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domingo, 24 de septiembre de 2017

Los libros, secreto de la antiguedad

Por Miss GD

Los libros antiguos tienen un distintivo olor muy llamativo que aquellos conocedores saben percibir y que puede hacer sonreír a cualquier amante de la lectura. Ese abundante olor que despiden los libros antiguos tiene, por supuesto, su secreto en los ingredientes con que se hicieron hace muchísimos años. El secreto del olor está en el interior de los cientos de compuestos orgánicos volátiles que componen no solamente las páginas del papel del libro, sino también en la tinta y su adhesivo. Son varios los compuestos que abundan en los libros antiguos que los hacen deprender ese olor tan reconocible que ayuda a los más expertos incluso a determinar la antigüedad de una determinada publicación.

Muchas son las cosas que hacemos habitualmente y aunque son tan curiosas, apenas nos damos cuenta, pues son hábitos diarios que pasamos normalmente por alto. Un ejemplo, cada vez que leemos un libro antiguo, es prácticamente imposible no percibir ese olor característico que desprenden y que incluso se mezcla con el ambiente una vez abierto. Esas obras de incluso quinquenios pasados son de extrema importancia no solo por los saberes que contiene, sino por sus compuestos que permiten su conservación a través de los años, diferente a los procedimientos actuales.

Los libros antiguos tienen un distintivo olor muy llamativo que aquellos conocedores saben percibir y que puede hacer sonreír a cualquier amante de la lectura. Una experta en publicaciones antiguas, Matija Strlic, de la University College de Londres, se refiere a este particular aroma como una combinación de notas herbosas con un ligero toque de ácido y vainilla sobre un mosto subyacente, un olor que llega a ser tan inconfundible para un libro como su contenido, pues es por eso que las obras viejas se diferencian de las nuevas.

Ese abundante olor que despiden los libros antiguos tiene por supuesto, su secreto en los ingredientes con que se hicieron hace muchísimos años. El secreto del olor está en el interior de los cientos de compuestos orgánicos volátiles que componen no solamente las páginas del papel del libro, sino también en la tinta y su adhesivo. Además, con el tiempo, estos compuestos se descomponen, y es por ello que liberan los productos químicos que dan ese olor característico que toda persona adicta a la lectura reconoce. Es bueno decir también, que los libros nuevos también tienen un olor especial, pero no por su poco tiempo de uso, los compuestos no se liberan de la misma manera y ese olor no está tan marcado como los antiguos.

Son varios los compuestos que abundan en los libros antiguos que los hacen deprender ese olor tan reconocible que ayuda a los más expertos incluso a determinar la antigüedad de una determinada publicación. Entre estos ingredientes que podemos encontrar y reconocer fácilmente entre los que se encuentran el benzaldehído, una sustancia que da un tono almendrado, o quizás la vainillina, que como su nombre indica, emite esas habituales notas de vainilla. Los demás olores dulces provienen de compuestos como el tolueno y el etil benceno, y el etil hexano, que producen una ligera fragancia floral. Además, los conocedores saben que los libros pueden retener algunos olores a los que han estado expuestos durante su vida y su uso, como el humo, el agua, las flores o cualquier objeto oloroso que haya sido prensadas entre sus hojas.

Muchos han sido los ejemplos llevados incluso al cine de cómo los libros pueden retener por mucho tiempo sustancias en sus páginas, el más reconocido es definitivamente El Nombre de la Rosa, novela histórica llevada a la gran pantalla, que muestra como varios frailes fueron asesinados por un veneno colocado en las páginas de un antiguo libro que muchos de ellos leían asiduamente.

Como hemos referido, el conocimiento sobre el aroma de los libros es muy importante, sobre todo a la hora de detectar falsficaciones en el ámbito de la lectura. El saber por qué los libros huelen de forma determinada va más allá de la curiosidad de aquellos asiduos a la lectura, pues este conocimiento podría ser útil para que las bibliotecas detecten qué libros y documentos están en peligro de degradación y cuáles son las verdaderas obras literarias antiguas. Además, que los experto logren identificar y controlar el envejecimiento de los libros podría permitir su mayor protección y preservación de una manera más eficiente.