazado por todo lo que se le presenta como desconocido o a lo que no está acostumbrado. Por eso, a partir del sexto mes, el niño se muestra muy prudente o, incluso, manifiesta abierta y claramente su rechazo cuando una persona extraña lo quiere tomar en brazos. A esta edad también empezará a experimentar un sentimiento parecido a la vergüenza o a la culpa, de ahí su cara cuando se le pilla haciendo alguna cosa que se le ha prohibido.

Luego del año de vida sus sentimientos serán complicados Se podría decir que a partir del año tiene sentimientos híbridos. Ya sabrá lo que son los celos una composición de amor, miedo y rabia, el disimulo, la picardía una combinación de miedo al castigo y placer por lo prohibido y la compasión, lo que implica poder sentir interés y dolor por otros. También el amor, la simpatía y el placer se pueden mezclar en el instante menos esperado con sentimientos desagradables. Definitivamente, esta edad no es fácil aprender a convivir con tal turbulencia de emociones nuevas.

Es necesario saber que si a lo largo de los seis primeros meses la o las personas con las que el niño se está relacionando como es el caso de su cuidadora o nana cambian debido a las circunstancias que sean, no le afectará mucho. Pero posterior a esta etapa se notará que las echa de menos y le harán falta, porque ya había sido capaz de sentir cariño hacia ellas.